“Pasiones
de escritor, verdades literarias" |
Jueves, 19 de junio de 2008
Mario Vargas
Llosa, Arturo Pérez-Reverte y Javier Marías reflexionaron en La Magdalena sobre
su obra, el papel del narrador y «la literatura que enseña a vivir» en la
clausura de 'Lecciones y maestros'
JOSÉ CARLOS ROJO
Hubo
tres asientos para un trío de ases. La sede santanderina de la universidad no
podía dejar escapar la oportunidad de reunir en una misma sala al grupo de
primeros espadas de la literatura. Y lo consiguió, Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte
y Javier Marías hicieron balance de lo que han sido estos tres días de
encuentros en la Torre Don Borja de Santillana del
Mar. Horas hablando de la propia obra, escuchando la manera en la que los
compañeros ilustraban sobre la suya y, «corrigiendo el título de lo que ha sido
esta actividad - 'Lecciones y maestros'- aprendiendo del único y verdadero
maestro, que es Mario Vargas Llosa», afinó Reverte.
Los tres
autores, conducidos por los interrogantes del periodista y también escritor
Juan Cruz, reflexionaron sobre su obra, el papel del escritor y «la literatura,
que enseña a vivir y revela que la vida real está mal hecha».
Todos
coincidieron en lo enriquecedor de estos encuentros, pero también en lo
embarazoso que puede resultar una cita en este tono, en la que el escritor es
sacado de su ambiente natural, «las teclas», para abordar otro que le queda un
poco lejano, el comentario de la propia obra. Una situación que, tras las
palabras elogiosas de Reverte, encontraron la réplica irónica del maestro
Vargas Llosa: «a esto me refiero cuando hablo de la servidumbre de las
humillaciones que sufre la vejez».
A lo largo de
las dos mágicas horas por las que se extendió el coloquio moderado hábilmente
por Juan Cruz, cada literato encontró un espacio para confesar el origen de su
oficio. «Aún recuerdo aquel libro de poesía erótica de Neruda, que mi madre
escondía con cuidado de que no acabara en mis manos. Era un libro prohibido.
Precisamente la prohibición fue el principio de la pulsión que me hizo esclavo
de la literatura», recordó Vargas Llosa. El autor de 'La fiesta del chivo'
reivindico la literatura como «un instrumento que enseña a vivir y prepara para
distintas experiencias, al tiempo que revela que la vida es inferior a la
ficción».
Más reflexivo se
mostró Marías, que explicó la equivocada motivación que lleva a muchos jóvenes
escritores al oficio. «Antes, los que nos queríamos dedicar a esto era porque
realmente lo sentíamos. Ahora parece que prima más la importancia de la figura
del escritor como tal, muy bien considerado culturalmente, sobre la verdadera
vocación, y el gusto por escribir libros». Quién no tenga esto «es mejor que se
dedique a otra cosa, y de esta forma ayudará a liberar un poco de espacio en la
mesa de novedades de las librerías», apuntilló Reverte.
Los novelistas
de generación «casi» compartida, hablaron de la diferente reacción que la
literatura suscitó en sus vidas. «Marías y yo -afirmó Reverte- hemos crecido
devorando los mismos libros, lo que nos diferenciaba eran las aspiraciones.
Mientras él soñaba con describir esas historias que tanto le apasionaban, yo
imaginaba convirtiéndome en su protagonista», lo que más tarde condicionaría el
curso de sus carreras.
Cruz se mostró incisivo e invitó a los narradores a explicar aquello que los llevaba a mantener esa pasión por lo que hacen, esa necesidad de contar historias. «En ocasiones creo que todo esto es cuestión de no encontrar otra cosa mejor con la que pasar el rato», remató agudo Reverte. Más profundo se mostró Vargas Llosa: «realmente son las historias las que permiten continuar con esto. La experiencia que aporta la ficción, mucho más ordenada, mucho más bella que la realidad que nos rodea, es lo que posibilita al escritor, y también al lector, vivir vidas ajenas, experiencias que nunca imaginaría en su propia existencia. Os hablo de esa evasión de la realidad para emocionarnos con otros mundos, aventuras y todo aquello que conforma el hermoso mundo que es la literatura. Sencillamente por eso, merece la pena», concluyó Vargas Llosa.