El diamante
Así empieza el libro del que os quiero hablar. Sí, ya sé, no es de APR. Pero dejadme seguir y veréis como también hablo de él.
La primera vez que leí “El diamante” me pareció un libro maravilloso. Creo que es el libro que todos, alguna vez, hemos deseado escribir. Pero también es el libro en donde se narra una aventura que a cualquiera le hubiera gustado vivir a los quince años de edad. Tal vez puede parecer un libro para lectores adolescentes, pero no es así. En una primera lectura se acaba con la sensación de haber leído un libro simplemente de aventuras; pero al poco tiempo nos damos cuenta que no. Ello se debe a las emociones y sentimientos que nos ha trasmitido. No solamente hemos leído una acción y una intriga, sino que hemos sido partícipes de ella hasta el extremo de sentirnos completamente emocionados. El autor ha sido capaz de crear un mundo en el que nos ha atrapado plenamente. La complicidad necesaria entre el autor y el lector es perfecta.
También creo que es una obra que refleja mucha madurez por parte de su escritor, que a la vez, la transite perfectamente a sus personajes. Esta es una característica común a APR. Si algo me comunican sus libros es su lucidez; el estar escritos por alguien con un dilatado currículo vital y que un día se decide a organizarlo y expresarlo a través de sus novelas. Es esa combinación de misterio, aventura y conocimiento lo que hace que “El diamante”, al igual que muchas novelas de APR, sea un libro apto para todos los públicos.
Me gustaría resaltar algunos parecidos con la obra de APR y con sus personajes. Intentaré en todo momento evitar descubrir la intriga y el desenlace. También intentaré no describir los pormenores del argumento de la obra, aunque éste se puede leer en la contraportada del libro.
El personaje principal de “EL diamante”, John Trenchard, es el equivalente al de Iñigo Balboa en la saga del Capitán Alatriste. Ambos representan los mismos valores: fundamentalmente la inexperiencia vital de la adolescencia. Los dos se ven inmersos en un mundo nuevo y por descubrir, guiados de la mano de personas maduras y forjadas en un mundo despiadado.
El personaje de Elzevir Block, es un personaje curtido por la desgracia. Desposeído de aquello que más quiere, su hijo, representa lo que muchos personajes de APR; su fortaleza estriba en gran parte en su escepticismo ante lo que le rodea. Taciturno, duro, desilusionado, lúcido y con pocos amigos, sigue sus propias reglas. Como si la desgracia forjara una nueva personalidad. Capaz de dar respuestas firmes y claras a lo que antes podían ser respuestas dictadas por la duda, la revancha, la envidia o la norma social dominante. El desencanto, el escepticismo a las leyes imperantes del momento, el desengaño hacia todo lo que antes era capaz de ilusionar, son precisamente las armas con las que afronta los nuevos retos. Sin revanchismo ni rencor, sino por mantener lo único que puede sostener a una persona en pie tras la desgracia y el desánimo: la dignidad; permaneciendo firme y fuerte por dignidad. Como dice muchas veces APR, y queda de manifiesto en todas sus novelas, al llegar a una etapa vital, cada uno sigue sus propias reglas. Códigos de conducta aprendidos, como diría Ana María Matute, a través de las “hostias que te da la vida”.
De la misma forma que en la saga del Capitán Alatriste, también en “El diamante” se da una similitud en la relación que une a los personajes principales. Me refiero a la pareja que hacen Iñigo Balboa y Diego Alatriste. En este caso la pareja correspondiente es John Trenchard y Elzevir Block. También aquí asistimos a la unión entre la inexperiencia de un adolescente y la experiencia de un curtido personaje juicioso.
Otra semblanza es que en ambas novelas el personaje adolescente se enamora de la hija del “malo”. En este caso aparecen matices muy diferenciadores, pero en esencia la situación es muy semejante.
Leí “El diamante” sin tener referencia alguna. Es una obra de la que no había tenido noticias. Ningún conocido me había hablado de ella. Tampoco había leído ni oído en ningún medio de comunicación nada sobre la misma. Por eso cuando acabé de leerla me pareció haber efectuado un descubrimiento maravilloso.
Literalmente me enganchó desde la primera frase. El relato alcanza momentos realmente fascinantes. No hablaré mucho de ello, pues no quiero desentrañar ni desvelar nada que pueda intuir el desenlace de la aventura, ni tan siquiera condicionar la lectura del libro. El pasaje de la cripta donde yace el temido Barbanegra, o el descenso al pozo del agua, son realmente inolvidables. Guardo una imagen de estas dos escenas impregnada de una carga romántica propia de la adolescencia. El autor supo dar a la novela la medida justa para introducir al lector en un mundo apasionante. Quien lea el libro experimentará la sensación de valor, de nobleza, de lealtad, de peligro, de amor, de dolor, de crueldad, en fin, de todo un abanico de sentimientos propios de una aventura en la que el lector desearía ser el protagonista.
Hay una película basada en el libro (otra similitud con APR, aunque ésta no sea tan notable). A pesar de no seguir al pie de la letra el argumento, lo adapta de una manera, para mí, muy brillante. El título de la película es “Los contrabandistas de Moonfleet”. A mi modo de ver refleja mejor el argumento de la obra de lo que lo hace “El diamante”. Hay que decir que el título original del libro es “Moonfleet”.
También en esta novela se resaltan valores que parecen haber caído en desgracia en nuestra sociedad. Cuando vivimos una época caracterizada por la ausencia de unos referentes éticos, cuando la escala de valores heredada de nuestros padres se derrumba, sería bueno que libros como “El diamante” se divulgaran más entre los jóvenes. En este libro podemos encontrar sentimientos que hoy en día parecerían ridiculizar a quien los tuviera, como el de lealtad y nobleza. En una sociedad individualista, competitiva, y donde se prima la perfección, no caben tales valores. Solamente podemos aceptar la lealtad de una madre hacia un hijo; ocurra lo que ocurra siempre lo apoyará y estará a su lado. En cambio esto es dificilísimo entre amigos o compañeros de trabajo. Cada uno mira por él mismo y por nadie más. Qué decir de la nobleza o la dignidad.
Estos valores, como en las novelas de APR, son los que hacen a las personas apreciar más la vida. Personajes para los que no ha sido fácil su trayectoria vital, pero que a causa de esa dificultad, han desechado valores vacíos de contenido para, al final, quedarse con sólo un puñado de ellos; los auténticamente necesarios.
Realmente
cada vez que leo “El diamante” más profundizo en las similitudes
entre sus personajes y los de APR. Evidentemente hay muchísimas
diferencias, pero cada vez que leo una página e imagino a John Trenchard
junto a Elzevir Block, no puedo dejar de pensar en Iñigo Balboa
y Diego Alatriste. Y viceversa.
Por último, tal
vez, ¡SÓLO TAL VEZ! (que nadie
me tire muchos tomates) el desenlace del libro de John Meade Falkner (que
así se llama su autor), puede darnos alguna idea de cómo
terminará la saga de nuestro queridísimo Diego Alatriste
y Tenorio, más conocido en todo el mundo como Capitán Alatriste.
Esta sería una buena razón para que quien no haya leído
el libro se decida a hacerlo.
Quiero finalizar esperando que no seáis muy duros conmigo. Todo lo arriba indicado sólo intenta ser una simple opinión.
Un saludo
a todos.