Arturo Pérez Reverte sacude el polvo a «La Niña» Rodicio
“La verdad es que no pensaba ocuparme del asunto. No cazo ratoncitos a estas alturas, y bastante tiene ya la Niña encima”. Pero Cuando Arturo Pérez Reverte vio publicadas “cinco páginas con entrevista dedicadas a promocionar el libro de la honrada tragafuegos” en El Semanal, donde él escribe cada fin de semana, desenvainó la espada y pensó como Alatriste, su personaje más popular, en una pelea con Quevedo: “No queda sino batirnos”.
El resultado, un flamígero artículo en el que suelta la lengua –o la pluma- en defensa propia y de sus compañeros y amigos de “La Tribu”. “A la pájara se la conoce por la cagada”, dice. Y la verdad es que el académico, el más brillante y mediático de los viejos corresponsales de guerra, reacciona como si la "cagada" de Ángela Rodicio le hubiera salpicado.
”La Niña Rodicio ha publicado un libro autojustificativo en el que, creyendo que la mejor defensa es el ataque, describe el mundo de los reporteros de guerra como un cuento de hadas donde ella, valerosa e incomprendida Cenicienta, se enfrentaba con mucho coraje e independencia ideológica a una chusma de colegas españoles mercenarios, machistas, cobardes, embusteros, fantasmas y sin escrúpulos, que no la soportaban por lo guapa y lo inteligente y lo buena periodista que era y sigue siendo”, comienza Reverte su artículo, titulado “El caso de La Niña”.
Texto que sigue con una dura insinuación sobre la soledad profesional de la que fuera corresponsal de TVE, diciendo que “casualmente, los únicos de quienes habla bien y dice que la apreciaban, Julio Fuentes y Ricardo Ortega, están muertos. Que ya es mala suerte”.
Arturo Pérez Reverte se sacude de encima las infantiles burlas y descalificaciones que Ángela Rodicio le dedica en su libro, “Acabar con el Personaje”, donde decía que “las historietas de Turí (como le denomina a lo largo de todo el texto) podrían llenar una enciclopedia sobre el camelo. En una ocasión, hallándose en Beirut --me lo contaron, partiéndose de risa, unos periodistas locales-- pagó a unos milicianos en un puesto de control para que pegasen tiros mientras hacía su entradilla a cámara delante de ellos. Así parecía que detrás de él se estaba librando una batalla”.
Contesta Reverte con letal ironía que ella habla de “lo que dice que otros le han contado que les contaron”, es decir, “que pasé veinte años pagando a soldados para que disparasen y presumir de tiros, y que en mis tiempos mozos fui, simultáneamente, agente de la CIA y del KGB”.
Y es que ella misma lo contaba en su libro: “Tanto Turí como Mastuerzo (José Luis Márquez) tenían dobles empleos. Me han referido que en la época de Turí en el antiguo diario Pueblo, cuando solía pelearse o tirar máquinas de escribir por la ventana, el director, Emilio Romero, se explayaba a veces:
--Mi única duda sobre él es si trabaja para la CIA o para el KGB”.
“Turí [Arturo Pérez Reverte] parecía realizarse denigrándome, atacando mi edad y mi género, como por ejemplo refiriéndose a mí con el calificativo de "niña" Rodicio”, protestaba la periodista.
Pero es que, según Reverte, “la Tribu nunca la tomó en serio”, y es ahora él quien les aconseja a ellos que sigan en la misma línea: “así que dejadla tranquila, que va apañada. Teclear un libro paranoico se le antojó mejor terapia que un psiquiatra”.
Según relata Reverte, Márquez (el cámara de TVE que trabajó con ella en Israel) no se tomó con tanta filosofía las palabras que Rodicio le dedica en su libro. “Eso mismo es lo que le dije a Márquez cuando telefoneó desde Israel para decirme alucino, colega, esa tía cuenta que la echaron por independiente y objetiva, cuando aquí los palestinos no la podían ni ver porque pasaba de ellos, y no iba a un campo de refugiados ni a una intifada aunque se lo pidieran de rodillas. Ni trabajaba ni dejaba trabajar. Tiene huevos que precisamente ella acuse a la gente de trabajar desde los hoteles. Así que, oye, no sé qué harán Alfonso, Fran y los otros, pero yo le voy a meter una demanda judicial que va a escupir las muelas”.
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