El desastre de Trafalgar
(Articulo publicado en "La voz de Cadiz" el 21
de octubre de 2004)
Pérez Reverte, en declaraciones sobre su reciente novela Cabo Trafalgar,
aprovechaba para arremeter contra la clase política del país
sobre la falta de planificación en la conmemoración del Bicentenario
de la Batalla de Trafalgar: un acontecimiento histórico de amplio
alcance que hubiera servido como ensayo de otro programa mucho más
definitivo y emblemático para el entorno gaditano como es el 2012.
No le falta razón al novelista y académico cuando se queja,
alarmado ante la improvisación y la falta de seriedad de las políticas
culturales con las que tendemos a hacer lectura de nuestro pasado más
emblemático, en contraste con esas otras visiones más comprometidas
de nuestros vecinos europeos que pronto se hubieran puesto las pilas, y hubieran
sacado un partido extraordinario también económico a una fecha
y un acontecimiento de especial significado y relevancia no sólo para
Cádiz. Porque Trafalgar supone un punto de inflexión en la
historia y en la configuración de la Europa Contemporánea,
además de contribuir, como un elemento de poderosa proyección
a esa imagen negra con la que tradicionalmente se ha venido identificando
la cultura española. Trafalgar era todo un símbolo y un emblema
del ruinoso papel que va a desempeñar España hasta el otro
desastre del 98 frente a Estados Unidos como «potencia» marítima
internacional.
Dadas estas circunstancias hubiera sido una ocasión única
para, desde una mirada crítica y rigurosa, intentar descifrar algunas
claves de la Historia de España, y reflexionar también sobre
los orígenes de la nación española en diálogo
con la contemporaneidad. Así lo vio en su día Pérez
Galdós, en cuyos Episodios Nacionales nos ofrece una narración
muy relevante a este episodio de la historia, que vuelve a poner sobre el
tapete de la ficción narrativa, entre otros, Ramón Solís
en Un Siglo llama a la puerta, dando un protagonismo a una ciudad -Cádiz-,
que ahora renuncia a ese papel principal que su historia le ha venido otorgando
cada cierto tiempo, con una generosidad a la que se hace oídos sordos.
Su falta de proyección de futuro se plasma nuevamente ante una fecha
que podría haber servido para volver a ser los protagonistas, ahora
no de una ficción, sino de una realidad, que colocara al entorno
gaditano y su mar en el centro de atención de la opinión internacional,
aunque tan sólo fuera por unos días. Pero -claro- para ello
hace falta un tiempo, un consenso, una generosidad y unas sensibilidades
políticas y sociales con las que no parecen identificarse en la actualidad
«nuestras» instituciones públicas.
Se podía haber pensado en un ambicioso programa cultural de exposiciones
y congresos, además de otras actividades, sobre la ciudad y el mar,
la imagen de Trafalgar en la pintura, la literatura (Pérez Galdós,
Ramón Solís, José Luis Corral, Pérez Reverte),
la arquitectura del mar, la vida en la ciudad en aquellos días...
En definítiva, cualquier cosa -con tiempo, dinero y reflexión-
ante que repetir el desastre de Trafalgar con el nuevo desastre de su conmemoración.
¡Qué le vamos hacer!
Alberto Romero Ferrer