Una de barcos en la orilla de La Caleta
A eso de las cinco y media de la tarde sonaban los altavoces en la playa. «¡Acción, desembarquen!» Con un fuerte viento de poniente que alargó los tiempos se rodó la escena más multitudinaria de las que aparecerán el Alatriste con La Caleta como escenario y el viento, el oleaje y las mareas en su contra.
En los bajos del Balneario de La Palma, cada uno tenía su papel programado: maquilladoras, responsables del atrezzo, figurantes, cámaras... Todos bailaron al son de las órdenes de un relajado Díaz Yanes, que compartía impresiones con Unax Ugalde, Antonio Dechent y Viggo Mortensen durante los preparativos. La escena necesitó de una gran cantidad de personal. Entre 200 y 300 técnicos y 350 extras, que con su caracterización consiguieron que el aspecto del lugar retrocediese 300 años. El elevado número de figurantes hizo que los trabajos de vestuario y maquillaje comenzaran a las 8.45 de la mañana en el Colegio Mayor Beato Díego de Cádiz y no acabaran hasta las 15.00.
En ese momento, los primeros actores anónimos llegaban a la orilla. Una hora después, los caballos, algunos con jinetes y otros tirando de carruajes, salieron a escena y despertaron el interés de los cientos de personas que ya poblaban la barandilla de la playa y la propia arena, debajo del Club Caleta.
Una grúa comenzó a arrastrar las embarcaciones más pesadas hacia la orilla mientras una pequeña zodiac transportaba a algunos extras hasta las 12 embarcaciones fondeadas frente a la playa y tripuladas cada una por tres o cuatro actores. Tuvieron que aguardar lo suyo antes de entrar en acción.
Quedaban por retocar los últimos detalles de la caracterización de los protagonistas. Además, había que poner en posición las dos barcas de vela que transportaban a Mortensen y a Antonio Dechent, pero el oleaje y el viento dificultaron esta operación que necesitó varias remolcadoras y un complicado juego de sogas. Ante la rotura de un amarre, el propio Alatriste tuvo que arrimar el hombro para restablecer el orden. Por si fuera poco, las mareas provocaron que se tuviesen que cambiar los fondeas de las embarcaciones varias veces, ya que quedaban descolocadas.
Cuando todo estuvo preparado, comenzó la escena. Las barcas arrancaron a remar y los barcos de vela llegaron a la playa con sus tripulantes, recibidos por los actores de tierra que poblaban la playa. La vida de un puerto del siglo XVII se activaba en la arena a base de idas y venidas de soldados, jinetes y comerciantes. Íñigo Balboa (Unax Ugalde) recibía a Alatriste con un abrazo y se lo llevaba bajo el Balneario de la Palma. Sin mayores aspavientos.
Así, once veces hasta las 9.15 de la noche para aprovechar todas las horas de luz mientras los figurantes de las barcas de remo esperaban en su fondeo durante horas. Lo que salga en pantalla tendrá poco que ver con aquello que presenciaron los curiosos desde la barandilla. Pero los efectos especiales harán lo demás y el desembarco será mucho más espectacular. Detrás de las barcas reales se podrá ver un galeón que será montado digitalmente y las técnicas de efectos especiales eliminarán todos los elementos anacrónicos.
De hecho, los especialistas encargados de las escenas peligrosas tuvieron ayer poco trabajo. La productora ha contratado dos empresas que cuentan en sus filas con profesionales que han trabajado en producciones de altura como Troya o Alejandro Magno.
Según parece, muchas de las escenas de combate que más tarde serán añadidas al largometraje han sido rodadas en estudios e incluso se han utilizado piscinas para similar las peleas de los especialistas en el mar.
Mortensen ha demostrado durante el rodaje de Alatriste cercanía y familiaridad. Ayer bromeaba con una responsable de vestuario y se mostraba accesible con todos los que le rodeaban. Muchos extras han resaltado la buena relación que mantienen con el actor. Se ha convertido en uno de los suministradores de tabaco del rodaje e incluso llegó a obsequiar a los figurantes con dulces de chocolate y a preparar mate para sus compañeros menos famosos.
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