La vida cultural es de una bajeza...
Articulo publicado en el "Cultural" el 19 de marzo de 2000
Cuando Arturo Pérez-Reverte publica novela, ya se sabe: entusiasmo general en la grada, reticencia en algún que otro árbitro y gol imparable en la escuadra de los libros más vendidos. Ya lo verán. Esta vez además Pérez-Reverte ha jugado un buen partido. La carta esférica es una novela intensa, una novela con historia, misterio, amor y literatura. Tiene mayor tonelaje y más memoria que sus obras anteriores y es, en definitiva, "la novela que quería escribir desde el tiempo". Así resume Pérez-Reverte los tres años de travesía de esta Carta esférica que dentro de unos días inundará las librerías españolas. Mientras llega, el escritor ha querido que los lectores de EL CULTURAL hagan la primera cala. ¿Es necesario, después de una docena de libros de éxito, decir que Pérez-Reverte es el novelista español que más libros vende? ¿Qué es un escritor solitario?, ¿qué fue periodista y ya no lo es? ¿qué arrea a babor y estribor, que fondea donde casi ningún intelectual se atreve, que navega tímidamente por la vida, que es libre, implacable...? Por todas las páginas de La carta esférica se cuela agua salada y pasión marinera. El escritor es marino, y se le nota. Ha crecido familiarizado con las jergas y las gentes del mar, navega la mitad del año, se pierde por las cartografías mediterráneas desde mucho tiempo atrás, y lee, y lee, solitario y arrogante, las mejores historias sobre el mar de los últimos dos mil años. Así que ha soltado amarras, ha volcado su biblioteca, ha recorrido en año y medio todas las calas y ha escrito durante quince meses para lograr La carta esférica. Cuenta Pérez-Reverte que esta vez, además de los ingredientes de misterio, acción y todas esas cosas que le divierte verter en sus novelas, quería que por sus páginas desfilara toda la literatura sobre el mar que ha leído desde pequeño, desde la Odisea hasta lo último de O’Brien, pasando por London, Stevenson, Conrad o Melville, con guiños continuos, alusiones directas y homenajes a todos sus mitos. "Ha sido un desafío", dice. "Ha sido meter toda mi biblioteca del mar en una novela, pero, al mismo tiempo, enseguida me di cuenta de que ésta me exigía más. Por ejemplo, me exigía una relación más intensa entre el hombre y la mujer, entre Coy y Tánger, los protagonistas. Debía achicar la acción y agrandar la intensidad. Me interesaba sobre todo ella, porque es una novela sobre la mujer".
Mar, vida, mujer y aventuras
Lo explica el escritor a toda máquina, con palabra vertiginosa y esas
manos curtidas y desconfiadas: "es la historia de un marino que está
a salvo en el mar porque es donde se encuentra a gusto y dispone de cartas
náuticas por las que navegar, que se ve arrojado a tierra, frente
a una mujer de la cual no tiene referencia ni carta de navegación
por la que guiarse y transitar. Es decir, navega a ciegas, y ésa es
la aventura". Mar, vida, mujer, aventura. Entre esos cuatro puntos se mueve
la novela. Es también La carta esférica una incesante historia
de amor, la de ese veterano marino, Coy, y una mujer joven, inteligente,
pecosa y no tan fría llamada Tánger. Para Coy, como para Reverte,
la tierra cuanto más lejos mejor. Reverte, como Coy, intenta poner
a raya un mundo que no le gusta y ambos tienen de la condición humana
el peor de los conceptos. "Esa idea, sí, se la he prestado a Coy,
el mar es nuestra solución, nuestro refugio. El mar es limpio. Yo
en la tierra me siento incómodo, desde hace mucho tiempo además.
Por eso, tal vez, soy, como Coy, un solitario".
-
¿Y por eso está permanentemente a la defensiva?
- Sí, y siempre estoy a la defensiva, no sólo literariamente,
también humanamente. ¿Por qué? Pues porque no me gustan
muchas de las cosas que veo a mi alrededor, y como no me gustan intento limitar
los daños al mínimo y para ello tienes que poner una serie
de barreras con lo que la mayor parte del mundo se quede fuera. Mira... yo
soy marino... y el mar es como la vida. Es muy peligroso, muy hijo de puta.
Eso de que es bonito y apacible es mentira. En el mar aprendes a blasfemar,
no a rezar. Y te está siempre esperando para darte el zarpazo. Por
eso en el mar hay que estar despierto. Me gusta el mar porque es como la
vida. Tienes que estar siempre a la defensiva, alerta, aquella nube, aquella
racha... y luchar por tu existencia, rizar la vela antes de que venga el
viento...
