REVERTE PASEA AL LECTOR POR UNA CONJURA PALACIEGA

(Artículo publicado en el diario Europa Sur el 21 de noviembre de 2003)


La última novela sobre el Capitán Alatriste desvela una confabulación par asesinar al rey en escenarios de riguroso verismo histórico.

El caballero del jubón amarillo
Escrito por  Arturo Pérez-Reverte
Editado por Alfaguara.
Ilustraciones de Joan Mundet .
Diseño gráfico Manuel Estrada .
Presentación oficial de la obra en Andalucía, hoy, a 20.00 h., salón 11 Los Apóstoles 11 Bodega Gonzalez-Byass de Jerez .
Patrocinio Fundación Provincial de Cultura


Un monarca que anda de picos pardos. Una conjura para asesinarle. Un Madrid de noches turbulentas y peligrosas. Entrechocar de aceros y arroyos de sangre. Recreaciones detallistas con escenarios y personajes históricos para una intriga estremecedora...

Tales son los ingredientes de "El caballero del jubón amarillo", sexta entrega en la saga de las aventuras del capitán Diego Alatriste; un auténtico filtro para seducción de lectores: ritmo, veracidad, acción, pasiones truculentas y exquisitos guiños humorísticos.

Arturo Pérez-Reverte -ex corresponsal de guerra, escritor, académico la Lengua- esboza media sonrisa, cuando se aborda la veracidad con la que su última obra recrea la Corte y capital del XVII.

"Mi objetivo es que el lector pueda moverse 'virtualmente' por ese Madrid. Quiero que vea lo que se veía entonces. Sus grandezas, sus miserias, sus palacios, sus mercados y sus albañales... Cuando un personaje está en un sitio y mira a derecha e izquierda, sea a un muro o a un prado, o deambula por estancias del Alcázar Real y del Escorial, es como si llevara una cámara sobre su cabeza. El lector puede contemplar cómo era realmente esa pieza en aquella época: cuadros, muebles... Todo cuanto había y no lo que pueda verse hoy", explica Reverte.

Detrás hay muchas horas de investigación. Jornadas enteras estudiando memoriales, relaciones, inventarios, testamentos e innumerables gacetillas de la época.

El Escorial reflejado en "El caballero del jubón amarillo" es, por ejemplo, el fruto de arduos estudios sobre los mapas originales de construcción y de su confrontación con los inventarios históricos. Las diversas relaciones de mobiliario del Alcázar Real han sido expurgadas, para recrear exactamente las estancias que aparecen en la novela.

Con evidente maestría, la trama lo del libro huye del "ladrillo" histórico y construye una aventura folletinesca, tan amena como fiel retrato costumbrista.

Un logro sostenido a través de ficciones, lances y escenas de calle, fieles a los usos, olores, colores y sonidos del tráfago cotidiano. "Melones escritos. Foncarraleros como mantecas", vocean las verduleras, pregonando las excelencias de sus género y de aquellos gordos espárragos de los lares de Fuencarral.

Reverte sonríe, ya abiertamente, mientras confiesa que hasta los gritos de los ambulantes eran reales. "Figuran recogidos en un catálogo de láminas que he consultado. Cierto que era del siglo XVIII; pero bien podían ser así años antes. A mí me valen para conseguir el efecto", admite, pícaro.

Este soporte de tramoya histórica realza aun más la consistencia de sus protagonistas. Iñigo de Balboa, escudero de Alatriste, es ya un hombre joven. La guerra, el dolor y una hambre grande han mordido su carne.

También el personaje del capitán es más rotundo. Sus pupilas frías y minúsculas, sus silencios glaciales, evocan esa oscura posada en la frontera donde el soldado y el asesino comparten lecho. Este Alatriste puede matar sin remordimientos (uno de los mejores pasajes de la obra), como era moneda común otrora. Pero, no es ajeno a conceptos como lealtad u honor, tan al uso entonces.

Arturo Pérez-Reverte es consciente de la metamorfosis vital de sus personajes. "Iñigo ya es un adulto. Ahora ve cosas que antes no podía percibir. Este personaje, Balboa, es una especie de fantasma superviviente que ha llegado a nuestros días. Relata hacia atrás desde el siglo XXI. Él mismo lo reconoce cuando considera: “a veces pienso que no moriré jamás”. Me permite dar una visión introspectiva de la Historia".

Las carcajadas de Reverte son abiertas al ser acusado de frecuente "clientelismo" en sus personajes. Escritores amigos como José Saramago, Juan Eslava Galán, Manuel Rivas y ahora Rafael de Cózar, han jalonado las aventuras de Alastriste. Una desvergüenza privativa de los grandes pintores clásicos, quienes inmortalizaban a sus peñas y afines como figuras de sus lienzos.

-"Sí, es algo muy barroco. Muy de época, por eso me gusta. Pienso que la Literatura debe ser divertida y echo mano de mis amigos pues son gente variopinta y con personalidad, que dan muy en determinados caracteres amenos sin tener necesidad de inventarlos. Yo me limito a copia su porte físico, o algunas de sus maneras, ya moverlos luego a mi antojo por el libro”.

OSCAR LOBATO

foto
De izquerda a derecha, Rafael Cózar, Pérez-Reverte y Juan Eslava Galán

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