"ARTURO PÉREZ-REVERTE: REPORTERO "
Licenciado en Ciencias Políticas y Periodismo. Durante 12 años fue reportero del diario Pueblo. Estuvo nueve años en los servicios informativos de Televisión Española. Se especializó en temas de terrorismo, tráficos ilegales y conflictos armados. Pérez-Reverte ha cubierto diversas fases de la guerra del Líbano, la guerra de Las Malvinas, conflictos en El Salvador, Nicaragua, Mozambique, Angola y Rumania, entre otros, además de la guerra de El Golfo y la guerra de Bosnia-Herzegovina. En 1993 recibe el Premio Asturias de Periodismo por su cobertura para TVE de la guerra de la ex Yugoslavia.
Arturo siempre quiso viajar y hacer aquellas cosas que había descubierto en los libros. Se hizo periodista por accidente, como forma de acceder a todas esas cosas que quería ver, conocer y vivir desde niño. Pero le gustó; se hizo profesional del periodismo y mantuvo esta profesión durante 22 años. La prensa, la radio, la televisión, guerras y más guerras; el Líbano, las Malvinas, el Salvador, Nicaragua, Libia, Sudán, Mozambique, el Golfo Pérsico, Bosnia y más. Sobrevivió 21 años como reportero de guerra, recibió el Premio Asturias de periodismo por su trabajo en la ex Yugoslavia y escribió un libro sobre ese infierno. "Cosas que te quedan, miradas, recuerdos, sensaciones, olores, sentimientos, soledad", diría Pérez-Reverte.
"LA GUERRA ARRASA CROACIA" (TVE)
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"El periodismo me dio cien vidas que no hubiera vivido de tener una vida
normal. En mi vida pasaron cosas que hacen falta varias vidas para que le pasen
a uno juntas, y eso es un privilegio; y además lo puedo contar. Me dio una
visión del mundo, una forma de entender la vida y de aceptar que la vida es lo
que es, que aquí estamos y es un periodo muy cortito; y me enseñó a jugar con
mis cartas y a no ambicionar otras... Me enseñó a despreciar muchas cosas, y a
apreciar otras.
Y la vida como escritor no es más que una puesta en orden; es decir: yo voy a
morir dentro de quince, diez, seis años..., no sé cuántos... La literatura me
ayuda a organizar el tiempo que me queda a mi gusto, a elegir el territorio en
el cual me voy a mover, a organizar las cosas que tengo en la cabeza, los libros
que voy a leer..., y sobre todo me ayuda a estar en paz. Hay muchas cosas que he
hecho mal en la vida, como todo el mundo, y por la vida que llevé hay cosas de
las que no estoy nada orgulloso. Sentarme ante un hecho narrativo, pensar en él,
construir mis personajes, seguir su evolución..., me ayuda a reflexionar sobre
mí mismo, a ver el mundo como a través de una ventana que te diese una claridad
o una definición especial; y entonces me acepto como soy y acepto el mundo como
es; desprecio lo que tengo que despreciar con más criterio, tengo claro lo que
hago y lo que no hago, me ordeno la casa. Pero éstas son cosas muy
personales..., no soy muy de contar sentimientos."
(1)
"El periodismo me quitó muchas inocencias, muchas palabras con mayúsculas, de
ésas que suenan, como Honor, Patria, Bandera, Religión. Me dejó a cambio otras
igualmente útiles, buenas, nobles o dignas. Con eso me apaño, me monto en la
navegación. Pero aún me quedan suficientes para navegar. Cuando uno no espera
nada en la vida, ese día es la muerte, queda hecho un vegetal ahí."(2)
- ¿Y por qué deja el periodismo?
- Porque dejo de creer en él; me doy cuenta de que ya he hecho lo que quería
hacer, que todas las guerras son las mismas; que la televisión en la que empecé
a trabajar es otra y que empiezo a detestar a la audiencia y se nota en mis
crónicas. Con veinte años me hubiera matado por defender la causa palestina o la
mozambiqueña, pero si ahora me matan en Sarajevo todo se reduce a que la
audiencia suba un punto, y no me sale de las narices que la audiencia suba ese
punto.
- ¿Que es lo que pasó para que dejara el periodismo en Sarajevo?
