El objetivo de todo hombre es morir de una forma serena.

 

Miércoles, 4 de octubre de 2006

 

«No habrá segunda parte de 'Alatriste

 

«Si el Bicentenario de la Constitución queda en manos de los políticos, esto será una perfecta mierda», dice el académico que reclama protagonismo para 1808 y 1810

 

FRANCISCO APAOLAZA/CÁDIZ

Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) se admite perezoso para las nuevas lecturas y apuesta por releer. «He hecho cuentas del tiempo que me queda aquí y...» Desvinculado del rodaje de La Carta esférica con el que coincidió en fecha y ciudad la semana pasada, se muestra remolón para abordar nuevos títulos, pero para poco más. Escritor sin necesidad de más presentaciones, académico y columnista, ya reclama con vehemencia un bicentenario digno para el 12. Y para el 8 y el 10. Desde una terraza del Hotel Atlántico con rayos oblicuos de tarde, suspendido sobre unas aguas que él mismo ha navegado, vivido, bebido y sangrado a golpe de tecla, acepta una etapa vital en la que toca «sentarte, ver cómo se pone el sol y cómo te pones tú con el sol».

 

-¿Cuándo se presenta el nuevo capítulo de la saga Alatriste?

-Espero tenerlo terminado para Navidad. Se llama Corsarios de Levante y esta vez, Alatriste e Íñigo de Balboa están embarcados en las galeras de Nápoles haciendo el corso en el Mediterráneo oriental. Se trata la vida de los españoles en Nápoles, en berbería, los piratas, Malta... Es muy poco conocido.

 

-Díaz Yanes dice que se hará una segunda parte de Alatriste si lo quiere usted.

-No hay segunda parte, no. Arturo no quiere.

 

-Se ha quedado fuera de la carrera de los Oscar. ¿Qué le parece?

-La Academia Española sabrá lo que hace. No es mi película. Mi trabajo termina cuando termino el libro. Cuando pase todo esto, daré mi opinión sobre todo lo que ha ocurrido, tranquilamente. Ha sido muy interesante como proceso.

 

-¿Un proceso agridulce?

-Había que hacer la película de Alatriste y se hizo con sus defectos, que los tiene, y con sus virtudes, que son muchísimas. Es útil y merece la pena.

 

-Cuando se rodó, acudió a Cádiz y reclamó la necesidad de conmemorar el Bicentenario del Combate de Trafalgar ¿Qué opinión le merecen los actos que se han llevado a cabo?

-Creo que la reacción fue muy buena y Cádiz rompió esa inercia maligna y tan española de dejar que pasen las ocasiones. Estuvo muy bien aprovechada, se hicieron muchas cosas y Cádiz se volcó en la Historia. Estuvo a la altura del aniversario.

 

-¿Y a nivel estatal?

- Creo que hicimos un buen papel. No fue la fanfarria patriotera de los ingleses. Ni algo mojigato, como los franceses, que se escondieron detrás de una piedra y no dieron la cara. Fue discreto, eficaz y sobre todo, útil. Muchos chicos se interesaron por lo ocurrido y subieron las ventas de Galdós. Eso es suficiente.

 

-¿Qué espera del Bicentenario de la Constitución de 1812?

-Me dicen que los gaditanos se están volcando en el año 12, que es importantísimo. Pero mi pregunta es ¿Qué pasa con el año 10? Porque la Constitución se hizo porque supieron resistir a los franceses antes del 12, en la Guerra de la Independencia, que es la que posibilita que se haga la Constitución. Es Lola la Piconera la que hace posible la Constitución, y no al revés. Quién para a los franceses son los cojones de los gaditanos, y luego se hace la Constitución. Esa es la cuestión. Los poderes, los políticos y la gente importante vienen a refugiarse a Cádiz, y se vuelve el foco político y militar de la época. Eso genera lo del 12. Espero que Cádiz se acuerde de que esto no empieza en el 12, sino en el 8. Y sobre todo en el 10, cuando el gran asedio. Ésa es la época más interesante de la historia de España. Durante esos años, Cádiz es el lugar más apasionante de Europa. No nos podemos parar en decir que «fuimos precursores, la envidia de Europa»...

 

-Sería interesante tratar la Guerra de la Independencia...

-Es una ocasión de oro para un largo, intenso y riquísimo debate sobre lo que fue la guerra, como sentido nacional, como libertad frente a una tiranía extranjera y al mismo tiempo como reacción de la Iglesia y las fuerzas reaccionarias contra las ideas liberales.

