Un dia de cola por un segundo de gloria
Era domingo, pero no importaba. Levantarse temprano para hacer algo que gusta no cuesta tanto. Y bastante temprano, porque ir a un casting precisa de una serie de preparativos. Una buena ducha para despertar cuerpo y mente. Varias capas de maquillaje -incluso para los más machotes- para disimular las ojeras. Elegir la indumentaria adecuada. Y que no se olvide la foto, una en la que se salga más o menos presentable... Todo por un segundo de gloria.
Las calles gaditanas recibieron ayer con sorpresa a una marea de personas ilusionadas con la posibilidad de verse en la gran pantalla. La selección para formar parte del filme que narrará las hazañas de El Capitán Alatriste revolucionó ayer la capital de Cádiz.
A pesar de que las pruebas para convertirse en extra cinematográfico no comenzaban hasta las 11, los más madrugadores no pudieron esperar y se apostaron a las puertas de la Peña La Perla de Cádiz -lugar elegido para realizar el casting- a eso de las 5 de la mañana. A partir de entonces, un goteo incesante de gaditanos, y otros aspirantes de fuera de la provincia, fue dando forma a una larga cadena humana que bordeó gran parte del Campo del Sur, desde las Puertas de Tierra hasta la Catedral. Miles de personas a las que no les importaba esperar horas de pie y pasar algo de frío a cambio de poder compartir alguna escena con estrellas como Viggo Mortensen, Elena Anaya, Unax Ugalde o Eduardo Noriega, entre otros.
Se buscaba a mujeres de entre 25 y 40 años con buen aspecto, hombres fornidos de entre 20 y 45 años, «hombres de mar» de entre 20 y 45 años (que supieran remar), varones de entre 9 y 45 años (muy delgados), hombres y mujeres de entre 10 y 55 años y personas con amputaciones de brazo y pierna. Un total de 367 figurante s que deberían ser elegidos entre los miles de aspirantes que pasaron ayer todo el día haciendo cola y de los que tan sólo 1.300 pudieron participar en las pruebas. Todas las previsiones se vieron superadas y la agencia encargada de llevar a cabo la selección se vio obligada a acortar la pausa para comer y retrasar una hora el final de las pruebas con tal atender al mayor número de aspirantes posible, la mayoría de ellos jóvenes que robaron horas al sueño y pasaron la resaca a base de papelones de churros mientras esperaban dar el tipo para formar parte de la película de Agustín Díaz Yanes, basada en una de las obras más conocidas de Arturo PérezReverte. Algunos eran ya veteranos en esto de los castings y tenían experiencia como figurantes en la última superproducción de James Bond que convirtió hace dos años la tacita de plata en La Habana. «Ya hice de vendedor de verduras en la de 007 y ahora vengo a ver si consigo sacar algunas pelas con esta selección y, de camino, chuleo delante de mis colegas en el cine», bromea Manuel Camino, vecino del barrio de Puntales.
En Muere otro día se buscaba a extras con aspecto de cubanos, sin embargo, para El Capitán Alatriste se necesitaba a personas con un look no muy lejano al de los contemporáneos de Francisco de Quevedo. Ello descartaba cortes de pelo modernos, mechas y tintes por lo que muchos de los que habían guardado cola durante horas no pudieron, finalmente, participar en las pruebas de selección. Hubo incluso quien, al conocer las exigencias del guión, no dudó en cortar por lo sano y eliminar a golpe de tijera y en la misma cola, las rastas que tanto había cuidado y que ahora se convertían en un obstáculo en el camino hacia la inmortalidad cinematográfica. Otros, en cambio, ya venían preparados de casa y se habían enfundado sus mejores galas para dar buena imagen ante los agotados seleccionadores.
Y, tras horas de espera, a rellenar una ficha con los datos personales, el nivel de conocimiento en artes como el esgrima, la hípica o el manejo de títeres y la disponibilidad para rodar durante tres días en jornadas de 12 horas de trabajo. Una información que, acompañada de una fotografía actual y otra con el correspondiente número de participante, completaban la prueba de obligado cumplimiento para aspirar a convertirse en soldados, artesanos, comerciantes, transeúntes o mercenarios del Cádiz del Siglo de Oro. Ahora, solo queda esperar la llamada que convierta a los elegidos en la envidia del barrio.
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