- Pues pasaron muchas cosas. La vida nunca es una cosa la que te decide hacer
otra, siempre hay un montón de factores. Pero sobre todo lo que ocurrió, de
verdad de verdad, fue que yo estaba cansado. Llevaba mucho tiempo siendo como he
dicho un mercenario honesto, trabajando para jefes que no me gustaban, algunos
no me gustaban ni su cara siquiera, ... ni la cara me gustaba de algunos de ellos. Y
eran unos planteamientos políticos entorno a mi trabajo que tampoco no me
gustaban. Y yo ya escribía novelas y estaba cansado, llevaba mucho tiempo …
había perdido fe en un montón de palabras en las que yo confiaba antes y bueno,
estaba cansado y me di cuenta que como periodista no iba a ninguna parte, que
había cosas que necesitaba hacer y no me bastaba un minuto y medio de
telediario, que había cosas que me había estado callando mucho tiempo, que había
fantasmas que tenía que calmar, había remordimientos que tenía que compensar,
había deudas que tenía que saldar incluso conmigo mismo, y como periodista no
podía, no me dejaban, no tenía libertad ni personal ni profesional, entonces
decidí que me iba, que me iba a escribir, que me iba a estar tranquilo; que iba
a ser yo quien decidiera mi trabajo y mi vida, y ajustar cuentas con todo eso.
Ahora en estos años me dedico a poner en orden todo aquello que durante veintiún
años fui echando desordenadamente en una mochila de reportero. Pero sobre todo
ya no creía en la información, ya no creía en lo que yo estaba haciendo. Yo
estaba en Sarajevo y me decía esto no vale para nada, llevo aquí tres meses o
tres años contando lo mismo todos los días y sigue Solana riéndose y besándose
con el serbio en la boca, si esto no cambia nada, no? Por eso Solana me cae tan
mal, pero no porque el hombre me haya hecho alguna cosa, sino porque para mi
Solana es Sarajevo, es la impotencia de Europa frente a los canallas, esa
impotencia que ahora se repite otra vez en Israel y en todas partes. Esa vieja
Europa cobarde y cómplice por cobardía, cómoda que mira siempre hacia el otro
lado y no quiere ver más que cuando ya le empujan mucho y ella dice que no, que
sea el norteamericano quien nos solucione el problema. Eso lo vi allí y eso me
asqueo mucho y me dejó muy mal cuerpo y yo ya me sentía cómplice y dije: se
acabó, me voy, no quiero saber nada, se acabó mi vida como reportero.(3)
"LA PALESTINA DE EUROPA" (TVE2) 1992
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- ¿Hay algún tipo de nostalgia del periodismo?
– Ya no influye en mi vida. Es algo que me formó y no reniego de nada de lo
que he hecho, pero lo había agotado en lo personal. No me hacía latir. Y es en
concreto el periodismo actual lo que me hacía sentirme quemado. El teléfono
móvil mató a los amantes, los marinos y los
reporteros. Ahora hago lo que quiero hacer y sé muy bien lo que hago.(4)
Hay cosas que pude haber evitado y no evité, estaba demasiado ocupado filmando,
la hora, el reloj, no eran más que elementos de mi trabajo, no eran seres
humanos, el día que empezaron a ser seres humanos dejé el periodismo, el día que
fui a verlos como parte de mi mismo, que la sangre era mi sangre, el niño era mi
niño, que la mujer era mi mujer, que su horror era mi horror, ese día comprendí
que tenía que irme, que ya no podía ser un mercenario honesto, que ya sería un
mercenario deshonesto ante mi mismo, entonces dejé de hacer periodismo.
(5)
Yo no fui periodista. Fui reportero, que es otra cosa. No digo que una cosa
sea mejor que otra, pero es muy distinta. Yo era un cazador; podría haber cazado
animales, obras de arte, pero lo que cazaba eran imágenes. Yo sabía cazar vida.
Mi periodismo era el reporterismo. Cuando dejé de ser reportero dejé el
periodismo. No había nada que yo quisiese hacer. Nostalgia de mi trabajo no
tenía, tenía nostalgia de mi juventud. Además, de esos lugares por los que yo
transité no puedes tener nostalgia. Ni de Sarajevo, ni de Beirut. Sentí
nostalgia de cuando era joven y había chicas y viajes, y adrenalina y aventura.
Eso sí. Pero nostalgia de reportero, no. Lo dejé porque estaba asqueado. Muy
harto. Harto de ser un mercenario honrado. Así que me fui. Y tardé diez años en
poder escribirlo. Necesitaba distancia. (6)
- ¿Cómo fue el día de su retiro?
