Foro sobre Arturo Pérez-Reverte
Un lugar de encuentro donde "discutir" sobre la obra del escritor Arturo Pérez Reverte

Salva escribió el día 03/10/2020 a las 12:02
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"Pérez-Reverte cruza el Ebro" por Sergio Vila-Sanjuán (La Vanguardia - culturas)












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Arturo Pérez-Reverte cruza el Ebro


Publica ‘Línea de fuego´ su “novela definitiva” sobre la guerra civil española, ambientada en la peor batalla del conflicto



SERGIO VILA-SANJUÁN 03/10/2020 06:30 | Actualizado a 03/10/2020 06:51

Son casi setecientas páginas, lo que podemos llamar un empeño narrativo monumental. Setecientas páginas para relatar varios días de combates en torno a Castellets del Segre, pequeña e imaginaria localidad de la Franja de Aragón convertida en objeto de deseo de los dos bandos enfrentados durante la guerra civil española en el que fue su episodio más cruento: la batalla del Ebro.

Arturo Pérez-Reverte, consagrado desde hace tiempo como primer novelista histórico español con su saga del capitán Alatriste y sus versiones sobre el Cid Campeador, la batalla naval de Trafalgar y el 2 de mayo, ya había sobrevolado la Guerra Civil. Firmó en el 2015 un exitoso libro divulgativo para jóvenes sobre el conflicto de 1936-1939, que le sirvió también como escenario para un capítulo central de la novela El tango de la Guardia Vieja y dos entregas de su espía Falcó.

Pero Línea de fuego (editorial Alfaguara, a la venta el 6 de octubre) es otra cosa. Por extensión y por su forma de desplegar un elenco de personajes deliberadamente emblemáticos –aunque no estereotípicos– de diferentes perspectivas, ideológicas y personales, sobre el conflicto. Resulta bastante inevitable pensar que Reverte se ha planteado, desde la cima de una larga trayectoria, con la madurez vital y estilística de sus casi setenta años, ofrecer “la gran novela” de la guerra civil española. Su obra definitiva sobre el tema.



“Esa ambición estaba –reconoce el escritor–. Pero sobre todo me ha movido un factor fundamental: existen buenas novelas sobre la guerra, todas escritas desde uno y otro bando: las de Rafael García Serrano, Agustín de Foxá, Arturo Barea, Manuel Chaves Nogales o Max Aub… Sin embargo ninguna se ocupa de algo que en cambio me importa mucho a mí, el choque de los dos bandos en el frente. Se ha hablado mucho de la retaguardia pero poco de quienes estuvieron en el frente luchando de verdad, y que a menudo lo hacían en bandos y a edades que no eran las que les correspondían. La guerra no fue tan sencilla como se ha querido contar. Y establecer un discurso ecuánime, que no significa equidistante, sobre los seres humanos que participaron en ella no se había hecho nunca”.

En los años setenta del siglo pasado, antes y después de la muerte de Franco, en efecto se habló y se escribió muy a menudo acerca de la guerra civil, a medida que la censura iba abriendo la mano. Con abundancia de supervivientes aún en activo, el recuerdo trágico del enfrentamiento constituyó un referente para que los pactos de la transición se articulasen: con prudencia de ambas partes y gene­rosidad, sobre todo, por parte de los que la habían perdido. Se consideró entonces fundamental, como apuntaba Jorge Semprún, que el peso del pasado no se impusiera sobre la esperanza del futuro.



La contienda es por otra parte -lógicamente- un tema recurrente de la narrativa española. Junto a los de autores citados por Pérez-Reverte, hay otros títulos que vienen rápidamente a la memoria: Un millón de muertos , de José María Gironella; Incerta glòria , de Joan Sales; San Camilo 36 , de Camilo José Cela; Soldados de Salamina , de Javier Cercas... La hispanista canadiense Maryse Bertrand de Muñoz censó más de mil novelas que la abordan. El grupo de Investigación Bibliográfica de la Amesde (Asociación de la Memoria Social y Democrática) ha publicado varios repertorios bibliográficos sobre narrativa, en castellano y catalán, de la guerra, el exilio y el franquismo. La resurrección del tema en las últimas décadas ha dado pie al estudio de David Becerra La guerra civil como moda literaria (Ed. Clave Intelectual)

Y es que, en efecto, en los últimos tiempos la cuestión del enfrentamiento de 1936-1939, y otros debates que en la transición quedaron abiertos, han vuelto a salir a la superficie. A veces de manera enconada. No solo en el plano cultural, también en el ámbito político.

