“Arturo Pérez-Reverte regresa con una historia de
amor en el siglo XX” |
Lunes,
3 de Diciembre de 2012
El autor español
acaba de lanzar su última novela, El tango de
por Francisca Babul Guixé -
Todo
comenzó en un lujoso hotel de Buenos Aires. De visita en Argentina, Arturo
Pérez-Reverte (1951) -uno de los escritores de habla hispana más exitosos del
último tiempo- presenció una escena reveladora: un joven bailarín profesional
invitaba al escenario a una mujer madura, pero extremadamente hermosa. Fue
entonces cuando comprendió que, incluso en el tango, las apariencias engañan:
aunque el hombre simule llevar la batuta, ellas mandan.
Obsesionado con
el tema, decidió consagrarle su próxima novela. Sin embargo, a juicio del
propio autor -que en ese entonces recién lanzaba su primer éxito masivo, El
club Dumas-, aún no estaba listo para asumir el desafío. De hecho, escribió 40
páginas y abortó la misión. “Me faltaba mirada. Me faltaban arrugas, canas, que
me dolieran los riñones cuando me levanto por las mañanas. Me faltaba esa
sensación que tiene un hombre de 60 años de que el tiempo se va y la vida se
desmorona”, ha declarado.
Veinte años
después, con varios bestsellers en el cuerpo, la idea
vio la luz. Se trata de El tango de
La historia
arranca en 1928, cuando dos reconocidos músicos hacen una apuesta. Maurice
Ravel debe componer un bolero, y su amigo Armando de Troeye,
un tango. Quien conciba la mejor pieza será homenajeado por el otro con una
cena en el restaurante Lhardy de Madrid o en el Grand
Vefour de París. Decidido a ganar, De Troeye se embarca en Cádiz rumbo a Argentina, para
empaparse del ambiente porteño. Lo acompaña su esposa, Mecha Inzunza, una hermosa e inteligente mujer de la alta
sociedad, hija de un empresario granadino. A bordo del Cap Polonio, la pareja
conoce a Max Costa, un bailarín y ladrón de guante blanco criado en los
arrabales de Buenos Aires. Lo de Max y Mecha fue un amor a primera vista. Como
el de Jack y Rose a bordo del Titanic. La diferencia está en que el barco no se
hunde y ambos vuelven a toparse una década después, en medio de un complot de
espionaje en la ciudad de Niza, con
“Por razones de
estructura literaria, comencé en los años 20 y concluí en el 66. Son tres
décadas muy importantes. Tres momentos de transición que vienen muy bien para
montar la historia”, declaró el creador del capitán Alatriste
en la presentación del libro, en Madrid. Sin renunciar a la acción y suspenso
que lo caracterizan, Pérez-Reverte se atrevió esta vez a describir una
verdadera historia de amor y sexo en tres actos. “El tango es la manera musical
más evidente de manifestar el sexo entre un hombre y una mujer vestidos. Y eso
me ha hecho dedicar muchas horas a pensar sobre el tema”.
Pero no sólo el
tango lo mantuvo ocupado. Pérez-Reverte se preocupó de visitar cada escenario
donde se desarrollaba la novela y de estudiar a fondo las modas, músicas y
lecturas propias de cada época. El proceso le tomó casi dos años y -en parte
para apaciguar la curiosidad de sus seguidores- fue publicando en internet diversas anotaciones en torno al proceso de
construcción del libro.
Fiel a su
estilo, en El tango de