Juramento hipocritático
Hay algunas veces que cuando uno se sienta a darle a la tecla para preparar esta página, más que darle, la aporrea a ver si se alivia la mala leche, imaginando de paso que es la cabeza de alguno de los animales de bellota que pueblan este país o lo que carajo sea esto. Y que me perdonen los animales de bellota.
Los asiduos a esta página sabrán de mi costumbre de apreciar lo frágil que es la vida humana, a pesar de lo tremendamente importantes que podamos llegar a creernos. Basta una enfermedad, saltarse un semáforo en rojo o quedarte dormido al volante en una de esas autovías tan entretenidas que tenemos y partirte los cuernos contra un toro de Osborne - que ya sería casualidad y mala leche, por lo de los cuernos- , para que todo se vaya al carajo. Por eso me duele cuando se pierde una vida humana, y más cuando la causa, que quizá sea la más común, es la estupidez humana.
Todo esto viene en relación a las noticias que hace poco saltaban a los medios de comunicación de que dos personas, una en Barcelona y otra en Sevilla, habían fallecido a escasos metros - 50 en uno de los casos - de sendos centros hospitalarios sin que desde los mismos nadie saliera a ayudarles, pese a las insistentes reclamaciones de ayuda por parte de varias personas que se acercaron a los mismos. Por lo visto resulta que, según una normativa interna, el personal de los hospitales no puede salir a la calle a recoger una persona porque, dependiendo de la ciudad, eso es competencia del SAMUR, el servicio de ambulancias correspondiente o los tres de la Cruz Roja, Toni Leblanc incluido. Como lo oye. Resulta que, por ejemplo, tú vas circulando con su coche por Madrid, y, maravillado por lo fluido del tráfico, porque ya sabe que en Madrid no hay atascos, y mira que Álvarez del Manzano se esfuerza en repetírselo y nosotros, que somos muy malos malosos, erre que erre, que sí los hay, y resulta que te da un infarto, pues, aunque te encuentre a 50 metros de un hospital, resulta que tiene que venir a por ti el SAMUR, y si tiene que pasar el atasco en el que estás - más los que se encuentre por el camino - pues ya puedes ir dándote por listo de papeles.
Ignoro si el asunto de la normativa interna es realmente cierto - cosa que no me extrañaría dada la casa de putas o reino de taifas en la que se está convirtiendo este país - . Aparte de las implicaciones jurídicas que tenga el caso, convendrán conmigo en que lo menos que se puede llamar a un sujeto que se acoge a esa normativa y no la manda a Parla y sale cagando leches es perfecto hijo de puta, y observen que no escrito hijoputa como otras veces, sino lo otro, con todas sus palabras y preposiciones, ya saben, arrastrando la jota y con explosión en la pe. Creo que ya les explique un día la diferencia en esta misma página. Sobre todo cuando uno ha visto muchas veces en su etapa en Bosnia como mucha gente por hacer ese mismo gesto pagaba con su vida. Por cierto, antes de que desde los Colegios de Médicos empiecen a inundar la redacción de El Semanal con cartas mentándome mis muertos más frescos o los Juzgados de querellas - como si no tuvieran otra cosa de que ocuparse los Juzgados - debo advertir que no estoy hablando de los Médicos en general. Total tampoco es que me importen demasiado esas cosas cosas. A lo primero uno ya está más o menos acostumbrado, pero al baranda de este tinglado esas cosas siguen dándole unas subidas de tensión horrorosas. Respecto a lo segundo, más que darme especial miedo, lo que me da es cierta pereza el tener que desplazarme hasta Plaza de Castilla. Pero bueno esa es otra cuestión y hagan lo que quieran.
Volviendo
al tema del que estabamos hablando, uno, en la escasa santa inocencia que
aún le queda - sin duda fruto de las abnegadas oraciones de mi santa
madre y sus amigas - piensa que cuando sucede una situación como
la descrita al médico en cuestión le van a meter un puro
que lo más cercano al ejercicio de la medicina que va a realizar
es la cura de almorranas de la población de foca monje en las Chafarinas.
Pero luego resulta que si tú eres familiar del difunto y consultas
con un médico por supuestísimo que el hecho le va a parecer
de Juzgado de Guardia, ahora otra cosa es que te acompañe a dicho
Juzgado, y ya si hablamos de declarar no veas. Porque en esos momentos
uno recuerda lo que un amigo suyo Licenciado en Derecho le dijo una vez
que preguntó a un profesor suyo, Fiscal - Jefe de una Audiencia
Provincial - algo sabrá el fulano de cómo andan las cosas
- si un médico que observa una negligencia debe denunciarla, a lo
que según la Ley está obligado, a lo que el susodicho profesor
le dijo que sí, que era cierto, que claro que sí, pero que
tanto mi amigo como él ya eran lo bastante mayores como para no
creer en los Reyes Magos. Aún así uno piensa que todavía
queda la Administración - y no me digan que eso si que no es santa
inocencia - pero conociendo la eficacia de los servicios inspectores, y
más en una Seguridad Social con menos medios que una selección
de Clemente, estarán conmigo en que a la vista del panorama sólo
se puede tener un deseo. Virgencita, virgencita que me quede como estoy.