Para estomagos fuertes
Para empezar aparté de mi lado el plato que con tanto ahínco miraba y me dispuse a cambiar de menú: De primero y para eso que llaman "abrir bocas" (y bien que se me quedaría abierta después): cara compungida de presentador taciturno, regado con tonos melancólicos de "sientomuchotodoesto" (Gran Reserva, ¡pardiez!, que no es por menos tirar la casa por la ventana a la hora de ganar audiencias) De segundo y plato fuerte una de sesadas desparramadas, aderezadas con tripas a la virulé, claro está, todo en su salsa más fresca (ustedes ya me entienden, y a estas alturas no creo que deseen sea más explícito) De tercero, es decir, para postres, un "Bocado de Cardenal" (que hoy no me apetece decirlo en lengua extraña): tarta de cadáveres decapitados al estilo ruso, decorado con cientos de velas en derredor (¡Coño! ¡Que estamos de fiesta!)
Ante tal menú entenderán vuesas mercedes que los huevos se me quedaron un poco cortos (entiendan lo que les acomode, que aquí todo vale) Y es que en este país de puta pena uno no se entera de que naipes pasa en el mundo. Eso sí, las clases de anatomía-forense son estupendas.
Es una lástima que ya ni siquiera sea noticia que el perro muerde al amo, porque ahora lo que prima es saber cómo quedó el amo después de que el perro le mordiera el pijo y una bandada de buitres encontraran en sus despojos banquete de reyes. No sin antes esperar a ver cómo se aparean los gusanos mientras está criando malvas con Nelson o su puta madre,...que ya saben vuesas mercedes que los documentales de "La 2" tienen que salir de algún lado, y no podemos desaprovechar la oportunidad de tener un reportaje sin pagar una expedición al Kurdistán.
...y si ahora lo desean los señores: café, copa y puro, que yo por mi parte voy a vomitar.
¡Ah,
por cierto!...son diez mil.