- Ya
dije en una ocasión lo que me gusta sentarme a la terraza o cerca
de la ventana de un bar viendo pasar la gente, en estas estaba cuando entra
por la puerta un "drogaito" que dirían las personas mayores, con
un vaso de plástico en la mano que te lo iba pasando a un
palmo de tu jeta. A todo esto, el bar entero enmudeció. Manos furtivas
aferraron los monedero sueltos en las mesas y varios bolsos fueron cambiados
a un lugar mas seguro. Las miradas alertas de los clientes siguieron su
recorrido por las mesas como diciendo, que le toque a otro, o mejor , se
vaya a otro sitio. Cuando se fue el sujeto, el bar volvió a su bullicio
normal, después de oirse varias frases lapidarias del tipo-. "Yo
no doy dinero para vicios" o "Hay que ver que pinta de ladrón llevaba".
Varios clientes se hicieron comentarios, aparentemente sin conocerse de nada. Hablaron de cómo estaban las calles de Madrid, cuánta inseguridad por todas partes..., hay que ver y tal.., o sea, ya saben.
Pero presté mas atención al comentario de una señora, vecina de mesa, que le decía a una amiga: "QUE HORRIBLE ENFERMEDAD LA DROGA", con mirada de resignación.
Me dije: Ahí tienes chaval, a una señora responsable, a la última con la moda boba de hablar correctamente "personas centro-africanas de color" o "emigrantes indocumentados magrebíes".
Que cabe esperar de un país donde sus ministros/as intachables pronuncian "Euskadi" en vez del soez "Vascongado" o dónde Eurotelediarios con mucho fondo azul hablan de magrebíes o comunidad musulmana, con tiento, como si les debieramos algún favor a Marruecos por dejarnos apresar pesqueros españoles a las salidas de nuestros puertos.
Aquí
antes se hablaba con mas desenfado y sin medirnos obsesivamente las palabras.
Ahora se las medimos al vecino o nos las miden, y para cuando cualquier
ministro/a o senador/a sepa dar correctamente el cambio en centimos de
euros sin equivocarse, esto ya no tendrá remedio.