-
Demasiado agotador, ¿no?
- No, es magnífico. Porque es vivir consciente de que estás
vivo. Es ser plenamente consciente de que depende de tu talento, tu valor,
tu conocimiento técnico, geográfico, astronómico...
el que vivas o que no vivas. Y eso es muy hermoso y está muy bien.
y la vida es eso, pero en vulgar, en sucio, en guarro. En el mar estás
tú solo, nadie te ayuda ni te molesta, no puedes decir paren que me
bajo, vas hasta el final, con lo bueno y con lo malo. Dependes de ti mismo.
Y la ignorancia, la estupidez, la mala fe, la ambición, lo que en
la vida en tierra firme te perturba, te invade, te distrae y te amarga la
vida, en el mar no se da. En el mar eres tú y la vida, nada más,
y no hay ningún hijo de puta que venga a tocarte las narices. Por
eso me gusta el mar, ¿comprendes? "Yo sé que tengo fama de
duro y agresivo y no lo soy" remata quedamente el escritor. "Con la gente
soy amabilísimo, ahora bien, cuando me viene un García Martín
o un García Posada, entonces sí, saco la navaja, peleo y acuchillo
a muerte. Todo el que ha entrado a por mí me ha encontrado". Cada
vez menos esquivos
-
Parte de la crítica literaria, por cierto, y ya que la mente, le siguesiendo
esquiva...
- Hay de todo. Cada vez son menos los esquivos. Ahora bien, te digo una cosa:
me preocupa más lo que diga el crítico del "New York Times"
o de "Le Monde", a los que les gustan mis novelas, que los de hache o zeta.
Los publicitarios sí, se quejan de que les resulta muy difícil
encontrar frases elogiosas para poner en las fajas de mis libros de críticos
españoles, por eso aparecen los de América y Europa.
-
¿Ha sido dura la negociación con Alfaguara?
(Largo silencio y mirada cómplice. El escritor, que es un crack, ha
venido publicando sus libros con esta editorial, pero esta vez se lo pensó
dos, y diez, veces).
- Ha sido complicada.
Pero la ha llevado mi agente, no yo. Yo no negocio. Pero está claro
que la ventaja de vender muchos ejemplares es que los editores te tratan
con espeto, que se toman en serio tus libros, que te consultan todo, el trato
es de igual a igual y muy profesional. Y mis condiciones se cumplen, si no,
no publico.
-
¿Entre sus condiciones está el no publicar las cifras de venta?
- Sí. Mira, en España todo el mundo miente cuando habla de
cifras, mienten por arriba, claro, y a mí me da mucha vergüenza
que piensen que yo también miento y faroleo. Por eso prohibí
por contrato que las hicieran publicas. Exclusivamente por eso. Parecidas
razones aduce para no asistir a las Ferias de libros. Hace años que
no asiste a la de Madrid, odia hacerlo. "Yo creo, dice, que el escritor de
verdad sólo debe ser conocido a través de sus libros. Los de
mentira, claro, necesitan hacer vida pública para que los conozcan,
pero eso es otra cosa. Lo que no les perdono a los organizadores de la Feria
es que la hayan convertido en una competición. Yo no voy a competir
con compañeros, con amigos. Es un insulto a los escritores, una vergüenza.
El día que empezaron a hacerse públicas las listas, ese día
se reventó el espíritu de la Feria, y mientras siga así,
yo no vuelvo".
-
Volvamos entonces a La carta esférica, una novela clarísimamente
cinematográfica. Muchas de sus novelas están siendo llevadas
al cine con éxito y complacencia por su parte. Esta teniendo suerte,
me parece, con los productores y directores que filman sus historias. ¿Ha
pensado en alguien para Carta esférica?
- No, en absoluto. Lo que ocurre es que es muy visual, como todas mis novelas.
