“El
Dos de Mayo no luchó toda la nación como dicen, sino que fueron cuatro gatos “ |
Domingo, 20 de enero de 2008
Tamara de la Rosa
(Vitoria) De corresponsal de guerra a escritor de best seller. El creador de Las aventuras del capitán Alatriste y reciente miembro de la Real Academia, Arturo Pérez Reverte, visitó Bilbao para presentar su nuevo libro en el que da vida a los protagonistas del Dos de Mayo de 1808. Amante de la lectura y del mar, espera poder pasar más tiempo navegando por el mediterráneo en su velero. Aprovechando su visita, hablamos con él sobre su nuevo trabajo, del que ya ha vendido 300.000 copias e incluso profesores lo usan como referente en las clases de historia. A Reverte se le ve realmente contento.
¿Por qué un libro sobre el Dos de Mayo de
1808?
La historia de esta fecha ha sido muy manipulada a lo largo de la historia, por eso he querido despojar a esta historia, en su segundo centenario, de toda manipulación, dando voz a los verdaderos protagonistas del Dos de Mayo, toda esa gente, con nombres y apellidos que se sublevó contra los franceses. Ese día España cerró las puertas a la modernidad.
¿A qué se refiere cuando habla de
manipulación?
Me refiero a que durante 200 años todas las fuerzas políticas españolas han procurado hacer suyo el Dos de Mayo. Para los absolutistas se habían levantado por el rey y por la religión; para los liberales por la nación y por la libertad; para los carlistas por la legitimidad, para la I República por la independencia de cada uno... Todos y cada uno de ellos han hecho su lectura. Lo cual también es bueno, porque significa que todo el mundo ha querido verse reconocido en el Dos de Mayo. Es un tema común, que sirve para discutir, para que todos puedan hablar de él. Nadie lo rechaza, solo los estúpidos e incultos. Aquel día no luchó toda la nación sino cuatro gatos. La nación reaccionó más tarde.
Según la editorial, "Nadie lo había
contado así". ¿Cómo lo cuenta Pérez-Reverte?
Yo quería despojar la historia de esa manipulación patriotera que se ha hecho después. Quería limpiar el material y ver a las personas, a los protagonistas, a la gente que hizo aquello en la calle ese día. La forma más segura era hacer un libro con un tono documental. No inventar nada, sino utilizar material que ya había. Lo que he hecho ha sido ordenarlo de una forma novelesca en la que tanto nombres, personas y hechos son verdad. Así, los lectores podrán sacar sus propias conclusiones de aquel día.
¿Qué material ha manejado para escribirlo?
Bueno por suerte hay muchísimo material. Por una parte tenemos todas las relaciones de muertos y heridos de aquella jornada. Pero además hay memorias de testigos que estuvieron allí, como son mesoneros romanos, Alcalá Galiano, el conde de Toreno... que contaron su recuerdo de ese día. También franceses. Si uno sabe reunirlo y estructurarlo hay mucho material. Lo que he hecho ha sido unir todos los testimonios de los testigos con el material documental para tener todo ese cuerpo de realidad con la que trabajar la novela.
¿Su experiencia como reportero de guerra le
ha ayudado a la hora de escribir 'Un día de cólera'?
La experiencia como corresponsal de guerra me ha ayudado a plantear el aspecto documental del libro. Me ayudó mucho a reconstruir la escena de lo que sucedió. Yo no estuve el Dos de Mayo en la calle pero he estado en guerras con lo cual he podido trasladar mi experiencia, mis recuerdos, el ambiente, el olor, lo que se respira en la calle, y llevarlo con más realismo a la novela. A mí no me han contado el Dos de Mayo, lo he vivido porque he vivido otros Dos de Mayos en otros lugares. Esa experiencia personal es mi ventaja sobre el historiador. Este está limitado a los textos y a las fuentes que maneja. Yo como novelista y ex reportero tengo una libertad y una serie de conocimientos extra históricos muy útiles para la historia de los que el historiador carece. Por eso procuro que los valores principales del libro sean el documento y el testimonio.
Si hubiese vivido ese Dos de Mayo, ¿qué
habría hecho?
Cuando era joven creía que lo tenía claro. Hubiese luchado contra los franceses. Pero ahora con la distancia y la lucidez que te dan los años y los libros comprendo que no está tan claro. Si hubiese podido me habría quedado en mi casa ese día. Pero no siempre es fácil quedarse en casa. ¿Qué pasa si matan al vecino o si queman su casa? Al final, tienes que decidir. Esa es la tragedia de la gente lúcida.
¿Qué conclusión saca de esta fecha después
de haber escrito el libro?
Que España es un país muy difícil y muy peligroso. Y sobre todo que es una pena que toda esa gente, tan generosa, tan dispuesta a sacrificarse y a pelear con fe, hubiese sido capaz de hacer muchas cosas bien gobernada, orientada y dirigida. Esa gente llena de coraje, que el Dos de Mayo se enfrentó a los más poderosos del mundo, con navajas y macetas y los tuvieron a raya, era gente ignorante, fanática, cruel, inculta. Si hubiera sido culta, educada para una convivencia y para un futuro y bien gobernada hubieran podido hacer muchas cosas buenas. La conclusión es la tristeza profunda como español al ver mal empleada tanta energía, tanto coraje, tanto valor y generosidad. Verla mal empleada de mano de los obispos de siempre, de los ministros corruptos de siempre...
Asegura que en este libro ha usado tanto
trucos de novelista como de periodista. ¿No echa de menos el periodismo?
No, hace ya muchos años que me retire y ahora estoy muy bien como estoy. Ya no tengo jefes. A veces tengo nostalgia de mi juventud, pero bueno, eso no es por el periodismo, es por la edad. Soy dueño de mi tiempo y de mi trabajo. Tengo libertad absoluta y eso no lo tenía con el periodismo. Sería una estupidez renegar de esta situación.
Siempre se ha definido como un gran lector,
¿cuántos libros tiene en casa?
Ahora hay unos 20.000 libros en casa, de los cuales unos 12.000 ó 13.000 son de historia.
Reportero, corresponsal de guerra, escritor
de best seller, miembro de la Real Academia, ¿qué le queda por hacer a
Pérez-Reverte?
Nada. Quizá navegar más. Tengo un velero y me gustaría pasar más tiempo en él. Eso es lo que espero hacer, pasar más tiempo en el mar y menos en la tierra.