- Bueno fue en Sarajevo, estuve tres años ahí, y fue la ultima campaña que
hice y dije "ya está, ya está, ya está, ya no soy feliz aquí, ya no justifica,
ya no me siento justificado, ,mi trabajo no justifica que esté aquí sin hacer
nada" y dije ahora voy a contarlo a reflexionar sobre todo eso, escribí un libro
que se llama Territorio Comanche en el cual me despedía del periodismo y me hice
escritor y me dediqué a navegar y a escribir que es lo que hago ahora. (5)
"1993 ENV. ESP. MEDJUGORJE (BOSNIA)" (TVE)
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- ¿Qué le negó el periodismo?
- Inocencia. Cuando salí al mundo creía en un montón de cosas, creía que el ser
humano es bueno y la sociedad lo hace malo; descubrí que es al revés, que el ser
humano es malo y a veces la sociedad lo hace bueno. Vi cosas que se me quedaron
como fantasmas, que me acompañan a veces. Sobre todo, vi que el hombre es igual,
no hay negros ni blancos sino que hay gamas de grises y que todos tenemos
rincones oscuros, que el ser humano es muy complejo y que hay una cosa que se
llama soledad y horror, que al final te golpea, tarde o temprano. En realidad,
creo que la vida no es más que un esfuerzo del hombre por dotarse de aquellos
elementos, de aquellas armas o defensas que le permiten soportar la soledad y el
horror que al final golpean siempre. (2)
El mundo ha cambiado. Cuando empecé, a los 20 años, era un reportero; era diferente. Ahora la televisión se ha convertido en un espectáculo y la gente mira Sarajevo, mira Bosnia, mira la telenovela de la tarde y a veces ni siquiera distingue lo que es real de lo que no es real. Me di cuenta de que la audiencia se está anestesiando. Mis jefes me pedían cada vez más mujeres violadas, niños violados, espectáculo, y cada vez menos información. Me di cuenta que era el momento de irse, no por honestidad sino porque no era mi televisión, no era mi mundo. Yo había vivido en otro mundo durante 20 años, para mí lo importante es una noticia, no que un niño me contara cómo lo habían agarrado seis serbios y lo habían destrozado. Al final decidí que era el momento de irme, que tenía mis libros, mi velero, el mar y un montón de cosas en la cabeza. Ese no era mi periodismo, me lo estaban cambiando.
El papel de los políticos suele ser infame en casi toda las partes, pero en la guerra se nota más. Un error o una negligencia, una incompetencia, en un país en tiempo de paz produce efectos graves y a veces no, pero en la guerra siempre es grave. Entonces, la guerra, yo creo que ha sido un cúmulo continuo de despropósitos, de timideces, de estupideces, de ignorancia de la realidad concreta, de hablar de un mundo utópico que nada tenía que ver con el mundo de cada día allí; y bueno, a veces estabas allí, venías de un día de esos en que había habido 20 muertos y 50 heridos, y de llevar gente en el coche nuestro al hospital, ponías la televisión satélite para transmitir y resulta que te salía el ministro de Exteriores español hablando de una Yugoeslavia que no tenía absolutamente nada que ver con la realidad, diciendo "no, esto está bajo control", todo eso dos años antes que terminara la guerra. Y bueno, eso te crea una especie de desprecio profundo, te crea un estado de indignación, de cabreo como decimos allí, que es muy difícil luchar con eso para que no se te note a la hora de trabajar en las crónicas. Entonces, a veces se me notaba. Y, eso, también contribuía, en cierta forma, a que yo me fuese del periodismo. Eso contribuyó a hartarme, un poco, de un montón de cosas de las que me harté. (7)
- ¿No piensa volver al periodismo?
- No, he sido periodista durante mucho tiempo y fui muy feliz pero llegó un
momento en que la literatura no era compatible con la profesión. Aprovechando el
éxito de Territorio Comanche me marché y no me arrepiento. Ahora ajusto cuentas
con el mundo... mis novelas son eso, ajustes personales... (8)
Escribir es un intento por ordenar el mundo y por comprender. Así evito ser cómplice. Desde la literatura puedo atacar lo detestable. Sobre todo, me consuela y actúa como un analgésico para el dolor. Me duele mucho no sólo lo que he visto, sino también lo que he hecho, porque como periodista no fui una hermanita de la caridad. Admite que su vieja profesión en las trincheras le dio cosas buenas y malas. Me hizo descubrir la solidaridad, la amistad, la compasión, y me hizo cambiar los valores. El periodismo ha dejado de ser lo que era o, mejor dicho, ahora se sabe lo que era: un arma de manipulación. No conozco a ningún propietario de medios que trabaje por amor a la información. Asumí, como parte de la realidad, que somos juguetes en manos de los poderosos. Pero ya no soy un mercenario honesto, reflexiona. (9)
- ¿El reportero nunca muere?
