“El mayor premio es que una mujer superior te mire
con admiración” |
Martes,
11 de Diciembre de 2012
RAFA LÓPEZ - VIGO
Veinte
años no es nada, cantaba Gardel, pero le han servido a Arturo Pérez-Reverte
para tornar febril la mirada y volver sobre la historia de "El tango de
Las buenas críticas con que ha sido recibida la novela y el perfil público del escritor -activo cada domingo en Twitter- se correspondieron con un lleno total. Cerca de un centenar de asistentes no pudieron entrar en la sala al haberse completado el aforo. "Es la primera gran novela de amor de Pérez-Reverte; sobresaliente, redonda... la mejor", opinó Rafa Valero, buen conocedor de la obra del cartagenero.
La historia de Mecha Inzunza, una mujer hermosa e inteligente, y de Max Costa, un rufián simpático que trabaja como bailarín mundano y vive a costa de las mujeres, se gestó -como quedó dicho- hace más de dos décadas, cuando Pérez-Reverte presenció un tango en el que "la estrella era ella, una mujer muy bella y muy serena a sus cincuenta y tantos. La historia se presentó antes de tiempo, fue prematura, y ha estado veinte años cociéndose a fuego lento", comentó.
De largo
recorrido es también la trama narrativa, que pasa por el Buenos Aires de 1928,
El tango
"de
Mecha Inzunza, que está casada con un compositor español, Armando de Troeye, descubre el lado oscuro de sí misma y conoce a Max Costa a través del tango. "La única tentación seria es la mujer, todo lo demás es negociable", recordó Pérez-Reverte, en frase que atribuyó al conserje de un hotel.
El escritor se mostró convencido de que hombre y mujer no son iguales. "La mujer es superior, genética y biológicamente -sentenció-; posee grandes reservas de coraje moral, de inteligencia y de intuición. Y el mayor premio es que una mujer superior te mire con admiración y respeto".
Aseguró que, desde que publicó "El húsar", a mediados de los ochenta, siempre escribe "la misma novela, la de un soldado perdido en territorio enemigo, cansado de caminar", y que la mujer es ese soldado en tierra hostil que "sabe que cada derrota puede ser la última". "El hombre tiene más capacidad de autoengaño: el fútbol, el sexo, la guerra, los amigotes... La mujer ha estado callada durante siglos viendo la estupidez del hombre y ha generado un montón de certezas amargas".
Añadió que los hombres ya han sido protagonistas a lo largo de 3.000 años de literatura, "de Ulises a 'Mad men'", y que ahora toca escribir sobre las mujeres del siglo XXI que, al contrario que Ana Karenina y Madame Bovary, no viven en función del hombre. "Una mujer puede cerrar un negocio de millones de dólares y a la vez pensar en su hijo que tiene fiebre. Ver esa transición es fascinante", apuntó.
Como todas las
novelas de Pérez-Reverte, "El tango de
Las detalladas descripciones no suponen un mero ejercicio de preciosismo documental, aclaró el autor: "Ahora somos muy ordinarios encuanto a maneras, ropa y moda, pero hubo un tiempo en que la forma cómo se sentaba una mujer daba mucha información sobre lo que era esa persona". Recordó que sus abuelos nacieron en el siglo XIX y que su padre era "un muy buen bailarín de tangos".
Esas maneras de
las que habla Pérez-Reverte corresponden a una sociedad barrida por
En torno a su quehacer literario, Arturo Pérez-Reverte se definió no como un artista, sino como "un profesional que cuenta historias, con una estructura y una planificación". El oficio del novelista, destacó, es "preparar una emboscada al lector" para que no escape de la lectura.
"El tango
de
Eso sí, que el lector se mueva por la estructura de la novela con naturalidad, sin fijarse en el andamiaje construido durante dos años por Pérez-Reverte: "No quiero que el lector se admire por la transición entre un tiempo narrativo y otro. Si el lector se da cuenta de lo listo que soy, es que no he sido listo".
"Hay gente que viene a verme asustada
por si les insulto, pero soy correctísimo"
Habló Pérez-Reverte de ese proceso novedoso, a través de su página web, en el que ha ido deslizando, calculadamente, algunos elementos de la novela en construcción, sin desvelar la trama ni desnudarse. Para alguien como el escritor cartagenero, que gasta un teléfono móvil sin conexión a internet, la red le permite devolver a los lectores parte de lo que le dan: "Estoy en deuda con quienes me leen y siento cierto remordimiento -aseguró-. Todos los días me llegan correos electrónicos y cartas que no puedo contestar. Las redes sociales me permiten corresponder un poco, que el lector sepa que no soy indiferente a su interés. En el fondo soy un buen chico", dijo entre risas.
Además de corresponder a quienes le permiten "vivir bien de la literatura y tener libertad", pudiendo viajar al extranjero para preparar sus novelas, internet le sirve al escritor desahogarse. Cada domingo entra en lo que llama el "bar de Lola", su espacio virtual en Twitter. Al igual que hace en sus columnas semanales, adopta un "personaje gruñón" que le permite "soltar presión". No es el Pérez-Reverte real, al menos no en las formas. "Hay gente que viene a verme asustada, a ver si les llamo hijos de puta -confesó-. Pero soy correctísimo y fui muy bien educado".
"Necesitaba que la carnalidad fuese
evidente"
La última novela de Arturo Pérez-Reverte contiene escenas de sexo explícito narradas sin caer en la vulgaridad. El sexo llega a ser violento -los protagonistas no hacen el amor, se acomenten-, aunque "no siempre es él el violento", puntualizó el autor, que recordó que otras de sus novelas incluían pasajes sexuales. Hay incluso situaciones de sexo a tres, sadomasoquismo y voyeurismo. "Necesitaba que la carnalidad y la turbiedad del sexo fuesen evidentes para el lector", explicó el escritor. "La carnalidad es fundamental para entender el despojo de los amantes que se reencuentran décadas después, con las carnes menos prietas y manchas en la piel".
"Cambié a Dios por el ajedrez"
La protagonista femenina, Mecha Inzunza, la describe el escritor como "una mujer inteligente y bella que descubre sus lados oscuros".
Otro de los
elementos presentes en "El tango de
Sin embargo, Pérez-Reverte se declara un pésimo jugador: "soy demasiado imaginativo e inquieto para el ajedrez".
Rafa Valero con Arturo Pérez-Reverte