El "ilegal"
Pero seguí leyendo, y la historia continuaba. Resulta que este compañero del curro no es español, lo que en la actualidad diaria se adjetiva con otro gentilicio que tan de moda han puesto nuestro querido y siempre amado y respetado don José María Aznar y su pandilla de ministros, perdón quería decir secuaces, me refiero a que este honrado trabajador que sólo trata de ganarse las habichuelas, porque la cosa no da para gambas y langostinos, es “ILEGAL”, es decir, clandestino, indebido, ilícito, furtivo –sí, como los cazadores-, prohibido, inmoral y creo que además engorda. En fin, retomando el hilo de la historia de esta colega, me contaba que el mentado “ilegal”, trabaja con ella. El jefe de la empresa, un hombre ya con setenta y pico tacos, que debería estar tomando el sol en las Islas Canarias –Con todos mis respetos a las Islas Afortunadas-, en uno de esos estupendos viajes promovidos por nuestro maravilloso y espléndido gobierno, no sabemos si bien para que nuestros mayores disfruten la edad de oro tostándose al sol, o bien si a ver con un poco de suerte cae un avioncito de esos llenos de dulces ancianitos, y ¡Oye nos íbamos a ahorrar una pasta en pensiones! Que el horno no está para bollos señores. Pues eso, como iba diciendo, un hombre de los de antes, de trabajo duro y sin descanso, hecho así mismo, y de los que echan de menos al tío Paco, entre nosotros un dictador hijo de puta. Y claro este dulce ancianito tiene hijos, y no pocos, y a ver cual de ellos es más garrapata chupasangre. Ya sabeis, niños ricos con estudios en los EEUU, que hablan inglés –como mi vecino el gentleman-, llevan mercedes descapotables y se tiran a unas tías que flipas Mª Luisa. Y claro estos chicos tan tiraos pa’lante, con aires de grandeza, han instaurado en la empresa de siempre desu querido padre, las grandes ideas de la economía del siglo XXI, esto es, normas de calidad ISO 47.528, ordenadores supersónicos de última generación con programas contables que te calculan el coste de la producción de la tela de araña que cuelga de la lámpara de tu cochambroso despacho –sí, esa que estás mirando ahora- en una milésima de segundo, increíble ¿verdad?. Un trabajo agotador.
Y retomo la historia del “Ilegal”, pues nada este susodicho “furtivo”, que ha cruzado el charco, procedente del Nuevo Mundo, que tiene en sus ojos la mirada de todos aquellos ancestros suyos desaparecidos en las minas de oro, o exterminados por una simple gripe herencia de unos educados conquistadores, llega aquí a la vieja España, la madre patria, en busca del trabajo que no ha podido encontrar allá. Me cuenta la colega, como a este fuera de la ley se le iluminan los ojos cuando le cuenta el último viaje que hizo por su país antes de venir acá, cuatro días arriba de un viejo coche recorriendo las interminables playas del Pacífico con sus hermanos. Nunca había querido dejar su país, porque ama su tierra, su gente, sus amigos, sus raíces están allá. Pero claro hay que comer todos los días, y además no está solo tiene una preciosa mujer de pelo negro y ojos oscuros y una niña de cinco años que es la reina de su corazón y dueña de su vida.
Por las casualidades y vueltas de la vida, este “clandestino” tropieza un día con el Jefe –el Jefe con mayúsculas, no los jefecillos de sus hijos-, este hombre tan duro, para el cual no hay un día de descanso y los domingos son tan buenos días para trabajar como los lunes y para el que la máxima que dirige su vida es que entre el día y la noche no hay pared, le ofrece un puesto de trabajo en su empresa, y no para explotarlo de albañilo para coger brócoli en el campo de Lorca, no, le ofrece un trabajo acorde a sus estudios porque esta persona “non grata” es arquitecto, sí señores el indio de Machu Pichu tiene estudios. Y puedo imaginarme la alegría inmensa que sentiría el colega al encontrar un trabajo digno en la tierra de su salvación, esa tierra a donde había enfocado sus últimos sueños y esperanzas. Pero claro la alegría siempre dura poco en la casa del pobre, y si encima ese pobre tiene la mala suerte de apodarse “ilegal” pues todavía debe de durar menos. Y ya se sabe, los políticos encima animando el cotarro con esa fantástica e insuperable “Ley de Extranjería” que seguro fue fruto de una mala jiñada del político de turno, y es que hay que ver que mal le sientan las almorranas a algunos. Y no nos olvidemos también de las sanguijuelas con traje de Armani y perfume Calvin Klein que estaban ahí al acecho del indefenso cordero. Y es que cuando se ponen en peligro los coches ultrasónicos, el sky en Baqueira-Beret y los yates que tanto sudor de la frente les ha costado a las mentadas garrapatas, salta la alarma. Porque claro no se puede aguantar tener a un “ilegal” en la plantilla corriendo el peligro de que la benemérita se pasee casualmente por allí, buscando poner en práctica esa novedosa e innovadora “Ley de extranjería” y le jodan a uno el viaje a las Bahamas con la tía buena de turno, hasta ahí podíamos llegar. Y el Jefe, que ya no es ni tan joven ni tan duro, ni tan luchador ni tan fuerte, sucumbe ante las justas y convincentes razones de sus descendientes. ¡Qué se le va a hacer!, no todo va a ser negativo, pardiez.
Y el
hijo del dios de la lluvia, agacha la cabeza y se va preguntándose
como demonios se le habrá ocurrido venir hasta aquí, si somos
los mismos que hace tan solo quinientos años les dimos por el culo
en su propia tierra. Y es que hay cosas que nunca cambian.
Gala.
Este artículo es mi historia y es real. Se lo quiero dedicar a Kleber mi compañero de trabajo, que ya no sé por donde debe de andar.
Gala . Febrero de 2001