“Pérez-Reverte
reconoce no saber cuál es el futuro de la novela, pero afirma que le importa
un rábano." |
Miércoles, 18 de junio de 2008
Publicado por Gabinete de Comunicación en Notas
de Prensa.
Santillana del Mar, 18 de junio de 2008. El escritor Arturo
Pérez-Reverte ha reconocido hoy en Santillana del
Mar, Cantabria, que no sabe cuál es el futuro de la novela, pero ha afirmado
que le importa “un rábano” ya que, según sus propias palabras, no es más que
“un novelista accidental”.
Pérez-Reverte,
protagonista de la tercera jornada de la ‘II Cita internacional de la
literatura en español. Lecciones y maestros’, organizada por la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y la Fundación Santillana,
aseguró que su compromiso no es otro que contar las historias que le “apetecen”
de forma “eficaz”.
El autor de
obras como ‘El húsar’ (1986), ‘El maestro de esgrima’ (1988) o ‘La tabla de
Flandes’ (1990) insistió en su discurso titulado ‘La mochila de Jim Hakins’ que no quiere ser “un
referente moral” ni “partero intelectual” de nadie ya que, en su opinión, no es
un teórico, no tiene dogmas que transmitir y no ha sido “tocado por la gracia”.
De hecho,
aseveró que escribe aquellas historias que “cree conveniente contar”, sin
sentarse cada día a trabajar con el “pesado fardo” de la responsabilidad moral
de autor o artista sobre los hombros. “Soy un leal mercenario de mí mismo, de
mis gustos, de mis aficiones, de mis sueños, de mi imaginación, de mis amores y
mis odios”, relató.
El académico de
la Lengua confesó ante el público asistente al Encuentro que a él lo que le
“preocupa” es resolver con eficacia sus propios “problemas narrativos”, algo
que hace escribiendo, “buscando las vueltas”, releyendo y subrayando a la gente
que “supo hacerlo bien”. Un trabajo que, según Pérez-Reverte, le ocupa el
tiempo suficiente como para “no ir por ahí explicando a los demás cómo tienen
que hacer las cosas, ni al lector lo que debe o no debe hacer”.
En este sentido,
añadió que cuando escucha a un autor quejarse del sufrimiento de la creación
literaria “siempre” le dice lo mismo: “Escribir no es obligatorio. Déjalo, no
sufras, no merece la pena”.
Pérez-Reverte
explicó que, para él, el ejercicio de la literatura es “un acto de felicidad,
un disfrute para la imaginación propia y una buena oportunidad de recontar el
mundo a mi manera”. Por ello, advirtió que si un “presunto” novelista no tiene
nada que contar, “lo mejor es que se calle”.
El escritor, que
ejerció durante más de dos décadas como reportero de prensa, radio y
televisión, también se refirió a los creadores de opinión literaria “cuya
memoria empieza ayer por la tarde”, que definió como “cagatintas y analfabetos”
y a los que dijo detestar con “toda su alma”.
Por su parte, el
catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad
de Murcia, José María Pozuelo Yvancos, encargado de
presentar la obra de Pérez-Reverte, se refirió a éste como “un narrador de
estirpe”, al que muchos lectores agradecen que les haya “reconciliado” con la
“sabiduría vieja y tan rara del contador de historias”.
Pozuelo Yvancos elogió también el “compromiso” con el lenguaje de
Pérez-Reverte que, a su juicio, tiene tanto peso en su obra como el “cuidado”
de la narración, ya que detrás de cada novela hay “una exigencia lingüística,
en la indagación léxica, que se llena de vocablos precisos”.
Así, según relata el catedrático, no es extraño encontrar en obras como ‘La piel del tambor’ (1995), ‘La carta esférica’ (2000), ‘La Reina del Sur’ (2002) o ‘El pintor de batallas’ (2006) una “cuidada” forma de reproducir los registros y formas de hablar, ya sean de zonas concretas como los mexicanismos o en el lenguaje de la época, en el caso de que la novela esté ambientada en el siglo XIX o comienzos del XX.