“Pura evasión en tres épocas” |
Domingo,
13 de Enero de
2013
FERNÁNDO PÉREZ ÁVILA
La nueva novela de Pérez-Reverte recuerda al folletín y basa su éxito en los personajes.
Ya
se sabe que Arturo Pérez-Reverte es un fijo en las listas de ventas, que es el
escritor español que más novelas vende, una bomba de oxígeno para el negocio
editorial, maltratado últimamente por el precio del papel, la crisis y el
pirateo del libro electrónico. Su nombre es garantía de éxito y esta vez sólo
se ha visto superado en ventas por Cincuenta sombras de Grey. Claro que en el
tercer puesto está Jorge Javier Vázquez, así que todo esto de las listas es tan
relativo...
Si usted es
seguidor del escritor cartaginés y aún no se había comprado su última novela
por sus propios medios, es más que probable que los Magos de Oriente hayan
dejado en su casa un ejemplar de El tango de la guardia vieja. Si Pérez-Reverte
no figura entre sus gustos literarios y los reyes de la ilusión le trajeron el
regalo equivocado, igual esta reseña, si la quiere seguir leyendo, le sirva
para darle una -merecida- oportunidad.
Esta vez
Pérez-Reverte cuenta una historia de amor, la del bailarín Max Costa y Mercedes
Inzunza. Lo hace en tres tiempos, en tres momentos
distintos de la historia: un crucero por el Atlántico con el Buenos Aires de
los años 20 como destino;
El autor no
avisa de dónde sitúa la narración en cada momento. Obliga así al lector a
adivinar si está en Argentina, en Francia o en Italia. Si a
Son, sin duda,
los personajes los que sostienen la novela. Max Costa puede ser la creación más
compleja -y también más completa- de Pérez-Reverte desde aquella Teresa Mendoza
de
El tango de la
guardia vieja tiene mucho de folletín. Mercedes Inzunza,
Mecha, es la némesis de Costa. Rica, hermosa,
elegante, la historia de amor entre ambos está condenada al fracaso desde el
principio. Y no porque ella fuera la señora de Armando de Troeye,
un compositor que viaja a Argentina en busca del tango antiguo, el que se baila
en los locales de mala muerte, metiendo pierna y cintura y con quiebros y
cortes. Quería componer el tango perfecto por una apuesta con Ravel después de
que éste revolucionara las formas del bolero.
Se mezclan el
amor y la infidelidad con los espías y con el mundo del ajedrez, convertido en
esta novela en el deporte más sucio del mundo por mucho que de cara a la
galería se guarden las formas. Ha dicho en varias ocasiones Pérez-Reverte que
es una obra que concibió hace veinte años pero que no se atrevió a escribirla
porque le faltaba una mirada más reposada, más propia de la vejez, quizás para
comprender ese último periodo de la pareja protagonista. También ha dicho infinididad de veces que los libros son su guarida, su
refugio cuando algo va mal. El tango de la guardia vieja supone justamente eso:
pura evasión. Y habrá muchos que la necesiten para combatir tanta zozobra como
ofrece el momento actual.
Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara. Madrid, 2012. 504 páginas. 21 euros