“Yo pertenezco a una generación que supo de la guerra de boca de quienes la habían protagonizado: padre, abuelo, amigos... Testimonios directos –manifiesta Pérez-Reverte-. Esa gente se ha muerto o se está muriendo; los integrantes de la quinta del biberón contarían hoy cien años. Al desaparecer el testimonio humano, lo que queda es la ideología. Pero la guerra no puede juzgarse desde la ideología. Sobre el papel parece claro, en el bando bueno estaban los republicanos, en el bando malo los nacionales. Un bando legítimo y otro menos legítimo. Cuando te acercas a la gente, esa claridad se deshace. Mi padre era de buena familia y luchó con los republicanos; mi suegro, de izquierdas, y combatió con los nacionales. Después de tanto oír que allí luchaba el ejército contra el pueblo, o España contra Catalunya, he querido fiarme de la memoria de los que me lo contaron para mostrar una realidad más compleja…”.

La acción de Línea de fuego se despliega en torno a un pequeño núcleo urbano de la Franja, cruzado por la carretera que lleva de Mequinenza a Fayón. Los dos bandos en liza se tirotean o chocan bayonetas en torno a la pasarela sobre el río, los pitones de poniente y levante, las viñas, el cementerio, la harinera…



El creador del capitán Alatriste confiesa haberse centrado en ese momento histórico “porque la batalla del Ebro resultó la más dura de todas las batallas de la Guerra Civil, 20.000 muertos son muchos muertos. A ello se suma el drama de las madres, novias, hijos…, muchos de los fallecidos no tenían aún veinte años. Allí se quema juventud, vigor, esperanza, fue un auténtico holocausto de futuro. Larga y muy sangrienta, constituyó un choque de carneros típico de la guerra de España. En realidad no era para nada decisiva para el desarrollo de la contienda, por eso la gran barbarie tanto de Franco como de los republicanos fue empeñarse en mantenerla hasta el final con un empecinamiento muy español: no me rindo, me mato o me matan”.

La productividad del escritor cartagenero es legendaria. Dos de sus libros más recientes, Sidi y Breve Historia de España , han resultado los más vendidos en España en las categorías de ficción y no ficción del año 2019. Y su nueva novela aparece solo un año después de la dedicada al Cid Campeador.

“Cuando terminé Sidi me quedé muy metido en la temática bélica. Empecé una novela con otro asunto, que ya acabaré. Y un día oigo a un político español hablando de la guerra y de la condición humana, en términos de tanto desconocimiento, que me digo: ‘No puede ser que la memoria de nuestros padres y abuelos, con la que ellos no quisieron envenenarnos, quede ahora reinterpretada y manipulada de vuelta por estos cantamañanas’. Tocaba explicar que no está tan claro quién era el bueno y quién el malo… En mi época de periodista estuve en dieciocho guerras, siete de ellas civiles, y vi a muchos héroes hacer de villanos y a la inversa. Me dio mucho miedo que una memoria que tiene heroísmo, nobleza, ética y lealtad, junto también con cosas y actitudes horrorosas, quede en manos de cierta gentuza, tanto de derechas como de izquierdas. Había que recordar lo que ocurrió de una forma novelada y amena. Y empecé a trabajar. No tenía previsto una novela tan larga, y calculaba acabarla en la Navidad del 2021, pero como por la pandemia he estado sin viajar dispuse de mucho tiempo, diez meses me han cundido como dos años. Desde que soy mayor de edad nunca había estado un mes entero sin viajar”.



La tercera persona del presente brinda un aire de crónica a esta narración de destinos cruzados, donde se alterna el punto de vista de los comunistas, anarquistas, Brigadas Internacionales, legionarios e integrantes del tercio catalán requeté de Nuestra Señora de Montserrat. Así como los muchachos –alguno de quince años– de la quinta del biberón. “La voluntad es caleidoscópica, quise presentar un panorama lo más variado posible. Muchos soldados de ambos bandos iban obligados, tuvieron que apuntarse a filas para que no los fusilaran”.

Destaca, y no solo porque abre la novela, el personaje de Patricia Pato Monzón, diecinueve años, soldado de transmisiones republicana con pistola reglamentaria al cinto y, a la espalda, pesadas mochilas “c on un emisor-receptor, palos de antena, dos heliógrafos, teléfonos de campaña y gruesas bobinas de cable”. Aunque películas como Libertarias han difundido la participación femenina, no es demasiado habitual detectarla en escenas de combate dentro de la literatura de la guerra civil.