- No muere, pero se jubila, en realidad ya no me siento periodista, lo fui
mucho tiempo, es como los curas o las prostitutas, hay cosas que imprimen el
carácter para siempre, no puede ya uno ver el mundo de la misma manera, el
periodismo me dejó una forma de mirar que es evidente, lo que pasa es que el que
yo haya sido reportero en países en guerra es un género brutal, rápido y directo
que se resumía en minuto y medio de una nota en el tele-diario, y ahí no hay
lugar para la reflexión ni para la profundidad mientras que la novela es otra
cosa, significa pensar, meditar, reflexionar, calibrar los personajes y, sobre
todo, crear mundos de ficción.
(10)
Como periodista he tenido tres etapas. En los primeros tiempos fui un mercenario honrado. Sentí muy pronto que podría convertirme en uno deshonesto. Porque siendo reportero de guerra te encuentras más preocupado por la hora de tu retrasmisión que por lo que pasa delante de tus ojos. Hay cosas que haces y que no deberías de haber hecho y otras que deberías de haber hecho y no has hecho. Para ser franco conmigo mismo, tengo que reconocer que vivo con ciertos fantasmas, sucesos de los que no estoy particularmente orgulloso. Me solía salvar buscando determinadas justificaciones: estaba cumpliendo con una tarea peligrosa, haciendo un trabajo útil. lentamente el periodismo se ha convertido en otra cosa. La guerra del Golfo fue la guerra espectáculo. Se necesitaba una imagen sensacional, fuera de lo común, un choque, un scoop, poco importaba la verdad, la realidad, la honestidad del reportaje. Hacía falta una mujer violada, un criatura desfigurada, un anciano agonizante... Resumiendo, pude morir en Beirut a los veinte años, creyendo que el periodismo era muy importante para la civilización; en El Salvador, con treinta, cuando me ganaba la vida arriesgándome diariamente; en Sarajevo, con cuarenta y cinco, para conseguir un punto de audiencia suplementario al telediario de las 20 horas. Es el contenido de mi libro Territorio comanche. Si se lee atentamente este libro se comprende enseguida por qué no quería ya dedicarme a esta profesión. (11)
"CORAZÓN AZUL: LA GUERRA QUE AVERGUENZA A EUROPA" por A.P-R. (09.01.94)
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"LA COBERTURA PERIODÍSTICA DEL SIGLO XX" (MÉXICO) 1999
(o pincha aquí para descargar la conferencia)
NOTAS
1. "La literatura me ayuda a estar en paz" (ABC Cultural) 21.08.00 por María Luisa Blanco
2. "El Español Arturo Pérez-Reverte presenta "La Carta Esférica", su última novela" (RADIO EL ESPECTADOR) (Uruguay) 16.05.00 por Diego Bernabé
3. Entrevista radiofónica "HOY ES DOMINGO" 21.04.02 por Concha García Campoy
4. "Mis novelas me ayudan a asumir los
errores" (TRIBUNA DE SALAMANCA) 09.10.02 por Óscar Rodríguez
5. "Entrevista con Arturo Pérez-Reverte" (IMAGEN INFORMATIVA) (México)
15.10.02
6. "Soy un lector que escribe libros; si fuera
sólo escritor estaría muerto" (EL PAIS) 30.09.07 por Juan Cruz
7. "De corresponsal de guerra a escritor de best-sellers" (RADIO EL
ESPECTADOR) (Uruguay) 26.11.96 por Diego Bernabé
8. "COSMOPOLITAN" por Malu Zamora
9. "La pluma que voló desde la trinchera" (LA NACIÓN ONLINE) (Argentina) 03.05.098 por Susana Reinoso
10. Entrevista publicada en Zetatijuana (México) por Gabriela Olivares Torres
11. "Mi verdadera patria es mi infancia" (MAGAZINE LITTERAIRE) Junio 2000 por Gérard de Cortanze
ALGUNAS IMÁGENES DE SU ÉPOCA EN LOS BALCANES