“Muchos de mis lectores se identifican con Alatriste”.

 

Miércoles, 13 de diciembre de 2006

 

El escritor y académico cartagenero sitúa la sexta entrega de su serial de aventuras en un mar Mediterráneo infestado de piratas

 

TOMÁS GARCÍA YEBRA/COLPISA. MADRID

 

Desembarcos y abordajes, saqueos y piratas, ciudades que se asoman al peligroso balcón del mar Mediterráneo (Nápoles, Orán o Malta), configuran el escenario de Corsarios de Levante (Alfaguara), sexta entrega de las aventuras del capitán Alatriste, un personaje que está ganando tantas batallas con la espada como su creador con la pluma. De los cinco volúmenes anteriores (el espadachín lleva rodando diez años) se han vendido más de cuatro millones de ejemplares en 30 lenguas. Tras el éxito de la película Alatriste, protagoniza por Viggo Mortensen, la internacionalización de este mercenario del siglo XVII ha alcanzado los cuatro puntos cardinales.

 

«Estoy recibiendo cartas, un montón de ellas, incluso de nombres famosos, como un cantante o un bailarín cuyos nombre me reservo, que se sienten identificados con Alatriste. Me dicen: ¿si es que ése que retratas soy yo!», dijo Arturo Pérez-Reverte, quien atribuye la identificación héroe-lector a la propia «complejidad» de un personaje «nada lineal» y con bastantes recovecos. «Hay novelas, al estilo de Los tres mosqueteros, que retratan magistralmente una época, pero mi pretensión es ir más allá; además de describir cómo huele Nápoles o las calles del Madrid del Siglo de Oro, quiero plasmar el alma de unas personas y expresar cómo esas almas van evolucionando». Tras decir esto, se quedó unos segundos reflexionando. Agregó: «Dumas nunca reflejó la amargura de ser francés; yo sí he querido reflejar la amargura de ser español».

 

Además de los habituales -Diego Alatriste, un hombre que prefiere las estocadas a las palabras, e Iñigo Balboa, narrador de las aventuras-, se incorporan nuevos rostros, como el marinero Manuel Urdemalas, capitán de la Mulata, o Gurriato de Orón, un moro de comillo retorcido con puntos de vista un tanto singulares.

 

Los valores

 

Arturo Pérez- Reverte (Cartagena, 1951) considera un error juzgar las acciones de entonces con la tabla de valores de la actualidad. «Los cristianos, en tiempos del Cid, creían que degollando a los moros se glorificaba a Dios, y eso, en nuestro raciocino actual, no tiene cabida». Ni siquiera se puede juzgar, según el académico, lo que ocurrió en la Guerra Civil o en la Segunda República, pues «a pesar de la cercanía son situaciones sociales que no tienen nada que ver con la nuestra. Sólo los ignorantes se atreven a juzgar, y lo hacen, claro, porque jamás han tenido un libro de historia entre las manos». Un aspecto importante del texto es el lenguaje. «Constituye uno de los protagonistas», precisó el escritor. «No se trata de salpicar la narración con arcaísmos, sino de modernizar el lenguaje del siglo XVII; pretendo que el léxico de los delincuentes y las germanías tenga sabor de época, pero también pretendo que lo que escribo lo entienda todo el mundo». Si en otras aventuras situó la acción en el Madrid de Felipe IV, en Breda o la Sevilla de 1626, esta vez Alatriste se embarca en la Mulata -«una galera de veinticuatro bancos»- para navegar por el Mediterráneo, arribar en Nápoles y llegar hasta el mar Egeo, los escenarios donde transcurre la acción.

 

«El mundo de Alatriste era un mundo canalla, pero se respetaban las reglas; hoy Alatriste no podría sobrevivir porque no existen reglas», subrayó. «Yo creo que la gente que enroló a la conquista de América o se largó a Nápoles no lo hizo por la patria ni por el rey ni por conceptos más o menos abstractos; eran jóvenes, sin nada que perder, con sed de aventuras, de mujeres y de un botín que les permitiera salir de la miseria para el resto de sus vidas». Aseguró que no habrá más películas de Alatriste, pero no descartó que se haga una serie de televisión. «Es un proyecto que todavía está en mantillas; queda mucho trecho por recorrer». Pérez-Reverte está contento con la versión de Agustín Díaz Yanes. Incuso con los defectos. «Hay matices que se escapan a un espectáculo visual como es el cine; esa lucidez del héroe cansado, la ambigüedad de sus sentimientos, la mezcla de crueldad y ternura, toda esa encarnadura se pierde en el Alatriste del celuloide, pero a pesar de todo ello es una película que aplaudo y estoy muy contento de que se haya hecho».

 

Miles de libros

 

Posee una biblioteca con 17.000 títulos. Cerca de 4.000 los ha utilizado para ambientar las aventuras de su intrépido capitán. «También utilizo mapas de la época e ilustraciones con el objeto de reconstruir los escenarios de la manera más fiel posible». Una vez que ha empollado los datos viaja a los lugares. «Es necesario patearlos. Y olerlos».

 

Cuando acabe la serie (todavía le quedan tres títulos: El puente de los asesinos, La venganza de Alquézar y Misión en París) no sabe si emprenderá otra saga. Lo único que adelantó fue que le atrae el siglo XVIII. «Fueron cien años donde pudimos reengancharnos al progreso, pero no supimos hacerlo: había gente ilustrada, personalidades muy válidas. Sin embargo, para nuestra desgracia, acabó triunfando el espadón y la sotana».