“Escribir es como ordenar los cajones de un armario revuelto”.

 

Miércoles, 10 de mayo de 2006

 

"Cada novela es un cajón ordenado. Y aún me quedan cajones por ordenar...", señaló el autor de 'Las aventuras del capitán Alastriste' en un reportaje concedido en su reciente visita a la Argentina, con motivo de la presentación de su último libro, "El pintor de batallas".

 

por Marcelo Pasetti

 

Convertido en la gran figura de la Feria del Libro de Buenos Aires, el escritor español Arturo Pérez Reverte, uno de los más leídos en habla hispana, ya dejó que los reporteros gráficos hicieran su trabajo, y entonces acepta el diálogo franco con LA CAPITAL en un hotel capitalino. "Estoy muy a gusto en la Argentina", confiesa. Y admite, con cierta picardía, que antes de esta visita para presentar su último libro, "El pintor de batallas", estuvo de incógnito en Buenos Aires hace algunos meses recorriendo bares, museos y viejas librerías. "Ni mis editores lo sabían", dice. Periodista, reportero de guerra durante 21 años, el autor de "Territorio Comanche", "La tabla de Flandes", "El Club Dumas", o "La Reina del sur", entre otros libros, recuerda su tarea durante la guerra de Malvinas.

 

"Por primera vez en mi vida no pude ser objetivo. Además se daba en mí una circunstancia muy curiosa. Por una parte sabía que no debía ganar Argentina porque eso significaba consolidar a la Junta Militar que era detestable, pero por otra parte quería que ganara Argentina porque estaba de parte de los argentinos", enfatiza antes del primer café.

 

La extensa charla con LA CAPITAL sirve para abordar los más variados temas. "Vivimos cómodamente y pensamos que el mundo es seguro, pero no lo es. Y de vez en cuando el cosmos nos recuerda, con el Titanic, con el tsunami, con la Guerra de Troya, con la guerra de Sarajevo, que el horror está ahí. El hombre occidental ha negado el horror durante mucho tiempo", afirma. Y en el terreno de sus gustos personales, el autor que atesora 17 mil libros en su biblioteca personal, grafica que "sin el mar, sin un velero, sin el Mediterráneo para navegar por él, sin los libros que llevo a bordo y sin la vida en el mar que hago entre novela y novela, mi vida no tendría ni la mitad de la calidad y el valor que tiene".

 

Arturo Pérez Reverte quien, como él mismo se encarga de remarcar, "trabaja" todos los días de 8 a 16 -"tenga ganas o no tenga ganas"-, dispara otra frase brillante cuando se le pide un mensaje, una recomendación para los jóvenes escritores. "Las palabras joven y escritor son incompatibles. Cuando uno es joven lo que tiene que hacer es leer y romper mucho. Administrarse, afilar la espada y tener paciencia. Cuando tenga algo que contar podrá escribir una novela".

 

Un Arturo Pérez Reverte franco, directo, inteligente, filoso y realista que amablemente se prestó a la charla con LA CAPITAL.

 

- Nuevamente en la Argentina, un lugar en el que siempre es bienvenido...

- Es que me gusta mucho venir a la Argentina. Y creo que se me nota que estoy a gusto aquí. Conozco mucho, tengo varios amigos, he leído a muchos autores argentinos. Para mí son doce horas de avión para estar en casa. Es una sensación muy agradable.

 

"Le hemos dado al Invincible"

- Vienen Sabina, Serrat, Rosa Montero o Pérez Reverte, y muchos los toman como argentinos. Pero a la inversa, muchos argentinos están también triunfando y sintiéndose en España como en su propia casa. Parece que se ha incrementado esta relación.

- Pero siempre ha estado ahí eh... Lo que sucede es que la historia pasa por distintos avatares. Yo creo que siempre hubo una vinculación extraordinaria. Mi padre venía a Argentina en los años '40 a ver amigos y llegaba encantado. Para él era como estar en casa. Creo que siempre hubo esa vinculación. Momentos de idas y venidas, pero siempre con una vinculación muy estrecha.

