De erizas con púas
El tema como habrán adivinado los avispados lectores, especial saludo para el foro de corso, va de erizas, en este caso con púas, o sea de mujeres con mala leche. Me dirán que la mala leche es patrimonio el macho y yo les respondo que hay que joderse, la mala leche es patrimonio del macho, la hembra y hasta de bebe que le saca los ojos a la muñeca, preparándose no se sabe muy bien si para torturador o cirujano que alguna diferencia habrá. El caso o cosa es que yo de lo que les quiero hablar, contar, escribir es de las mujeres que hacen uso y abuso de la mala leche como tarjeta de visita para que quede claro su condición de mujer, pero ojo, de mujer liberada, feminista con carné y pedigrí de haber firmado ciento cuatro manifiestos. Estas hembras son fáciles de discernir ya que en cuento les cedes el paso te miran como si les hubieras tocado el culo. O bien cuando les dejas el asiento en el autobús te tiran un “No, gracias” que traducido al castellano antiguo viene a ser algo así como “Introdúzcase vos y la masculina parte de vuesa familia el asiento por allí donde se roza vuecencia con el caballo cuando lo cabalga, vos al caballo o el caballo a vos, como guste a vuecencia”. Estas erizas con púas entienden que si no te clavan la vizcaína en las costillas antes de darte los buenos días uno sabe, intuición masculina que tan bien usamos, que son mujeres sumisas, de las de usar y tirar como un clinex, un preservativo o una compresa,no seamos machistas en los ejemplos.
Las hay incluso que ya puestas visten de hombres, chaqueta y corbata, y asumen poses de hombres. No me las confundan con las lesbianas que no lo son. Así te las puedes encontrar en cualquier despacho confundiendo autoridad con tiranía y debilidad con feminidad. Son las que confunden el acto sexual con una permanente agresión y las que inducen a las niñas a jugar con pistolas y a los niños a jugar con muñecas. Que digo yo que mejor que jueguen los niños con las niñas y viceversa aunque se vaya a la ruina la industria juguetera de Alicante.
Y aunque
me pongan mirando para Triana más de una y más de dos cuando
lean este artículo, y al director de esta revista le lluevan sapos
desde los tejados, debo ser honesto, último recurso de quien no
tiene nada que perder, y decir en su descargo que bien jodidas las hemos
tenido durante siglos para que no suframos en nuestras carnes justa venganza
de la mayor injusticia cometida por el hombre que es, sin duda, el trato
dado a la compañera de viaje. Y que es cierto que durante siglos
cuando les cedíamos el paso aprovechábamos para tocarles
el culo y cuando les dejabamos el asiento del autobús sentíamos
como si hubiéramos adquirido de inmediato el derecho de pernada
sobre la dama sentada. Ahora, antes de averiguar si le van a tocar el culo
al pasar o van a tener que aguantar al Don Juan de turno durante el trayecto
del autobús, te mandan a coger coquinas a chipiona o a sacarle brillo
al caballo del Cid, único recaudador de impuestos con estatua. Con
dos cojones…