Sobre pajarracas varias
Me contaba una de las tantas erizas que se pasean de vez en cuanto por este antro, que el personal anda algo revuelto tratando de imitar a lo que alguno de ellos se aventura por definir como “su jefe”. En un principio pensé que exageraba, pero cuando los de tu propia editorial se chotean de ti de una manera fuera de lo normal dejándote caer que lo que era algo propio y singular de este humilde servidor de ustedes no es, ni mucho menos, patrimonio exclusivo del que suscribe, y que de esto a estar de patitas en la calle media un tiro de arcabuz, ya es cosa un poquito más seria. Me cuentan que, desde el ya famoso artículo sobre el pirateo a discreción de una de las aventuras de mi primo el capitán –haced esto en memoria mía, lo vuelvo a repetir- este lugar, tomado en consideración a modo de taberna por un grupo de amigos que sólo tienen en común su amor por la literatura, se ha convertido en algo así como Sanlúcar de Barrameda en tiempos de nuestro cuarto Felipe.
Por lo que se ve, anda el patio un tanto revuelto por no sé qué cierto concurso de imitadores del estilo Reverte. Y hay que reconocer que el personal se lo curra, si bien creo en mi obligación de dejar unas cuantas cosas claras: El acto de escribir es tan serio que de imitación, salvo que encomendemos una novela en castellano antiguo a Sofía Mazagatos o Ana Rosa Quintana, tiene bien poco. Es más, el fulano –o fulana- que se aventura a esto de juntar líneas medio en condiciones, pone de su cosecha propia las ideas que quiere desarrollar. Otra cosa es que, con la excusa de parecerse a alguien, utilice giros, frases hechas o circunvoluciones usuales de la persona a la que quiere imitar. No sé si me explico como quisiera. Lo que quiero decir es que sois cojonudos. Que estoy muy orgulloso de todos, erizos y erizas. Que planteáis y desarrolláis los temas vosotros solitos, con vuestras ideas y vuestras razones. Y que lo hacéis de puta madre. Ahora, no me toquéis el fistro de abajo –como diría don Gregorio, ¿te das cuen?- y no pongáis la excusa de imitar a alguien para expresar vuestro pensamiento. Ya somos grandecitos, y cada cual puede hacer lo que le dé la gana. Podéis escribir, y de hecho lo hacéis, de manera sobresaliente y sois vosotros los que afiláis la pluma, criticando y denunciando lo que hay que denunciar y alabando lo que hay que alabar. Tenéis la misma capacidad –o más- de expresar lo que os sale del alma que un servidor. Aprovecharlo y veréis como la escritura os hace estar en paz con vosotros mismos, o cómo os hace tomar conciencia de posicionamientos sobre diversos temas que si no os paráis a pensarlos no sabéis que los tenéis, pero están ahí.
Os confieso que tras leer los artículos presentados hasta la fecha me han entrado unas ganas tremendas de entrar a esta taberna -o mejor, de dejar constancia de mi entrada en este garito- e invitar a todos los piratas a un cuartillo de ron, por cuenta del Reverte, porque un homenaje como éste no se hace todos los días. Y dar mis más sinceras felicitaciones a gente como Milady, Filemón, Ciberpuma, Surama, C. De la Fère, y tantos otros que hacen que todo este rollo sirva para algo. Por cierto, estoy esperando con impaciencia infinita el artículo de vuestro –nuestro- compadre Balkan, a ver lo que nos dice desde la cuarta planta, porque seguro que tiene muchas cosas que contar.
Ah,
se me olvidaba. Creo que nadie ha sido lo suficientemente retorcido como
para pensar que el que sugiero ser sea realmente yo, qué más
quisiera –creo que ésta es mi segunda aportación-. Aunque
pensándolo fríamente, qué carajo, que cada cual piense
y juegue como lo estime oportuno. Yo no soy nadie para decirle a nadie
lo que debe decir ni aún menos lo que debe pensar. Y hablando de
pensar, me parece que voy a dejar de teclear esto y me voy a limpiar el
Kalashnikov, por si me da la vena y con la excusa de difusión de
personalidad –que no sé que cojones es- me tengo que liar a tiros.