A mi padre




Recuerdo aquél instante cómo si hubiese ocurrido hace un momento. Yo acababa de salir de clase, de nuestro maravilloso instituto, te acuerdas ¿verdad vida mía?, recuerdo como delante de mi estabas tú, yo de aquella no te conocía, tal vez de vista, pero nunca habías llamado mi atención, pero ese día todo era distinto, quizás por ser 14 de febrero (San Valentín, el de los enamorados, nuestro protector, él que nos cuida y nos quiere cómo a sus propios hijos), yo nunca la había considerado especial, siempre había sido un día más en dónde en la mayoría de las agendas de las chicas (sobre todo) hay un corazón dibujado normalmente con el nombre del chico que quieren pero no tienen; en fin sigamos a lo nuestro, un día más hasta que tú apareciste en mi vida en ese preciso día en ese preciso instante, nunca pensé en que recibiría un ramo de rosas, 6 rojas y 6 blancas, de alguien de quien ni siquiera sabía su nombre, nada más que te vi con él pensé: ¡Qué afortunada aquella que lo vaya a recibir!; sin darme cuenta de que te acercabas a mi con sigilo, melancolía pero asombrosamente sin nerviosismo con tranquilidad, entonces fue la primera vez que oí esa encantador voz, tú voz mi niño, esa que me despierta cuando sueño contigo, aquella que ríe al verme sonreír y aquella que recita palabras de amor, las más bellas nunca oídas; sólo sé qué me di la vuelta y antes de poder decirte nada te adelantaste: perdóname pero sólo quería que supieras que te quiero que te adoro y que éste es mi regalo, no de San Valentín si no de entrega a ti y de abandono de mi vida, ahora es tuya. Yo no pude darte las gracias no pude decirte nada tú te fuiste desapareciste y yo allí me quedé con dos vidas y un ramo de rosas.

No supe nada de ti hasta pasado un año, ¡cómo no el mismo día 14 de Febrero! Me acuerdo que tu rostro, que sólo pude contemplar breves instantes estaba grabado en mi mente y sé que nunca podré borrarlo, aquél día era yo la que quería hablar contigo, la que quería pedirte explicaciones por tener una vida que no era la mía y por tener 12 rosas secas en el sitio más privilegiado de mi habitación, mas una vez más fuiste tú el que me dijo: ahora no puedo te espero esta tarde... y te marchaste y allí me quedé con miles de preguntas en la cabeza: ¿dónde? ¿cuándo? ¿por qué?, pero volver a oír tu voz fue algo que me lleno para el resto de mi vida, aquella tarde te encontré, mejor dicho me encontraste, apareciste de repente y me dijiste: ven un instante y ahora pienso ¿un instante? Y llevo toda mi vida contigo, niño, recuerdo que durante un año fuimos muy amigos, que aunque yo tenía novio tú eras mi segundo yo, mi otro ser, él no me quería pero yo sí, tú me querías a mi pero yo hacia ti no podía sentir más que agradecimiento, por la rosa que cada un nuevo día aparecía en el jarrón de mi habitación, a partir de ese año siempre roja, como mis lágrimas cuando no te veo, cuando no te siento, cuando o te tengo; eran unas rosas especiales echas sólo para mí, cada día todos sus pétalos morían al igual que mi alma si no te veía si no te oía; por fin pudimos encontrarnos, vernos y besarnos, fue el primer año después del primer ramo 3 años mas tarde después de nuestro primer San Valentín aquel que te arrancó la vida, que te fuiste de mi lado, que me dejaste sola y melancólica, pero un golpe de suerte me llevó contigo me arrebato de la faz de la tierra y me subió al cielo contigo mi vida.

Por eso el día de San Valentín se llena de rojo y de rosas rojas y de amor y depresión; y quiero que sepas que ahora es mi vida la que te pertenece a ti aunque yo sé que de la tuya nunca me podré separar.
 
 
 
 

Psic, Mayo de 2001.