La raza
Lo primero que sonaron fueron esos insultos que dichos a un español, no hace mucho tiempo, eran únicamente contestados con el sonido de los muelles al empalmar la navaja, crip, crip, crip y que acababan en una visita, mas o menos prolongada, como cliente al Penal de Ceuta o acogido a sagrado en la Iglesia mas cercana. Ya está, pensé, aquí se va a montar la de “Dios es Cristo”, y yo con butaca de primera fila.
Pero, cosas veredes que te asombraran, amigo Sancho, tras unos pocos gritos y dos empujones, se acabo el asunto y todos volvieron a sus respectivos coche para tortura acústica del resto del genero humano. ¡Qué suerte...como se ve que ya somos Europeos!
Como ser civilizado, uno prefiere este tipo de desenlace, pero no por ello dejo de echar de menos un “No queda sino batirse” a tiempo, y como gimnasia mental, me puse a pensar como actuarían estos terroristas de la moda y del ruido, ante una carga de herejes defendiendo el Molino de Ruyter en Breda, por ejemplo, o escuchando la arenga del Masques de Pescara “Hijos míos, estáis muertos de hambre, y yo también. El pan está en el campo francés, así que maricón el último” o diciéndole al Turco en Lepanto “Hasta aquí hemos llegado o cenamos en Roma o dormimos en Constantinopla”. Sin entrar en detalles, posiblemente, la Historia hubiera sido bien distinta.
Evidentemente la raza ha cambiado, ese duro y correoso español, que olía a ajo y miseria, que dejó esparcidos sus huesos por todas los rincones del mundo, ante la indiferencia, corrupción e ineptitud de los políticos de esta España nuestra, mas que madre, madrastra, ha sido sustituido por un nuevo español que huele a colonia, bebe coca-cola y viaja en coche de 16 válvulas con la radio a todo volumen y el “buscarse la vida”, ya no es ir de mochilero con las tropas del Príncipe Alberto, sino en sacarle al viejo diez talegos para la juerga del fin de semana.
Evidentemente,
España ha cambiado, tal vez para mejor, quien sabe. Lo único
que no ha cambiado ha sido nuestros políticos, que siguen siendo
ineptos, corruptos e indiferentes. Los muy hijo de puta.