“En ese momento concreto de la batalla del Ebro no participó ninguna mujer, ya las habían trasladado del frente y yo me he permitido la licencia literaria –confiesa Pérez-Reverte–. Me invento que intervino un grupo de veinte jóvenes porque me interesaba su punto de vista. No el de la miliciana sin preparación, sino la mujer ya formada en escuelas militares, la combatiente seria”.

Pato junto con el coronel republicano Bascuñana encarnan en Línea de fuego una pareja bastante característica en la literatura de Pérez-Reverte: la de una mujer fuerte, joven y valiente, y un hombre descreído y casi cínico pero también atrevido, noble y leal. Ambos inteligentes y físicamente atractivos.



Otra pareja de personajes con fuerza es la formada por el soldado (a su pesar) nacional Ginés Gorguel, decidido a alejarse cautamente una y otra vez de la línea de fuego, pero siempre obligado a volver, y el moro Selimán, que no hace ascos a un buen tiroteo, ni a arrancar dientes de oro de algún soldado muerto, pero acaba cumpliendo funciones de ángel tutelar para su nuevo amigo. “He buscado que la novela tenga humor mezclado con mala leche, mostrar como a la vez los combatientes cantan, se insultan, se desafían y se matan”, resalta el autor.

La relación detallada de armamentos constituye un alarde: mausers y berettas, carabinas Bergmann Destroyer, ametralladoras Maxim o MG-13, subfusiles MP-28, bombas de mano Citron.

“Para documentarme he recurrido a gran variedad de fuentes. Ya tenía mucho material y he recurrido a expertos y coleccionistas de armas. Incluso compré alguna pieza, como el teléfono de campaña MK para ver lo que pesaba. T ener estas piezas cerca, tocarlas, me da seguridad a la hora de escribir”, argumenta.

Otro clásico de la narrativa revertiana lo constituyen los corresponsales de guerra extranjeros. En este caso, el trío compuesto por Phil Tabb, Vivian Szerman y Chim Langer. “Se trataba de mostrar cómo nos veían a los españoles desde fuera. Para crear a Vivian he tomado elementos de Lee Miller, Gerda Taro, Martha Gellhorn y alguna otra periodista que conocí. En el fotógrafo hay un poco de Robert Capa. Son combinados. En toda la novela solo hay un personaje puro, real, del que explico lo que pasó. No diré quién es”.



Línea de fuego no idealiza la guerra, no la romantiza, ni disimula los terribles excesos que se producen en ambos bandos, los abusos de poder, las brutalidades de toda índole, ejecuciones en caliente, fusilamientos. “Es que todo fue así, no me invento absolutamente nada. Me he documentado muchísimo. Se entiende perfectamente que aquellos combatientes después no quisieran hablar, eran bastantes los veteranos que callaban para no envenenarnos a los jóvenes con el rencor. Y es que en la guerra no hay héroes, hay seres humanos, algunos por la mañana violan y por la tarde se sacrifican por un compañero. Hacen cosas complejas, y eso es la literatura y es también la vida, lo que yo mismo he visto. Cuando hablo de un bote lleno de orejas cortadas es algo que vi en Beirut en el año 1976. Y el tipo que lo llevaba era a la vez un héroe y un hijoputa”.

La experiencia personal del escritor y antiguo periodista aflora igualmente en escenas como las de lucha cuerpo a cuerpo: “Voy a mi memoria, voy a testimonios, y luego le echo imaginación y lógica bélica. Resbalar por los casquillos mojados de sangre es algo que si no lo has vivido no se te ocurre”.

Arturo Pérez-Reverte evoca que lo que más le costó durante la redacción de este libro fue reducir la visión del novelista omnisciente. “En la guerra, los muertos están en off. Tú solo captas una parte, el resto ocurre a tu alrededor pero no lo ves. En el texto también hay que acotar la mirada, porque una visión global no resultaría realista”.

Y así, el punto de vista de los personajes se alterna, inyectando ritmo y vibración a este proyecto literario inmenso, envolvente y, pese a la crudeza del relato, poderosamente fascinante por la trascendencia del momento en que nos sumerge. A través de una acción y una atmósfera bélica hiperrealista bajo las que se dibujan una y otra vez valores característicos del universo literario revertiano: desconfianza de las jerarquías y los discursos; reivindicación del individuo, del valor personal, de la integridad y el coraje.

De aquella “gracia bajo presión”, por tanto, glosada en su día por un gran novelista norteamericano ya fallecido que solo aparentemente no es del gusto de Pérez-Reverte.

https://www.lavanguardia.com/cultura/culturas/20201003/483792862220/perez-reverte-linea-de-fuego-alfaguara.html


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