 

- Como corresponsal de guerra, entre otras, estuvo trabajando en la de Malvinas. ¿Qué recuerdos guarda de aquellos días?

- Tengo muchos recuerdos porque estuve aquí toda la guerra. A diferencia de otras guerras, en ésta la gente se llamaba Sánchez, o Martínez, o Pérez y hablaban mi lengua. Yo llevaba ya ocho o nueve años como reportero haciendo guerras por ahí, pero era la primera vez que hacía una guerra donde la gente hablaba mi lengua y se llamaba como yo. Por primera vez en mi vida no pude ser objetivo. Además se daba en mí una circunstancia muy curiosa. Por una parte sabía que no debía ganar Argentina porque eso significaba consolidar a la Junta Militar, que era detestable, pero por otra parte quería que ganara Argentina porque estaba de parte de los argentinos. Esa dualidad, esa doble actitud oral que tenía yo en ese momento la recuerdo como la más significativa de todas. Yo tenía que luchar por ser objetivo, porque no podía evitar estar contra los ingleses. Siempre recuerdo el día que llamé al periódico y dije "le hemos dado al Invincible". Me acuerdo perfectamente. Por eso fue una guerra que viví muy estrechamente, y el final para mí fue muy doloroso porque yo viví la desolación de los argentinos de ese día. Recuerdo perfectamente el día de la rendición, la crisis de la gente, las familias de los chicos que estaban allí y lo viví intensamente. Tengo recuerdos amargos de esa guerra.

 

- Su visita a la Argentina, en esta oportunidad, es para presentar "El pintor de batallas", su último libro. Se han escuchado muchas definiciones pero qué mejor que la explicación del propio autor...

- Es muy difícil pedirle a un autor que se defina, porque incluso el autor se contamina por lo que se dice después. Pero yo diría que es un intento de consuelo frente al horror. El mundo es un territorio hostil, enemigo, peligroso. Vivimos en un lugar peligroso aunque no nos demos cuenta. Vivimos cómodamente y pensamos que el mundo es seguro, pero no lo es. Y de vez en cuando el cosmos nos recuerda, con el Titanic, con el tsunami, con la Guerra de Troya, con la guerra de Sarajevo, que el horror está ahí. El hombre occidental ha negado el horror durante mucho tiempo. Nos hemos educado en la creencia que el horror es algo extraño, que la paz es innata al hombre, que somos buenos... El hombre niega la realidad del horror, la suele negar y se escuda en un montón de pretextos para negarlo. Creo que el horror siempre hace valer sus derechos. Al final te golpea a través de accidentes de autos, de enfermedades, de cáncer, de guerra, de tragedia, lo que sea. Frente a esto hay dos actitudes. Una es la anestesia, es decir negarlo, "no me hablen del horror", "no quiero saber nada". Y otra cosa es asumirlo y vivir con él. Asumir que el ser humano es así. La novela es una especie de ejercicio para asumir que el horror está ahí. Que el horror no se debe negar sino aceptarlo, y vivir con él.

 

"El ser humano occidental es bastante estúpido"

 

- Si bien no es un libro autobiográfico, aparecen claramente sus vivencias, sus creencias, sus sentimientos. Un Pérez Reverte al desnudo sin dudas...

- Yo podía haber hecho todo ficción, podría haber elegido a un abogado que trabaja con delincuentes, una mujer violada y matada por su marido, una sala de urgencias de un hospital donde también se ve el horror, una sala de terminales de un hospital. Pero claro, trabajé en la guerra durante 21 años, y tengo muchos ejemplos vivos, reales…entonces ¿para qué voy a inventar situaciones nuevas si tengo unos casos auténticos que me pueden valer para contar esta historia? Entonces recurrí a mi memoria.

 

- Además hay situaciones entrelazadas. Muchos de sus lectores encontramos en este libro el por qué de muchas situaciones de libros anteriores.

