Con "La Reina del Sur" (Alfaguara), su última novela, Pérez-Reverte recuperó sus técnicas periodísticas para obtener información y escribió una historia de narcotraficantes ambientada en México y en el estrecho de Gibraltar.
Teresa Mendoza, una figura legendaria de los "narcocorridos" mexicanos, es la protagonista de una novela que, además, pretende profundizar en el interior de la mujer. “La novela es una manera de comprender el mundo y ésta en concreto me ha ayudado a entender la soledad, el silencio de la mujer contemporánea”, declaró Pérez-Reverte.
En "La Reina del Sur", Teresa es el soldado perdido en territorio hostil que aparece en todas sus novelas. Una mujer que pelea en un mundo de hombres, como es el narcotráfico, y consigue sobrevivir.
Teresa pasa de ser la novia analfabeta de una narco mexicano a ser una reina del tráfico de drogas, llena de glamour, que se codea con el jet-set. Según el escritor español, "La Reina del Sur" es una novela totalmente amoral.
“No pretendo justificar, explicar ni condenar el narcotráfico porque sólo lo utilizo como escenario”, sentenció.
Sobre los orígenes que le impulsaron a escribir esta nueva aventura, Pérez-Reverte destacó, como siempre, la sencillez. “Esta vez todo empezó con una canción”, recordó Pérez-Reverte.
La idea del libro surgió, según sus propias palabras, cuando escuchó en una cantina de Sinaloa (México) el narcocorrido de Camelia la Tejana. Los narcocorridos son un tipo de canción popular que en tres minutos cuentan la vida y la muerte de los narcotraficantes.
“Como yo no tenía esa capacidad musical para hacer un 'narcocorrido' en tres minutos, decidí escribir una novela de quinientas páginas”, declaró Pérez-Reverte.
El resultado es una historia de corrupción, drogas, amor y muerte, basada en hechos reales, y que se desarrolla en “un lugar donde la sociedad, la economía y el folklore giran en torno al narcotráfico y a sus leyendas”.
Uno de los grandes retos de la novela fue su lenguaje, ya que había que narrar la historia desde el punto de vista de una mujer mexicana que casi no tiene cultura, algo difícil para un autor que destaca sobre todo por su sintaxis clásica y ortodoxa.
“He tenido que romper mi heterodoxia en la escritura y mestizar mi lenguaje”, comentó Pérez-Reverte. Para conseguirlo se pasó noches enteras en las cantinas, escuchando canciones, habló con la gente y se hizo un glosario de más de 500 palabras con las que trabajar. Parece, según el comentario de muchos amigos mexicanos, que ha pasado el examen con nota.
El escritor murciano aseguró también que su última novela, aunque se trate de una nueva obra en su carrera literaria, se puede considerar "la misma novela". Con su habitual caudal dialéctico, Pérez-Reverte aseguró que "todo escritor coherente siempre escribe la misma novela y a mí me ha pasado lo mismo con ésta, pues siempre se trata de la misma historia, aunque con un decorado diferente".
El autor dijo desconfiar de aquellos escritores que afirman que siempre escriben otras cosas, porque "o lo han robado de otros o mienten".
Pérez-Reverte subrayó que "aunque tengo mi territorio, como todo escritor, mi forma de escribir ha cambiado con el tiempo, pero el tema siempre es el mismo: el soldado perdido en un territorio enemigo, que se puede encontrar en todas mis novelas y que en este caso, con una mujer, la protagonista Teresa Mendoza, es aún más visible".
"La mujer es ese soldado solitario que se mueve en un territorio hostil con unas reglas que ella no ha escrito y que, si tiene que pelear, lo hace con más coraje, porque sabe que si pierde, lo pierde todo".
Para afrontar su última novela, Pérez-Reverte se ha tenido que "meter en la piel de una mujer durante 29 meses" y con el libro ha conseguido "saldar las deudas que tenía con la Mujer en mayúsculas", aunque "sin caer en el error del hombre travestido que se puede ver en Ofelia, Ana Karenina o Madame Bovary".
De esta experiencia, el autor de "La tabla de Flandes" ha enriquecido una percepción que tenía de la mujer desde que nació su hija y "me ha ayudado a entender algunas cosas como esos silencios de la mujer, su crudeza, su desprecio, su dureza, su soledad".
El contacto con ese mundo de frontera, que "puedes encontrar en Río Bravo o en Gibraltar", ha permitido, en palabras del propio escritor, "mestizar mi prosa" y ese mestizaje dejará, sin duda, una huella en su literatura.
"Yo era de los ortodoxos que acusaba a la Academia de ser demasiado permisiva, pero con esta novela me he dado cuenta de que es bueno que haya una norma básica. Pero hay cosas que son negociables y la presión del español de Latinoamérica es tan fuerte que es bueno que se incorporen sus formas".
Ya hay proyecto para llevar al cine
"La Reina del Sur", algo que ya no produce excesiva emoción a Pérez-Reverte,
pues "ya lo sabía incluso antes de publicarla", pero, eso sí,
advierte que "no quiero un director gringo, sino uno latino, porque sólo
un cineasta latino puede traducir esta novela al cine".
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