“Arturo Pérez-Reverte, enamorado” |
Martes,
4 de Diciembre de 2012
XAVIER GRAU
El escritor
cartaginés proyecta su siguiente novela entregada a la esencia femenina, épica
y literaria de su heroína definitiva
El macho-alfa de
la literatura española, Sergio Vila-Sanjuán dixit, ha
caído enamorado a los pies de la protagonista de su última obra, El tango de
El escritor
cartaginés proyecta su siguiente novela entregada a la esencia femenina, épica
y literaria de su heroína definitiva: Mecha Inzunza.
No se alarmen. Llegarán nuevos Alatristes, pero tal
vez ya no serán lo mismo a fuerza de compartir querencias con esta heredera de
un imperio de aguas minerales que nos pone a todos ante el espejo de la vida,
del amor y de la memoria.
A su creador el
primero, lo cual asoma con más peligro en una historia que la propia editorial
Alfaguara encuadra así: «Una pareja de jóvenes apuestos, acuciados por pasiones
urgentes como la vida, se mira a los ojos al bailar un tango aún no escrito, en
el salón silencioso y desierto de un transatlántico que navega en la noche.
Trazando sin saberlo, al moverse abrazados, la rúbrica de un mundo irreal cuyas
luces fatigadas empiezan a apagarse para siempre.»
En algún lugar
dejó dicho Pérez-Reverte que preparaba su retirada literaria con dos nuevas
aventuras de su Alatriste en París y Roma. Pero este
recreador de universos perdidos y de personajes de compleja nobleza y
reivindicativa gallardía ha sido vencido por el romanticismo: “Eso nunca, por
Dios; no soy Corín Tellado”, suelta en el auditorio
barcelonés de
La frase suena a
alerta para los lectores de un escritor que aparenta controlar todo su mundo
pero que ahora se muestra dominado por sus criaturas. ¿Es la confesión
definitiva donde se confunden autor y personajes? ¿Es la rendición del gran
guerrero que nunca quiso que le cogieran vivo? De entrada, el nuevo proyecto
embrionario pero ya anunciado de Pérez-Reverte indica que lo mejor está por
llegar para crear, tal vez, la cruz en femenino de su héroe espadachín.
Así, este
Pérez-Reverte más serio y más pausado de lo que parece, menos provocador y
bullanguero de lo que se le define y más tímido y padrazo de lo que presume,
parece conjeturar ya la réplica reverteriana y
troyana a lo del sombrío de Grey –“una porquería que me recuerda a los relatos
eróticos del viejo “Lui” que escribía el amigo Manolo
que estaba en el paro”.
El amigo Arturo
–perdón por las confianzas, patrón- ha caído en sus propias redes y en lugar de
amueblar él los lugares fantásticos, finiquitados y elegantes de su última
novela, ha sucumbido a los encantos de su rotunda heroína. La mira con ojos de
cordero degollado, la siente próxima e inalcanzable a la vez, la desea con el
ansia de lo imposible y, además, se siente dueño de los destinos imaginarios de
ella. ¿Y eso es lo que le da pavor al escritor de Cartagena? ¿O ha generado
esta Mecha un miedo atávico en el hombre Arturo?.
Vaya preparando,
maestro, una ampliación de este blog divertido y guasón desde el que ha contado
la construcción de su última novela (http://novelaenconstruccion.com/); porque
el El tango de
Esta Mecha Inzunza guapísima, estilosa y geométrica puede hacer
esperar a un Alatriste que Pérez-Reverte ha dejado a
las puertas de Barcelona en posición de ataque –¡manda
huevos decirlo horas después de las elecciones catalanas!-. Y miles de lectores
estarán ahí para leerlo y escucharlo de boca de este escritor y marino que se
reclama eficaz contando historias. Y lo es. A fe de Dios –y de nuevo pido
perdón, patrón-.
Sí lo es creando
un mundo imaginario y ya pasado que de tan real asusta porque engancha al autor
mismo que, pocos días después de la presentación de su obra lamenta: “Mi
imaginación se apropió de ese mundo para siempre, y ya nunca podré mirarlo con
la inocencia de unos ojos libres”.
El tango de
Sea como fuere,
la ambición, la maestría y la pirotecnia detallista de esta novela pueden
acabar con el mito Pérez-Reverte: ese escritor ácido y articulista destroyer que sólo escribe de batallitas, espadachines e hijoputas. Y a la vez, esta obra la confirma como lo que él
se pretende (¿para esconder su timidez, tal vez?), un autor mayúsculo, valiente
y, sobretodo, muy profesional, además de joven. Y léase esta juventud en el
universo reverteriano cuando reza que “uno sólo es
joven en vísperas de la batalla”. Y Pérez-Reverte, en vísperas de la refriega
definitiva contra y con Mecha Inzunza, puede estar a
las puertas de entregarnos –antes de dos años- su gran obra definitiva, la que
nazca de El Tango de
¡Ah! Y para los
más agoreros, si no lo consigue, por lo menos habrá planteado batalla y tal vez
conseguido atraer sobre sí la mirada definitiva de la mujer universal e
inalcanzable que a todos se nos fue. A esas horas, y en cualquier caso, la
batalla estará ganada si damos por sentado que la única batalla que se pierde
es la que no se libra y que El tango de
¡Ay! el amor. Ha escrito este académico atípico que los barcos se pierden en tierra y dentro de poco se descubrirá él mismo confesando que los literatos duros se encuentran, siempre y aunque no quieran, en la mirada ancestral de su Andrómaca particular. ¡Quién lo iba a decir!, don Arturo, en estos tiempos de Zara, Red Bull y Marina d’Or.