Me los han cambiado
Como ya he confesado varias veces en esta misma página, el arriba firmante, siempre que puede, empieza el día de la misma forma, y esa no es otra que desayunando colacao con crispis y leyendo con avidez las revistas del corazón. Les juro por lo que quieran que es cierto. Es más, los miembros de mi familia ya están prevenidos de la obligación que tienen de hacer acopio y custodia de las mismas cuando yo estoy de viaje, bajo amenaza de impresionante cabreo por mi parte a mi regreso.
Dichas publicaciones no tienen sentido para mí. Últimamente he seguido con suma atención todo el proceso de atribución de la custodia de los niños entablado entre Rociíto y su expicoleto y exchorizo, que con esa lumbrera de abogado, orgullo de la profesión y pedazo de Perry Mason que tiene el tío estaba claro que iba a pasar lo que ha pasado. Que le han dado las suyas y las de un bombero. También no vea la pena que me da dado lo de Marijita Díaz y su cubano. He podido comprobar con gran alegría como por fin un productor ha sabido ver el gran talento interpretativo de Sofía Mazagatos dándole un papel que le va a costar tela, ya que imagínense que la pobre va a tener que interpretar a una niña pija. Y espero con gran impaciencia el nacimiento de las gemelas de Julio Iglesias a ver si el hombre tiene mejor suerte y le salen mejor que los tres primeros hijos, que estarán conmigo en que hay que joderse. Por supuesto quee estoy al tanto de todos los romances que le atribuyen al Príncipe Felipe, que a ver si elñ tío ya se casa y empieza a tener principitos que es su obligación. Para terminar de demostrarles mis conocimientos les diré que sigo desde el inicio el romance de Carmina Ordoñez - que me sigue pareciendo la mujer más guapa de España - y su marismeño.
Podría seguir contándoles más cosas porque ya les digo que es una costumbre que repito desde hace tiempo. Pero desde un tiempo a esta parte estoy preocupado, porque veo con alarma que ya no nos van quedando famosos de verdad, de los de pata negra. Y es que con Lady Di criando malvas mientras el orejas ya está tranquilo con su camella, digo, Camilla y las chocholoco de las Grimmaldi que han sentado la cabeza, con Estefanía en plan madre responsable y Carolina casada con ese exquisito caballero que es Ernesto de Hannover, peleándose con su hermano Alberto por el puesto de Primera dama del Principado, esto ya no es lo que era.
Primero
fueron los de Gran Hermano y El Bus, luego el del perejil en las orejas
y compañía, peleándose por la canción esa del
no cambié, que ganas hay que tener de pelearse por eso, el del baile
del pañuelo, la que le pegó seis polvos al expicoleto exchorizo
y su Perry Mason , la que va pregonando que está embarazada del
intelectual del hijo de cierto arquitecto - como que viendo al supuesto
padre no es para rilarse - . Y no, lo siento, pero por ahí no paso.
Si hace unos años mis primos los de los cien años de honradez
se inventaron lo de la cultura del pelotazo, resulta que lo que se impone
ahora es la cultura del braguetazo. Desde luego que es una cosa que siempre
ha existido, fíjense en cierta dama porcelanoseada que a la hora
de reñir a los niños tenía que ser para descojonarse.
Se lo voy a decir a tu padre, y al tuyo y al tuyo. Pero esas cosas se hacían
con cierta clase y cierta elegancia, pero ahora no, ahora se lleva lo cutre.
Tú te vas con cualquier famoso o famosa le pegas un seis polvos
y además de que al fulano en cuestión los conocidos le ponen
un monumento y eres famosa. O pasa Claudia Schiffer a tu lado por la calle
y vas y le pegas un beso de tornillo y cuando te recuperes de la paliza
de sus gorilas y salgas del hospital te vas a Tómbola y largas todo.
Claro que bien pensado, a lo mejor vale la pena recibir la paliza y todo.