“La nueva novela de Pérez- Reverte serpentea entre ficción y realidad”

 

Jueves, 23 de abril  de 2015

 

5539540fba56b_800x533.jpgDe visita a la Argentina para presentar su último libro "Hombres buenos", el español Arturo Pérez-Reverte se define como "un escritor cazador, que se juega y sale del territorio", al igual que lo hacen los personajes de su novela, dos miembros de la Real Academia Española dispuestos a arriesgarlo todo por conseguir una enciclopedia prohibida en la Europa del siglo XVIII.

 

"Hay escritores recolectores y escritores cazadores: el recolector tiene una parcela en la que planta, replanta, vuelve a plantar, se nutre de ese mundo limitado e interesante pero no se mueve de ahí. En cambio, el cazador hace incursiones en campos distintos, se arriesga, se mueve, cada episodio es diferente. Pues, yo soy de esos", sostiene Pérez-Reverte en una entrevista con Télam.

 

Al igual que él, se desplazan los personajes de la publicación de Alfaguara, don Hermógenes Molina y don Pedro Zárate, uno bibliotecario, el otro almirante, designados por la institución para viajar a la París prerrevolucionaria en busca de la prohibida Encyclopédie de D'Alembert y Diderot.

 

Europa del siglo XVIII: la fe y la razón se disputan; la religión atesora sus mayores enemigos, la filosofía de las luces; y la pregunta latente sobre qué tipo de naciones formar -cultas, no cultas- enciende todo el debate político e ideológico de la época. Es ahí donde Pérez-Reverte sitúa su última novela que circula entre realidad y ficción, con base en una documentación más que rigurosa.

 

Su intención fue "contar una aventura de amistad y de libros, cómo dos corazones nobles, muy distintos, en un recorrido azaroso y peligroso, pero teniendo a la cultura como elemento común, pueden creer lazos fuertes y llegar al mutuo heroísmo", cuenta el autor de "La Reina del Sur" y otra quincena de títulos, con más de 15 millones de ejemplares vendidos en el mundo.

 

"Los libros como solución, como analgésico, como clave para hacernos mejores", agrega acerca del espíritu de otro personaje central en esta novela: Los 18 tomos de la Encyclopédie, razón que pone en funcionamiento toda una maquinaria, con lo que eso significa en el siglo XVIII, dispuesta a hacer de las ideas ilustradas el motor de los pueblos.

 

¿Y hoy es posible que un libro tenga ese impacto? "No, pero es necesario, sobre todo porque la información nos viene por Internet y redes sociales, que si bien son muy útiles, tienen un problema fundamental: la falta de un filtro discriminador. Entonces, cuando el receptor no es lo bastante culto caen los filtros, todo es igual de válido; lo que crea un receptor cualificado es el libro", considera el escritor español nacido en Cartagena en 1951.

 

Justamente, una de las instituciones responsables del cultivar el capital cultural de las naciones en el escenario de su libro es la Real Academia Española que "quería hacer un papel activo en el `patriotismo cultural`, un afán para que el mundo fuera mejor a través de los libros", dice sobre ésta élite de las ideas ante un "pueblo analfabeto, con una falta de educación enorme".

 

Miembro de la Real Academia Española desde 2003, donde ocupa la silla T, Pérez-Reverte asegura, en un giro al presente y ahora lejos de la ficción que lo trajo hasta su nuevo libro, que la institución "hoy día no cumple ese papel, es un notario de la lengua, no aconseja, no persigue, no sanciona, no penaliza, sólo cuenta cómo hablamos los hispanohablantes".

 

"Académico heterodoxo" -como sentencia su impronta en ese espacio por ser un nexo entre la "Academia y la calle"- este hombre que fue corresponsal de guerra por más de 20 años propone en "Hombres buenos" un vaivén entre ficción y realidad, límites difusos que se fusionan y construyen la historia de una época candente para Occidente.

 

Pero además de ese plano, el escritor despliega un juego literario que se sucede entre la trama original y la experiencia del narrador para construir esa historia: "No soy yo, es un falso yo. No desnudo mi alma narradora, no le abro mi corazón al lector, sólo utilizo algunos elementos de la vida del escritor para contar la historia".

 

Aunque no sea él la voz de la narración, algún escritor imaginario creado por el novelista hace ilusionar al lector que está descubriendo la trastienda del proceso de escritura, pero sea como sea, ese autor junto a Pérez-Reverte parecen compartir una idea: "Escribir una novela es la parte más desagradable y la parte más hermosa es leerla, documentarla, adquirirla".

 

Buscador, cazador, explorador, el escritor español confiesa que en su gran biblioteca -más de 30.000 títulos-deja un espacio vacío que llena con los libros que lee cuando está dando forma a una obra. El interés lo desafía en cada historia, "todo el tiempo descubro cosas nuevas y eso cambia tu corazón, tu cabeza, te hace mejor o peor. En ese sentido soy un escritor vivo, muy feliz".

 

Escritor pero sobre todo contador de historias, como se define: "No escribo para que cuatro amigos me digan `lo tuyo es de lo más selecto`, onanistas que entre ellos se reparten los elogios, no soy de ese mundo. Soy un reportero que vino de la guerra y se puso a escribir novelas, y lo hago para un territorio amplio, chino tailandés, israelí, ruso, colombiano, argentino, francés o inglés, para mujeres, varones, grandes y chicos".

 

Porque, como insiste Pérez-Reverte, su lugar -tal vez porque así también se ubica-, es el del lector: "No me interesa la academia literaria, no me interesa hacer mejor al lector, me interesa entretenerlo, hacerlo pensar, que camine conmigo y se mueva por los territorios en los que me muevo. Decirle, pues bien, `vamos a jugar juntos`".

 

La novela "Hombre buenos" será presentada por Pérez Reverte mañana a las 18.30 en la sala José Hernández de la Feria del libro, ubicada en la intersección de avenida Santa Fe y Sarmiento.