“El pueblo se equivocó de causa”

 

Martes, 15 de enero de 2008

 

Arturo Pérez-Reverte y la periodista Almudena Cacho dialogaron en el Aula de Cultura de EL CORREO sobre la última obra del autor, 'Un día de cólera', basada en el 2 de mayo de 1808

 

IÑAKI ESTEBAN

 

Cada uno ha intentado hacer un Dos de Mayo a su medida para usarlo de propaganda. Los absolutistas interpretaron esa fecha de victoria del rey contra el invasor francés. Para los carlistas venció la tradición. Los liberales vieron en las calles de Madrid la urgencia de la libertad y los franquistas se apoderaron de la efeméride para demostrar la inveterada gallardía de los militares. Incluso los republicanos exiliados en Argentina, contó ayer Arturo Pérez-Reverte en Bilbao, celebraban el Dos de Mayo como símbolo de la España oprimida.

 

El autor, con Almudena Cacho.

 

El escritor estuvo ayer en el Aula de Cultura El Correo, de la Fundación Vocento, para dar su versión de los hechos, los mismos que ha recreado en su última novela, 'Un día de cólera' (Alfaguara). Pérez-Reverte dialogó con la periodista Almudena Cacho, directora de Punto Radio en Bilbao, sobre este libro, que trata de ver la historia desde abajo, desde los cuatro mil madrileños que salieron a la calle, armados con navajas, para expulsar a las tropas napoleónicas.

 

«Quería poner a punto un mito de mi infancia. Nací en 1951, estudié en los maristas y me enseñaron un Dos de Mayo como un gran triunfo patriótico. Para preparar esta novela estuve leyendo la relación de muertos y heridos de ese día y, como se anunció una indemnización para las familias de las bajas, también leí los testimonios de la gente. Había albañiles y carpinteros, no grandes militares», comentó ayer el escritor en la Sociedad Filarmónica de Bilbao, que ayer estaba prácticamente llena para la sesión del Aula de Cultura El Correo.

 

La referencia de Galdós

 

Para escribir 'Un día de cólera', Pérez-Reverte tuvo en cuenta la novela de Benito Pérez-Galdós sobre este 'episodio nacional', como inspiración pero también para no repetir el mismo esquema. Así que optó por narrar como si fuera un libro de historia, una novela-documento o un gran reportaje que cuenta «el valor de un pueblo ignorante que se equivocó de causa».

 

Según Pérez-Reverte, el pueblo de Madrid «defendió lo peor, lo rancio, lo oscuro, las sombras, la sacristía». «Ahora, prefiero lo valiente equivocado a lo cobarde, aunque es verdad que los luchadores de entonces iban al Cielo, y así era más fácil morir», añadió el autor.

 

Los «doctos, los cultos», prefirieron no tomar partido ese día. Lo mismo que Goya, en cuyos cuadros «no hay buenos ni malos. Por eso fue proscrito».

 

El autor lamentó que la llegada de la democracia demononizara la fecha. «En vez de quitar la basura de la historia, se tiró todo por la ventana, porque se vio en el Dos de Mayo el patrioterismo barato, cuando de ese día hay mucho que aprender porque ahí empiezan las dos Españas, la ilustrada y la oscurantista».

 

A la pregunta de Almudena Cacho de qué esperaba el escritor de las celebraciones previstas para conmemorar la histórica fecha, respondió: «De los políticos, nada, porque son todos analfabetos, menos un 10% que es culto pero no lo ejerce en público». La respuesta arrancó los aplausos del público. «Si hubiéramos sido franceses, ingleses o estadounidenses, seguro que habría unas cuantas películas. Pero, claro, estamos en España», agregó.

 

Pérez-Reverte atribuyó en parte al carácter español la derrota de Napoleón. «Pensó que iba a ser como en Alemania, que cuando conquistaba una ciudad se rendían todos y se ponían a su disposición. Aquí no pasó eso, cada uno siguió yendo a su aire».

 

La victoria del Dos de Mayo supuso para el escritor el «triunfo de la España feudal y foral, la de los caciques, los curas y los aristócratas». Él se definió como «jacobino». Y remató: «Si hubiéramos sacado la guillotina a tiempo, quizá hoy tendríamos otro país».