A todos los soldados desconocidos
Con sutil añagaza de maese Filemón, haciendo leva de valientes para ignota labor, hete aquí que me veo envuelto en singular y embarazoso ministerio, el cual no es otro que imitar la parla de mi respetado Maese Arturo de Pérez y Reverte, y voto a Dios que para mi es árdua tarea, que yo no parlo como él, ni él como yo. Lo mio son las rondas de corchetes y la brega con cortadores de bolsa, jugadores de ventaja e rufianes variados, mas como di palabra, cumplir debo. Así pues, ahí va mi glosa:
“Parense un punto vuesas mercedes, españoles del siglo veinte y uno, y echen la vista atrás tan sólo un instante. Vean aquello que fuimos y lo que ahora somos. Y vean asimesmo que este camino que hasta aquí nos lleva está empedrado con la vida de miles de soldados de los cuatro puntos desta áspera y a veces ingrata tierra. Son tantas las vidas dejadas por el camino y la sangre vertida, que cuando veo a cuatro desvergonzados truhanes enarbolando banderas y alzando hermano contra hermano, me sublevo sobremanera y del quicio me salgo. Y cuando pienso en Gravelinas, Hulst, Dunkerke, Puerto Rico, la masacre de los acorazados americanos en Cuba ante inermes marinos, Cavite, los rifeños degollando paisanos, y tantos y tantos otros escenarios donde el infante español, pie firme a tierra, tragándose su miedo, aguantó hasta la muerte por mor de un rey o un valido que jamás hizo nada por él, y aun así, aguantó, no puedo evitar llorar lágrimas de sangre.
Y esos infantes, que yo lo vi y lo sentí, venian de todas partes, y de Leon, y de Valencia, y extremeños, maños, cartageneros, andaluces, y tambien aunque vuesas mercedes no me lo quieran creer, vascos; todos codo con codo, vadeando rios e cavando zanjas. Empujados por el hambre y la miseria, dejando atrás una España que se desmoronaba por obra de mangantes y espadones, huyendo hacia el unico sitio que podían: hacia delante. Y si algo hay que una a los hombres por encima de cualquier idea o religión, es la desgracia, y cuando has compartido barro, sangre, sudor e liendres con un compañero, todas esas zarandajas de las patrias chicas te parecen lucubración de ocioso o iluminado, o de ambos.
Tan sólo añadiría para finiquitar, que costó muchos e grandes sacrificios construir este pais para que lo echemos por la borda alegremente. Y ahora, dicho lo dicho, y aunque a mas de uno pudiere molestar lo expuesto acá, me retiro y vuelvo al sitio de donde vine, a los cuadros, a los maltratados libros de historia, y a la tan olvidadiza memoria colectiva. Queden en paz vuesas mercedes, que os dejo en la buena compaña de mi escudero ciberpuma, sujeto algo deslenguado aunque de ley, el cual me trajo a estas gradas tiempo ha, cosa que nunca le agradeceré suficiente.”
Quedad con Dios
Dado en Madrid a veinte y seis dias del mes de febrero del año del Señor de dos mil y uno
Diego de Vicuña
Corregidor y Alcalde de
Corte
Veterano del tercio de
Lombardia en Rocroi con cargo de Teniente Barrichel