Pero es que yo una novela necesito visualizarla para escribirla. Yo necesito
ver lo que ellos ven, comer lo que ellos comen, tomarme sus copas, pasearme
por los sitios. Esta novela me la ha navegado entera, con el velero, con
cartas antiguas, he visto ese color de la luz por la mañana, las estrellas
en las noches de vigilia... eso tiene que notarse de alguna manera, tiene
que verse... Nada es casual. Pérez-Reverte es un lector voraz pero
no indiscriminado. Le gusta Juan Manuel de Prada, le gusta Mateo Díez,
admira a Vila-Matas, y es generoso con los noveles y desconocidos. De Vila-Matas
acaba de leer su Bartleby y compañía, que le ha llenado de
regocijo. Le parece uno de los escritores más interesantes de nuestro
panorama literario, y ahora más, porque en su última novela
da una coartada estupenda a todos esos escritores que no escriben: "Tengo
el síndrome Batleby, ¿sabe usted?, y esto de escribir historias,
eso de planteamiento, nudo y desenlace, no, hombre, no. Es la literatura
del no. Yo no. La mía es del sí. Yo sí quiero contar
historias y las cuento de la mejor manera que sé y puedo. Otra cosa
te digo: eso de la agonía narrativa, la angustia del folio en blanco,
tampoco. Si sufriera, no escribiría. Yo escribo porque disfruto, y
el día que no disfrute, dejaré de escribir. Es más,
yo sé que pronto voy a dejar de escribir. Lo que no has echado a la
mochila en 48 años, difícilmente lo echarás ya. Lo que
es patético es no tener nada que decir y seguir escribiendo a los
70. Claro que más patético resulta que te pase, como a muchos,
a los treinta y seguir insistiendo.
-
O sea, que la novela tradicional no está en decadencia, como tantosdicen,
no ha sido sustituida ya por el cine, ni desplazada por esos géneros
híbridos y amorfos que se agolpan hoy en las editoriales.
- La novela decimonónica
está anticuada, en efecto. La cuestión es que, ahora, para
contar una historia tenemos que utilizar los mecanismos, las herramientas
y las técnicas actuales, es decir, la televisión, el cine,
el lenguaje de los grandes bestsellers anglosajones. En una palabra, hay
que utilizar las armas de tu enemigo, las mismas perversiones que tiene ya
el espectador y reconducirlas hacia donde tú quieres para contar esa
historia.. O sea, que la novela no está acabada, están acabadas
ciertas formas de contar una historia. Para ello, es necesario no tener complejos
y conocer muy bien esta literatura decimonónica.
-
Por qué dice que la vida cultural hoy es tan pobre?
- Es de una bajeza... Lo digo porque hoy o una cosa es de diseño,
o no funciona. Se confunde cultura con diseño y te encuentras en las
páginas de cultura el desfile tal, el concierto de rock de tal...
que está muy bien, pero que no es cultura, es sociedad. Cultura es
otra cosa: es memoria, es conocimiento, es dar a la gente herramientas para
que se defienda, para que tenga base, solidez y respuestas en la vida. Son
tres mil años de literatura, de pintura, de historia, es el Mediterráneo,
Europa... y en cuanto a eso de que la mejor literatura se escribe en los
periódicos, es mentira. La literatura se escribe en los libros. En
el periódico se escriben columnas, reportajes, a veces excelentes,
otras no tanto, pero la literatura de verdad está siempre en los libros,
sí, ahí está Umbral, que pese a mis reservas personales,
me parece un magnífico escritor... Yo le voté en el premio
Cervantes... Mi candidato era Marsé y cuando Marsé se cayó,
quedaron Umbral y Edwards y, claro, para mí no había elección:
voté por Umbral, que no hay color. La cultura secuestrada Imparable.
Arturo Pérez-Reverte sigue galopando sobre su mirada tierna y su palabra
insolente y veloz. "En España –continúa- hay un problema cultural
que se basa en lo siguiente: aquí hay un número de personas
que tiene secuestrados los mecanismos culturales de este país, que
vive de subvenciones de bancos, de organismos, de fundaciones, de todo...
Y ésa es la cultura oficial. Eso tiene poco que ver con la cultura.
La cultura, ya te lo he dicho, es memoria. ¿Qué quiénes
somos? Ponles tú nombres y apellidos. Aquí se montan feudos,
provinciales, estatales... y eso crea un clientelismo gravísimo. Están
los de ellos y los que no son de ellos. Hay gente que no ha hecho en su vida
nada, que no ha escrito un libro, no ha hecho una película, una obra
de teatro, gente que está ahí, que ni siquiera son profesores
y que están viviendo por el morro, de subvenciones, manejando la cultura
y quedándose con todo. Y a los organismos del poder les conviene mucho
tener estos sicarios... El toma y daca". "Y acabo: ¿sabes por qué
tengo tiempo para escribir novelas? Porque no me paso la vida dando conferencias
ni hablando del futuro de la literatura en mesas redondas. Eso me deja mucho
tiempo libre".
Blanca Berasategui. El Cultural.
19 de marzo de 2000.
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