- Es verdad, es verdad. Este es un libro que me lo debía a mí mismo y a los lectores. Tenía muchos asuntos pendientes conmigo mismo también. Con las novelas pasa como el juego del siete y medio. Si pides cartas y te paras antes de tiempo, si la escribes antes de tiempo, la novela es una novela fallida, incompleta. Si la escribes después, a lo mejor ya se te ha pasado el momento. Hay que escribirla en el momento exacto. Y éste era el momento para la novela. Tengo 54 años, una mirada ya determinada sobre estas cosas. Era el momento para esta novela.

 

- Usted señalaba hace unos días que es utópico hablar de "nunca más" cuando se hace referencia a la violencia, a la guerra, al horror. Puede leerse como un mensaje real, pero lleno de pesimismo.

- Es que el ser humano occidental es bastante estúpido. Cree que porque se acabe la guerra mundial se va a acabar el horror, porque se vaya a acabar la guerra nuclear, porque el Muro de Berlín se caiga... Entonces surgen nuevas cosas. Después de ETA habrá otra cosa, y después de Al Qaeda pues habrá otras cosas porque el horror, el dolor y el mal no son coyunturales, forman parte de nuestra naturaleza. Somos nosotros. Pinochet, Videla, Franco, Hitler, Mussolini y Stalin no son más que manifestaciones de una sociedad que los genera. Somos también nosotros culpables de ello. Después decimos "Ah, no sabía nada, que se los lleven". Pero usted era culpable también. Cuando el suboficial Fernández está torturando en la Esma a la señorita montonera Analía Martinetti con la picana, y en esos momentos está paseando por la Recoleta la familia Fernández con sus niños para comer medialunas en "La Biela" también esta sociedad es tan culpable de lo de la Martinetti como el sargento Fernández. ¡Porque no mira, porque no quiere saber, por lo que sea, pero colectivamente es tan culpable como el sargento! Es como el alemán que después de estar sacudiendo durante cinco años la ceniza de la ropa tendida a secar en la terraza de casa, te dice "Es que yo no sabía que había crematorios"... Es que no queremos saber. Theodor Adorno en su correspondencia con Thomas Mann hablando de Alemania, decía que lo terrible no era que hubiera gente que negara haber sido nazi, que podría haber sido hasta una ironía, sino que lo terrible era que realmente creían que no habían sido nazis. Eso es lo más terrible, que nadie lo asuma.

 

- Además de la palabra catarsis y las nuevas corbatas anchas tipo "babero", ¿qué más detesta?

- Pues detesto sobre todo, la estupidez y la ignorancia aliada al poder. No hay combinación más letal y más peligrosa para el ser humano que un estúpido, analfabeto, que además tiene poder. Por desgracia los tenemos en todas partes: en España, en Estados Unidos, en Argentina. En todas partes. Es un mal endémico. Al malo e inteligente lo puedes comprender, entenderte con él, negociar, pero al idiota no puedes hacerle comprender ni siquiera su propio interés.

 

"Una forma de poner el mundo en orden"

 

- Usted ha vendido millones de libros, dos millones de ellos solamente de "Alatriste", está presente en más de 25 países, es miembro de la Real Academia Española, escribe una columna semanal que leen millares de personas. No le voy a preguntar por la fórmula, pero me gustaría saber cómo se ordena para todas estas actividades.

- Yo soy muy disciplinado. Mi hija dice que soy un soldado. Y en verdad soy un soldado en esto. Para mí la literatura no es un arte, no es una actividad excelsa ni que te haga levitar. Es un trabajo, como el que va a la oficina a la mañana. Me levanto por la mañana, madrugo y me pongo a trabajar. Trabajo desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde todos los días. Tenga ganas o no tenga ganas. Hay días que salen cuatro páginas y días que sale media página. Es una disciplina de trabajo, como otro cualquiera. Y por eso funciona, claro. Desconfío mucho de los autores que hablan de la inspiración en el trabajo.

