“Ojalá existiera Ruritania”, murmuró.
- Existe - respondí. Limita al norte con Syldavia y al sur con el castillo de If.
Aún tenía húmedos los ojos, pero la vi sonreír.
- Entonces el próximo café lo pagaré yo –dijo-. Si alguna vez nos vemos en Zenda.
Después me dio un beso fugaz. Y la vi alejarse entre la gente, con su pesada mochila llena de sueños.
("La novia de D´Artagnan" - El Semanal 22.12.1996)
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