“Un reportero en el Dos de Mayo”

 

 

Martes, 11 de diciembre de 2007

 

MIGUEL LORENCI . MADRID

 

CONTAR sin juzgar". Más que nunca, esta ha sido la pretensión de Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) que vuelve a fajarse con la historia en su último libro. En Un día de cólera (Alfaguara) el narrador y académico recupera al reportero que fue para echarse a la calle en el convulso Madrid del Dos de Mayo de 1808.

 

"Es como si hubiera tenido una cámara de vídeo y hubiera salido a la calle a grabar un Mi cámara y yo con lo que estaba pasando" dice un Pérez-Reverte aséptico que sabe que "es un error juzgar el pasado con ojos del presente" y que aquella histórica jornada "fue manipulada hasta la saciedad por la historia oficial".

 

Ha conjugado reportaje, novela e historia en una narración trepidante en la que da cuenta de los hechos a través de 350 personaje reales, "con nombre y apellido" y en tiempo real: de las ocho de la mañana a las cuatro de la madrugada "de una jornada admirable y terrible que cambió la historia sin proponérselo" y que nos cuenta en 400 vertiginosas páginas.

 

"Es un falso reportaje", advierte el creador de Alatriste que pasó dos años manejando libros, legajos y memoriales con información de primera mano y muy precisa. "Quizá un 75% es historia y un 25% ficción en un libro complejo, con algo de diario colectivo y documental al estilo de El año de la peste de Daniel Defoe" explica el internacional escritor, en referencia al falso diario que escribió el autor de Robinson Crusoepara explicar cómo fue la vida en Londres durante una epidemia.

 

"Necesitaba el tratamiento frío y distante para un texto que no es didáctico pero sí tiene intención didáctica" dice. Y es que Pérez-Reverte quiere reinterpretar un episodio crucial de nuestra historia "que no ha dejado de manipulare desde el mismo día de los hechos". "Lo manipuló Fernando VII, el absolutismo, los carlistas, la restauración, la Segunda República, pero sobre todo el franquismo, que le confirió un tono épico, imperial, mítico y patriotero que no tuvo".

 

Especialmente patético fue el tratamiento del Dos de Mayo del cine franquista. "Era para retrasados mentales, maniqueo, estúpido y elemental. Estaría bien revertirlo y tratar con objetividad episodios dignos, nobles y heroicos como el de Agustina de Aragón o el parque de Monteleón, que de haberse dado en Estado Unidos o Gran Bretaña, sería como nuestro Álamo".

 

Rechazo histórico

 

Ese tratamiento "genera un rechazo histórico". "El franquismo contaminó esos hechos a través de la historia y el cine oficiales, haciéndolos inasumibles para gente lúcida, normal o de izquierdas, cuando es un fecha asumible sin problemas para la izquierda y la derecha" propone el escritor. "Como en tantos casos, estamos pagando la contaminación franquista de la historia. Los progresistas, en vez de limpiar y descontaminar esa parte de nuestra historia, la han arrinconado sin acertar a despojarla de elementos patrioteros, dejándola como patrimonio de la derecha", lamenta. Sabe que le acusarán "de patriotero por acercarme a una fecha como esta, cuando de patrioteril no tiene nada de nada ni la sublevación ni el libro". "No fue la sublevación patriótica y heroica que nos vendieron. Fueron cuatro mataos los que se echan a la calle. Los chulos, putas, rufianes, tenderos, albañiles, criados, mozos de cuadra, o taberneros....: la gente baja, la chusma sin ninguna vinculación con las elites fue la que se enfrentó al ejército mas poderoso del mundo con navajas, palos, hachas, martillo y hoces" advierte Pérez-Reverte.

 

"Sólo se alzó un aristócrata y dos capitanes, Daoiz y Velarde. Los alzados, y eso es lo admirable, fueron los marginales de un pueblo cabreado por los abusos, violaciones, robos, expolios y humillaciones a que les sometían los franceses", enumera. "No hubo nada de patria o nación. Son explicaciones que vinieron después. Fue un enorme cabreo la ira popular la que se alzó; la misma ira a veces irracional por la que algunos abuchean hoy a Zapatero o apalean a un ministro", reitera.

 

"Las clases cultivadas se vieron ante una grave disyuntiva: Francia era la modernidad, el progreso y el desarrollo del saber y las ideas" explica Reverte. "La tragedia de la inteligencia se genera entonces. Tomar partido por Francia era hacerlo por un rey infame y un sistema corrupto, podrido e involutivo apoyado por una iglesia miserable y reaccionaria. Hacerlo por el pueblo en armas era sumarse a la chusma". Cree el escritor que ahí esta el germen "de la división y de un drama intelectual y político que, con el pasar del tiempo, conoceremos como el de las dos Españas".

 

Un drama del que darían cuenta Goya, Blanco White o Moratín y que Pérez-Reverte no sabe cómo hubiera vivido. "No se qué hubiera hecho yo entonces, pero tengo la ventaja de manejar los datos y saber lo que vino después" reconoce.

 

Aquella jornada violenta sería histórica "sin que nadie se lo propusiera ni alcanzara a presumir sus consecuencias: Una guerra, la caída de Napoleón o una nueva Constitución". "Busqué una visión original. Hacer un pastiche de Galdós no tenía sentido" explica Pérez-Reverte.

 

A salvo

 

No conocer la historia acarrea el riesgo de repetirla, pero cree Pérez-Reverte que estamos a salvo de otro Dos de Mayo. "La gente ya no es así. Los marginales de hoy son otros, como los de la Cañada Real [el barrio de chabolas donde tuvo que intervenir la policía para realizar desalojos]. Sí puede haber intifadas. Y las habrá por la imprevisión y la incompetencia de la clase política, que es incapaz de leer historia, ni siquiera historia contemporánea". "Si tienes inmigración de usar y tirar como queremos tenerla, cuando se crean esas bolsas de marginalidad y desatención, se ganan a pulso a las intifadas", concluye.

 

Comisario Pérez-Reverte

 

Los mismos hechos que relata en Un día de cólera los narrará Arturo Pérez-Reverte a través de una exposición. El escritor y académico ha aceptado el reto de ser el comisario -"menuda palabreja"- de la gran exposición que con motivo del segundo centenario de la sublevación organizará el año próximo La Comunidad de Madrid. Se autoproclama Pérez-Reverte como "un novelista libre" que escribe "lo que le pide el cuerpo". No desecha escribir sobre Hernán Cortés y la conquista de América o los almogávares en Constantinopla, pero será cuando se libere del "comisariado".

 

Apenas ha empezado a trabajar en el proyecto, pero ya sabe que lo que ocurrió entonces "no puede juzgarse con los criterios morales y éticos de hoy. Es un grave error". "No había organizaciones de derechos humanos ni ONG. Los soldados galos eran profesionales entrenados para matar a degüello y los majos y marginales gente pendenciera y de navaja fácil, los más salvajes de aquella Europa".

 

Cree que no habrá película sobre su visión del Dos de Mayo, al contrario de lo que ocurrió con Alatriste o como ocurrirá con La Reina del Sur, que inicia rodaje en primavera.

 

El cineasta venezolano Jonathan Jakubowizc -"un genio entre Tarantino y Robert Rodríguez"- deshoja la margarita para saber si el personaje de Teresa Mendoza lo encarnará Salma Hayek o Eva Mendes.