 

- Alguna vez usted dijo: "Me dedico a la literatura porque me gusta y me permite ajustar cuentas con todos los malos que se han cruzado en mi vida de periodista". ¿Quedan muchas cuentas pendientes en este sentido?

- Así como ajusto cuentas también hago homenajes. La literatura, para mí, es una forma de poner el mundo en orden. Cuando has llevado una vida como la mía, que me han pasado cosas, con una biografía con viajes, peripecias, circunstancias dramáticas, pues hay un montón de cosas para ordenar. Escribir es como ordenar los cajones de un armario revuelto. Cada novela es un cajón ordenado. Y aún me quedan cajones por ordenar.

 

- Usted ha logrado que ante la descripción, la mención de un cuadro, miles de lectores acudan a Internet, a bibliotecas, a los más variados libros para hallar esas obras. ¿Cómo nació su relación con la pintura?

- La pintura me interesa desde que era muy niño. Por razones familiares, culturales, de estudio, de educación, me relacioné con la pintura. Una de mis novelas se llama "La tabla de Flandes" que es sobre la pintura. Es un tema que conozco bien, estudié Historia del Arte cuando era joven. Cuando era pequeño leía libros de arte de mi abuelo, y tengo una familiaridad con ello. La pintura es muy importante por muchas razones, tanto la antigua como la moderna. Los museos de Buenos Aires los conozco todos muy bien.

 

- ¿Está satisfecho con la tarea que viene realizando en la Real Academia Española?

- Mucho. Para mí es un honor estar allí. El español es una lengua con una potencia extraordinaria. Es una riqueza incalculable y las academias son una especie de consejo de administración que administran el uso y el ejercicio de ese tesoro. Para mí estar allí es un privilegio, es un honor. No me imagino a nadie decir que no quisiera estar en la Academia. Y el que lo diga no sabe lo que es estar allí.

 

La navegación, la biblioteca y los jóvenes

 

- ¿Qué significa navegar para usted?

- Navegar es exactamente la mitad de mi vida. Sin el mar, sin un velero, sin el Mediterráneo para navegar por él, sin los libros que llevo a bordo y sin la vida en el mar que hago entre novela y novela, pues mi vida no tendría ni la mitad de la calidad y el valor que tiene.

 

- ¿Cómo se conforma su biblioteca?

- Tengo 17 mil volúmenes. Una mitad más o menos es Historia, un cuarto son clásicos, griegos, latinos y españoles, y el otro cuarto es de novelas. Más o menos se podría dividir así.

 

- ¿Cómo elige el tema que se convertirá en una novela?

- Ellas eligen. Son como las mujeres.

 

- ¿Qué le recomienda al joven que quiere ser escritor?

- Las palabras joven y escritor sin incompatibles. Ese es mi consejo. Cuando uno es joven lo que tiene que hacer es leer y romper mucho. Administrarse, afilar la espada y tener paciencia. Cuando tenga algo que contar podrá escribir una novela. Hay que esperar a tener algo que contar.

 

- ¿Está escribiendo algo en la actualidad?

- Sí, estoy escribiendo.

 

- ¿Se puede adelantar de qué se trata?

- Por supuesto que no (risas).

 

"Fontanarrosa es un genio"

 

En un tramo del reportaje, Pérez Reverte resaltó la tarea literaria de Osvaldo Soriano y Roberto Fontanarrosa.

 

"Durante mucho tiempo en la Argentina -señaló- las patentes de literatura estaban en manos de una banda de gilipollas".

 

- Usted en alguna oportunidad "postuló" al argentino Roberto Fontanarrosa para el premio Cervantes. El rosarino ahora acaba de devolverle gentilezas y postuló a Arturo Pérez Reverte para el premio Nobel...

- Un gran amigo (risas).

 

- Afortunadamente, los argentinos estamos reconociendo la tarea de un Fontanarrosa. Costó mucho darse cuenta que Osvaldo Soriano era un escritor excelente. Parece que el escritor popular, el alejado de los "círculos y tertulias" tarda más en ser reconocido y valorado.

