Recuerdo el berrenchín del maestro al encontrar el gazapo en su artículo diario que el día anterior había sido revisado hasta tres veces como rito obsesivo, dictado y redictado y sin que nadie pudiera evitarlo era impreso con una coma de más o de menos, y adquiría así vida propia ante los ojos de cada lector, mientras la rabia investigaba sin éxito quién era el culpable de semejante catástrofe. Para eso estaba la "fé" posterior a la edición y el ruego al lector para cerrar un círculo de consideración, respeto y buen hacer, con la correspondencia y otra vez la fé en sucesivas revisiones.Antes eran los de las cajas y ahora viven en los chips, pero siguen siendo seres reales, como los protagonistas de los libros que invaden o más. Saludos
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