Sí, ya se que me vaís a decir que la exposición no es de ella pero, que demontre, yo lo siento así. Por lo tanto, aquí os dejo mi pequeña crónica de lo que fué una mañana estupenda.
Hace unos días estuve en la exposición “Deltebre I. Historia de un naufragio. Por si acaso no la habéis visto, los que tengáis oportunidad de acercaros a verla os aconsejo que no os la perdáis. Vale la pena.
Yo quería llegar poco después de abrir para poder ver la exposición tranquila. La verdad es que el Monasterio de Sant Pere de Galligants es un sitio estupendo como marco, una pequeña maravilla del románico.
La exposición no es grande. La han colocado en el centro de la iglesia y la verdad es que es el mejor sitio. Está construida como un recinto semicerrado y en el medio han colocado las piezas del pecio. Los plafones que rodean la parte central son los que llevan las imágenes y el texto. Y son de lo mejorcito de la exposición. En realidad es una novela. ¿El protagonista? Uno de los marineros embarcados en la nave naufragada. ¿La autora? Una arqueóloga que redacta como una escritora.
La historia empieza el día que la nave embarcó en Inglaterra hacia Alicante, base de la Armada inglesa en la Península durante la guerra de la Independencia. De allí zarparon el 31 de mayo de 1813. Y no os creáis que se trataba de una misión de unos poquitos barcos, que va. Eran nada menos que 132 buques de transporte más los que les daban escolta. Por eso esta vez el protagonista no será un navío de línea, que son los que normalmente se llevan la fama en los combates navales, sino un navío cuya misión era apoyo logístico. Como os decía zarparon de Alicante, pero no lo hicieron de vacío, que va. En las bodegas llevaban una buena provisión de vino "Fondillón de Alicante". Por lo visto era un vino muy famoso (personalmente me pareció una buena idea que el día de la inauguración de la exposición se sirviesen vinos de Alicante y que se metiese a esa denominación de origen como patrocinador). A ver si vamos aprendiendo a maridar (por aquello de utilizar el verbo más cursi del mundo) la cultura con la promoción por aquello de que vayan apoquinando la pasta para hacer exposiciones y cosas así.
Pero seguimos con nuestro barco. Al llegar al Delta del Ebro la climatología, una serie de órdenes erróneas y el “paso de los mapas de Tofiño que para eso tenemos mapas ingleses” les llevó al desastre. Quizá a los marineros del Atlántico les parecía que el Mediterráneo era una balsita. Pero es que cuando le da tiene muy mala leche. Y no lo ves venir. Y en algunos sitios muy bucólicos, muy monos ellos, hay unos fondos que engañan que da gusto.
De las piezas expuestas yo me quedo con un cañón de bronce. Como dice Carlota el poderío de Francia, España e Inglaterra se basaba en las velas y los cañones, y este es una preciosidad. Un cañón en muy buen estado, con su orden de la Jarretera grabada. Me dio por sonreír cuando leí el lema y pensé que otro gallo les hubiera cantado a los ingleses si hubiesen pensado mal de lo engañoso de nuestros bajíos.
Os recomiendo encarecidamente que si vais os compréis el libro (y si no también podéis pedir que os lo envíen). La narración tiene cosas muy buenas, como la escena en la que el marinero inglés va contando que iba metiendo objetos del barco en un saco para desembarcarlos de la nave embarrancada y cómo va dejando, por descuido o por falta de tiempo, otros objetos que son los que precisamente doscientos años después podemos contemplar en la parte central de la exposición.
Cuando llegamos al plafón número 13 aparece otro narrador. Ya no es el marinero que nos ha contado su historia. En realidad ha desaparecido junto con su barco y nosotros hemos dado un salto de doscientos años. Ahora es el arqueólogo el que habla. Y lo hace de lo que aún no sabemos del barco. En realidad aún no sabemos muchas cosas. Pero quizá algún día puedan volver a darle lo que le falta. Puedan volver a llamarle por su nombre.
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"Tras mala navegación, el puerto sabe mejor" |