Una reflexión sobre la condición humana

 

Sábado, 21 de enero de 2006

 

El escritor Arturo Pérez-Reverte habla de las claves de su nueva novela, El pintor de batallas, que será publicada en marzo

 

carmelo rubio/efe

el escritor. Pérez-Reverte publica nueva novela en marzo.

 

ANA MENDOZA (EFE)

 

Madrid. El escritor Arturo Pérez-Reverte se aleja, en su nueva novela, El pintor de batallas, de las aventuras y acción trepidantes que hay en otros libros suyos para reflexionar sobre la condición humana, el arte y la ciencia y contar una historia "dramática, terrible y desoladora".

"El ser humano está continuamente bajo la bota del horror, y frente al horror no hay solución posible, sólo cabe el consuelo», afirma el escritor, que adelanta las líneas generales de esta novela que Alfaguara publicará en marzo, en España y en América, con una tirada de 250.000 ejemplares.

 

Pérez-Reverte asegura que esta nueva novela "es muy compleja" y no la podía haber escrito con 30 ó 40 años. Es ahora, con 54, cuando ha podido enfrentarse a esa realidad que recrea en ella porque, para hacerlo, necesitaba "una biografía, una manera de ver el mundo y la vida".

 

"Nada de cuanto hay en esta novela me lo han contado. Está hecha de lecturas, pero, sobre todo, está hecha de vida", dice el escritor, quien en su nuevo libro ha procurado "no tomar partido" y huye de dramatismos efectistas porque así lo requiere la historia que se cuenta en él, fruto de "una mirada reflexiva sobre el mundo" y narrada "con un lenguaje muy frío".

 

Su experiencia como corresponsal de guerra le ha venido bien sin duda para construir el personaje principal de El pintor de batallas, el de Andrés Faulques, un fotógrafo de guerra que recorre el mundo buscando "la imagen definitiva" y "la regla oculta que ordenaba la implacable geometría del caos".

 

Después de 30 años, Faulques comprende que con la fotografía nunca conseguirá lo que busca y se retira a un torreón abandonado de la costa española –por primera vez en una novela de Pérez-Reverte los lugares son imaginarios– a pintar un inmenso mural que resuma su propia experiencia y veintiséis siglos de iconografía bélica. "Intenta pintar la foto que nunca pudo hacer", indica el escritor.

 

Un día, Faulques recibe en el torreón la visita inesperada de Ivo Markovic, un antiguo soldado croata al que Faulques, sin pretenderlo, había inmortalizado en una fotografía suya que reflejaba el repliegue de una unidad croata tras la derrota.

 

La foto, que ganó un importante premio y se convirtió "en símbolo de todos los soldados de todas las guerras", acarreó las mayores desgracias al soldado y su familia. Cuando acabó la guerra, y tras emplear años en localizar al fotógrafo, Markovic se presenta en el torreón decidido a ajustar cuentas con el pasado.

 

Con tan sólo esos dos personajes y con el recuerdo de una mujer muerta, Olvido Ferrara, amante de Faulques y experta en arte, Pérez-Reverte construye esta novela, cuyos tres grandes ejes argumentales son la geometría del caos, el arte y la guerra.