Esos perros ingleses - II
Hace unos días, dando replica a un fulano que se alegraba de que a un amigo le trataran de dar caña y todo por seguir pensando que en este país hay demasiado cabroncete. Les comentaba que uno no creía que la gente fuera más o menos perversa dependiendo del lugar donde había tenido la suerte o la desgracia de venir al mundo, y que haber nacido francés, marroquí, etc., era lo de menos. Que hijos de puta los hay en todas partes y que el problema estaba cuando se generalizaba y había individuos lo suficientemente analfabetos como para no comprender esto.
Pues ya lo ven, llevo unos días dando vueltas al asunto y creo que me van a perdonar por hacer una excepción, ya sé que algunos podrán pensar que me he dejado llevar por el instinto, pero que le vamos a hacer, uno también tiene, llamémoslo, su lado oscuro.
El caso es que se mira la Historia y siempre aparece algún hijo de la Gran Bretaña tratando de aguarnos la fiesta , afortunadamente no siempre se salen con la suya, pero quién gane es lo de menos, el caso es que ahí están, al acecho, esperando una oportunidad, empeñados en sacar provecho de nuestra miserable forma de entender las cosas. Ahora , parece que los tiempos han cambiado algo y el asunto de liarse a hostias no se lleva, pero tampoco así nos libramos y la jodienda nos la hacen con más mala leche, ustedes ya me entienden. Porque no contentos con haberse pasado los siglos detrás nuestra, intentando hacernos agujeros en el traje que llevábamos puesto, ahora pretenden que por el morro nos quedemos con cuantas porquerías inventan y producen.
Lo cierto es que esto lo comentas con tus paisanos y la mayoría se quedan tan tranquilos como si con ellos no fuera el asunto, y en el mejor de los casos, te espetan: "¡Bueno, que les den!". Y yo me pregunto; sí, pero que les dé, quién. Claro que todavía puede ser peor y están los que aún ni se han enterado siendo además su obligación poner freno al asunto, o los otros, los que padecen el síndrome de Estocolmo y encima se pasan la vida admirándoles.
Pues
bien, cualquier día de estos, viendo el paisaje que nos rodea y
el futuro que nos espera, se me cruzan los cables, lo mando todo al carajo
y me hago a la mar rodeado de una buena tripulación, nada de carcas
patrióticos de los que se tirarán al agua cuando empiece
el estruendo de las andanadas y salten los primeros astillazos, sino de
individuos hartos de que les tomen el pelo, tipos sin dios ni amo pero
con dos cojones.
Hidalgo. Febrero de 2001