- En la Argentina, durante mucho tiempo -ahora la cosa está cambiando- la literatura, las patentes de literatura estaban en manos de una banda de gilipollas. Y esos gilipollas han estado ninguneando a los escritores que valían. A Soriano, a Fontanarrosa, a gente que cometía “el pecado” de ser popular. Eso ha cambiado. Es bueno que se haya hecho justicia. Lo que pasa es que Soriano, con quien hablé antes de morir, se fue apenado porque nunca se lo reconoció en vida. Fontanarrosa tiene que ser homenajeado por todo. Es un genio. Un tipo que crea a Inodoro Pereyra y a Boggie el Aceitoso es un genio. Tendrían que estar en las escuelas como asignatura, los chicos deberían estudiar a Inodoro Pereyra. "Sí, el dibujante, los chistes, está bueno", dicen. Es todo una ideología. Es Argentina, coño. Este es un país muy ingrato. Los latinos en general somos muy ingratos todos. Pero Argentina, con este tipo de gente, es un país muy especial. Soriano y Fontanarrosa son dos ejemplos clarísimos. Pero bueno, Fontanarrosa está aquí y podrían aprovechar para rectificarse.

 

- ¿Y en España sucede lo mismo?

- Sí, era igual. Hace unos diez años que ha cambiado el panorama. Aquí también cambiará, pero aún falta.

 

"Estoy en la Real Academia gracias a Alatriste"

 

Hace diez años comenzaron a publicarse "Las aventuras del capitán Alatriste", que se fue convirtiendo en un éxito increíble. Alatriste encarna a un capitán de los tercios de Flandes con una historia basada en el siglo XVII. Con cinco libros editados -"El Capitán Alatriste", "Limpieza de sangre", "El sol de Breda", "El oro del Rey y "El caballero del jubón amarillo"- Alatriste llegó a las aulas y en pocas semanas se verá la película, que lo tiene a Viggo Mortensen como protagonista. "Estoy en la Real Academia Española gracias a Alatriste", señaló Pérez Reverte a LA CAPITAL. De hecho, su discurso de presentación en la Academia se tituló "El habla de un bravo del siglo XVII".

 

"Alatriste, por ejemplo, es un asesino, mata por dinero. Yo mataría, pero no por dinero, sino por otras razones", aseguró.

 

- ¿Qué significa para usted que las aventuras del Capitán Alatriste hayan llegado a las aulas escolares?

- Para mí es un honor. Saber que hay colegios argentinos y españoles, de Estados Unidos, donde se lee Alatriste, me hace sentir muy bien. Es un triunfo personal y moral, y sobre todo porque hay una segunda faceta, ya que yo escribí Alatriste para recuperar la memoria. Fuimos luz y sombra, fuimos buenos y malos en lo español, lo hispano -y esto incluye a la Argentina- ese mundo latino nuestro. Que los chicos jóvenes aprendan a leer literatura española y su historia me pone muy orgulloso. De hecho yo estoy en la Academia por Alatriste.

 

- ¿Cuánto tiene de usted Alatriste?

- Algo tiene, pero ninguno soy yo. A los personajes les doy parte de mí para que vivan. Alatriste no soy yo. Alatriste por ejemplo es un asesino, mata por dinero. Yo mataría, pero no por dinero, sino por otras razones.

 

- Se viene la película de Alatriste, con la interpretación de Viggo Mortensen. ¿Cuáles son las expectativas?¿Le costó dar el visto bueno al proyecto?

- Ya la he visto en bruto y Viggo Mortensen está extraordinario. Es Alatriste. Ahora me cuesta trabajo imaginar a Alatriste con otra cara. Viggo se adaptó mucho al bigote, a todo. Hubo una fusión de imaginación con el actor y yo realmente estoy muy satisfecho con lo que ha hecho. Se estrenará a fines de agosto.

 

- ¿También "La Reina del sur" llegará al cine?

- Están con ella los americanos, la Warner. Están con el guión todavía. Aún están en una fase muy precaria.