“Creo que |
Viernes,
23 de Noviembre de 2012
SOCIEDAD ARTURO
PÉREZ REVERTE
POR CARLOS SALEM
Al
entrar en el lujoso hall del Hotel Palace de Madrid,
uno puede sentirse como el protagonista de la ultima novela de Arturo Pérez
Reverte, El tango de la guardia vieja : un argentino que lleva tanto tiempo fuera que ya es
un poco de todas partes. Pero Max Costa ha sido más que eso: legionario en
Marruecos, bailarín mundano para entretener a señoras ricas, chófer de
millonario y, especialmente, ladrón de guante blanco.
La sensación
vuelve al recorrer el pasillo alfombrado, que bien podría ser el del lujoso
transatlántico en el que Max conoció en 1928 a Mecha Inzunza,
mujer joven, casada y apasionada, con la que inició un amor que duró 40 años y
empezó, quizás, cuando bailaron juntos un tango en un salón vacío del Cap
Polonio. Un tango sin música, porque la melodía salía de sus cuerpos y sonaba a
deseo.
En la suite me
espera el hombre que los fue escribiendo en su mente durante mas
de veinte años. “Empecé esta novela en 1990 -reconoce Pérez Reverte- pero a las
cuarenta páginas el instinto de escritor me dijo que no era el momento. Es la historia de un amor que pasa por todas
etapas, incluida la distancia. Y también habla sobre los estragos que provoca
el tiempo. Y es una novela que no puedes
escribir con 39 años”. El autor conserva las maneras de los años en que
fue corresponsal de guerra y testigo no protegido de los conflictos mas importantes. Elegir por cual vereda es menos peligroso
caminar, intuir donde puede haber un franco tirador, y saber que es más seguro
estar en movimiento que dormirse en la trinchera. “Todas mis novelas
transcurren en territorio hostil, y en este caso es el amor entre una mujer
inteligente y un hombre intuitivo y listo. Todo lo demás, la aventura, el
espionaje, son un telón de fondo para que ellos bailen”.
Porque este libro
tiene ritmo de tango y el barco aquél se dirigía a Buenos Aires, que para Pérez
Reverte es territorio amigo, “donde estoy en mi casa siempre, por la cantidad
de amigos que tengo allí, y por lo que he vivido”.
Durante esos
años de relación con
Un país como
Argentina merece mejor suerte de la que tiene, y mejores políticos de los que tiene ”. Aunque todo empezó antes, mucho antes, con un padre
que era un excelente bailarín de tangos. “Uno de mis recuerdos de infancia es
verlo cantar un tango mientras se afeitaba”, evoca el novelista, que no heredó
la pericia paterna para el dos por cuatro, aunque lo intenta, “porque los hombres
se dividen en los que miran y los que bailan. Yo soy de los que miran, pero se
quedan de pie”.
Sin embargo,
durante la primera mitad de su vida, bailó, a veces con la más fea, bajo fuego
cruzado, ya fuera en Chipre, el Golfo Pérsico, Malvinas o Sarajevo. Un día, en
1994, se hartó de la burocracia de Televisión Española y dimitió, cambiando un
oficio de incertidumbre por otro. Y no tuvo mala puntería en su apuesta por
combinar calidad literaria con acceso a un publico masivo: es uno de los
autores españoles mas vendidos en el mundo, casi la mitad de sus veintitantos
libros han sido llevados a la pantalla, y desde 2003 es miembro de
“El tango puso
música al primer tercio del siglo pasado, y ademas es
el sexo, vestido y en vertical, tolerado socialmente. Y aunque parezca que lleva
el hombre, es ella la que está tejiendo una telaraña, con su inteligencia, con
su instinto, con su carne y su talento”.
Porque la mujer,
la mujer inteligente y decidida, es el protagonista verdadero de la novela,
encarnada en Mecha, inolvidable porque no teme recordar. “Ella es inteligente,
ese tipo de mujer superior, no importa cual sea su origen de clase, frente a la
que el hombre más inteligente siempre es inferior. Conseguir el interés de una
mujer así es el mayor premio al que se puede aspirar”.
Termina la entrevista y mientras me pierdo buscado los ascensores, jugaría que he visto al pasar junto a una puerta abierta, a una pareja bailando un tango silencioso, que no se acaba nunca y siempre vuelve a empezar.