“Si los héroes del 2 de mayo vieran hoy en el telediario a Ibarretxe o Rouco dirían asombrados: 'Hicimos el gilipollas'"

 

Jueves, 24 de abril de 2008

 

Nuria AZANCOT

 

Impertinente y libre, Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), el último francotirador de nuestras letras, es el Comisario de la exposición Madrid Dos de mayo 1808-2008. Un pueblo, una nación, un viaje en el tiempo que nos arrastra a las calles encendidas hace doscientos años contra las tropas napoleónicas. No perdona la fanfarria patriotera. Y, una vez más, tampoco hace prisioneros...

 

Arturo Pérez-Reverte por Gusi Bejer

 

Pregunta: ¿Se imagina lo indignados que están algunos historiadores con usted?

Respuesta: Supongo que se refiere usted a cierto historietista resentido que ha sacado libro y lo promociona llorando por las esquinas porque no le dejamos mojar en esta salsa. Pero qué se le va a hacer. No siempre hay turrón para todos.

 

P: En serio, ¿por qué ha preferido a esos frikis que recitan de memoria cómo eran las charreteras de los uniformes a los especialistas con mil tratados?

R: Le aseguro que mil tratados no hay. Lo sé porque tuve que leerlos todos. Y esos frikis españoles o franceses saben más del Dos de Mayo que Daoiz y Velarde juntos. Además, a los especialistas de verdad también los tenemos en el equipo. Jesús Alía Plana y José Manuel Guerrero Acosta, por ejemplo, son las máximas autoridades sobre el Dos de Mayo.

 

P: ¿Con qué se va a encontrar quien visite la muestra?

R: Con un viaje apasionante a ese día y a sus protagonistas. Un experimento didáctico, narrativo y audiovisual extraordinario, si todo sale bien y no se nos funden los plomos y se va la luz.

 

P:¿Cuál es la estrella?

R: El recorrido no tiene nada de convencional. Combina elementos expositivos clásicos con ilustraciones, testimonios, maquetas y recreación viva de escenarios. Al visitante lo fusilan y todo, al final. O casi. Es un conjunto unitario: contamos una historia.

 

P: ¿Una historia que confirma que el 2 de Mayo fue una explosión de cabreo, no un día de exaltación de la patria ni de libertad...?

R: Es el visitante el que sacará sus propias conclusiones. Nosotros lo paseamos por Madrid desde la mañana del 2 de mayo hasta la madrugada del 3. Conocerá a la gente implicada y vivirá sus emociones. Luego, si se cabrea o no, ya es cosa suya.

 

P: ¿Qué papel tuvieron esos días la dignidad y el honor?

R: La palabra honor siempre suena sospechosa, porque mucho sinvergüenza se camufla en ella. Podríamos discutirla. La dignidad sí es indiscutible.Hubo mucha gente digna ese día. Aunque hubo mucha más gente vil y cobarde.

 

P: ¿Se ha manipulado el 2 de mayo?

R: Se ha confundido el estallido de cólera inicial con el largo y complejo proceso que vino después. Algunos siguen vendiéndonos una España espontáneamente alzada contra el invasor, y eso es mentira. O inexacto. Ya sólo le falta asegurar a algún cantamañanas que el Dos de Mayo la nación se levantó por la Constitución de 1978.

 

P: ¿Por qué sigue siendo una fecha incómoda?

R: Porque el franquismo la contaminó, como todo, de fanfarria barata y patriotera. Y porque la actual clase política española es de una incultura atroz, y no ha leído un libro de Historia en su puta vida.

 

P: ¿Cree que se ha faltado al respeto a nuestra historia?

R: No es cuestión de falta de respeto, sino de desidia y mala fe. La Historia es el patito feo en los colegios españoles. La que no se ignora, se reescribe a gusto del cacique local.

 

P: ¿Nos hubiera ido mejor si nos hubiésemos afrancesado y hubiésemos apostado por la cultura, con perdón?

R: No me cabe la menor duda. Pero teníamos que habernos afrancesado antes, con una guillotina en el momento oportuno. Nos faltó ese higiénico afeitado masivo en seco, y luego ya fue demasiado tarde. Todos los guillotinables se quedaron vivitos y coleando. Me refiero a reyes, obispos, espadones, y también a muchos demagogos tontos del ciruelo. Algunos todavía siguen aquí.

 

P: De los tópicos sobre 1808, ¿cuál le resulta más molesto?

R: El de la nación unida, libre, lúcida, solidaria y en armas como un solo hombre y una sola mujer. Aquí, con perdón, cada perro se lamió su órgano. Más o menos como ahora, pero a lo bestia. Mire los cuadros y los Desastres de Goya: casi nunca se distinguen los buenos de los malos. El sordo gruñón y genial nos conocía mejor que nadie.

 

P: ¿Qué hubiera hecho Pérez-Reverte el 2 de mayo?

R: Depende. Si hubiera sabido lo que sé ahora, me habría quedado en casa, diciendo: “Que a Fernando VII lo traiga su puta madre”. Pero si los franceses me hubiesen tocado mucho las narices, supongo que habría abierto la navaja. Aunque no por la patria, ni por la independencia. Lo habría hecho por ajustar cuentas personales. Las mías.

 

P: ¿Fue Fernando VII el rey que se merecían los españoles de 1808?

R: Los de 1808 no se merecían a ese infame canalla. Pero los que en 1823 aplaudían a los franceses que volvieron a invadirnos, esta vez a afianzarlo en el trono y a cargarse la Constitución, ésos sí que se lo merecían. Era tales para cual.

 

P: ¿Y España el país que merecieron los héroes de 1808?

R: A la larga, España siempre tiene lo que quiere tener. Lo que se merece. En todo caso, si Daoiz o Clara del Rey vieran hoy, por ejemplo, a Ibarretxe o a monseñor Rouco en el telediario, se mirarían unos a otros, asombrados, diciendo: “El Dos de Mayo hicimos el gilipollas”