 

Historia corrupta

 

-¿Se han tapado la resistencia de la Iglesia y los poderes más oscuros a la ola liberal?

-Se ha tapado muchas veces de manera intencional. El franquismo corrompió la historia en muchos aspectos. Planteó la Guerra de la Independencia como una guerra de libertad patriótica contra un invasor tirano extranjero. Eso es muy elemental, muy simple y además es falso. La Guerra también fue una reacción de la parte más oscura y conservadora de España, de los curas y de la gente más religiosa frente a ideas que molestaban. Me temo que Cádiz se va a pasar ese bicentenario y lo digo con la buena fe del que no viene a Cádiz a dar lecciones de nada.

 

-El Bicentenario de la Pepa se ha planteado con mayor antelación que Trafalgar, pero ya han comenzado las rencillas políticas...

-No hay político que no mate a su madre por una foto. Mi miedo es que la foto de la Constitución es tan bonita que no vayan a querer hacerse fotos con las otras. Está claro que el debate caerá en manos políticas y habrá muchos que quieran untar su pan en esa salsa. Para eso está la gente culta, los analistas y los periodistas cultos, la gente honrada y con criterio, que eviten la manipulación desde la incultura. Vamos a escuchar pontificar sobre liberales, progresistas, Napoleón... a la gente que no conoce la historia de España más reciente. Va a ser un espectáculo vomitivo. Pero, al margen de la contaminación corrupta de los políticos con esta materia, puede haber un debate culto, académico, de gente seria. Si el Bicentenario queda en manos de los políticos, esto será una perfecta mierda. «La constitución, la España plural...». Demagogia pura. La mierda de siempre.

 

-Va a ser largo...

-No debe pasarse el comienzo: cómo se genera un movimiento de resistencia, cómo gente de ideas progresistas se ve obligada a ponerse al lado del pueblo reaccionario por defender su patria. El terrible dilema de tanta gente afrancesada que tenía que luchar contra sus propias ideas... Ese conflicto es muy actual. ¿El Bicentenario es todo!

 

-También son actuales los conflictos sobre patrimonio subacuático, como en el caso del Sussex. ¿Qué le parece la gestión de los pecios?

-Creo que se está protegiendo bien, pero España tiene un problema respecto a otros países, por una legislación muy restrictiva. Poner en valor un patrimonio submarino y recuperarlo es muy caro. El Estado no se lo gasta y la legislación española no apoya la iniciativa privada. En EE UU dicen: «Tú gasta, explota y si triunfas, vamos a medias». En España no existe. Es verdad que hay que tener cuidado porque hay mucho sinvergüenza y te pueden hacer un saqueo. Lo que ocurre es que el Estado nunca se preocupó por hacer nada. Si unes la falta de dinero, la desidia y la incultura, pues al final sale eso.

 

-En La carta esférica describe un proceso de lectura de libros de mar que es vital o mental. Se comienza con Stevenson...

-Hay tres etapas. La de Robert Louis Stevenson es la inocente, la naïf, la aventura... Luego está la etapa de Herman Melville (Moby Dick), que es el mar como lugar de vida, de madurez, el mar como viaje de conocimiento. Y es el misterio, la ballena blanca, la Biblia... Y luego la etapa Conrad, de Lord Jim. Es la fase en la que el marino vuelve a tierra, con el saco remendado y lleno de experiencias y utiliza esos conocimientos, esas amarguras, esas decepciones para su última etapa en tierra. Yo las he vivido así.

 

-¿En qué etapa se encuentra?

-En la etapa Conrad, sin duda. Si con cincuenta y pico años estás en la etapa Stevenson, mala papeleta: es que eres un inmaduro.

 

-Tiene un punto desesperado.

-La lucidez implica desesperación y consuelo. La desesperación es que sabes que no hay esperanzas más allá de lo que sabes y el consuelo es que sabes lo suficiente para abordar la desesperanza con serenidad. Es el momento en que Jim Hawkins vuelve, adulto, con cosas en el saco y sabe que John Silver no era ni bueno ni malo, que era un hombre que se buscaba la vida. Es el momento de utilizar ese recorrido para sentarte y ver cómo se pone el sol y cómo te pones tú con el sol; con serenidad. Creo que el objetivo de todo hombre es morir sereno.

 

-Sigue habiendo una ballena blanca...

-Sí, pero ya no la ves de la misma forma. El camino que uno hace, las ballenas que harponea, la sangre de los cachalotes en las botas, en las manos y en la cara, todo eso hace que uno se acuerde de la vida con serenidad.

 

-¿Cuál es su ballena blanca?

-Eso es cosa mía.