Más de lo mismo
El hombre siempre ha evolucionado y se ha adaptado al medio –como todo hijo de vecino-, y ahora somos más listos que nunca; el ser más listo y gilipollas que jamás haya vaciado su vejiga en la tierra; y queremos cambiarlo todo y que sea el medio el que se adapte a nosotros. Pero el problema es que el medio ha dicho que ni harto de vino, que se adapte tu puta madre y que hasta aquí hemos llegado. Faltaría más.
Así, como están las cosas, uno se levanta por la mañana, tempranito y a trabajar, y pone la radio -con la misma cara de suspense que el protagonista de una peli de Hitchcock- esperando a ver si hoy se podrá comer los garbanzos que dejó anoche en remojo o le habrá amargado la comida algún soplapollas. Pero todo es tomárselo con filosofía y recordar a mi amigo el del chuletón avisándonos de que antes o después todos nos vamos a ir al carajo. Hasta la fiebre aftosa. Y nadie se quejará como es debido mientras los que los que mandan sepan dar el panem et circensem mejor que el mismísimo Julio César.
Total,
que al mundo en el que vivimos le quedan tres afeitados y un par de siestas;
y a lo peor, avanzamos tanto como para irnos a vivir a tiempo a otro planeta,
pero tranquilos, no se pongan nerviosos, que allí también
pondremos a los mismos ministros, chulos de discoteca, fanáticos
reprimidos y soplapollas, que formando todos una pléyade de hijos
de puta – con perdón a los descendientes de las prostitutas, que
los hay que no lo son, otros que sí y estan los que no lo son y
se lo merecen- que se encargarán de enterrarnos a todos sin misa
ni epitafio.